De rivalidades y lealtades
Hablar de afectos y desafectos es hablar del PSOE. Amigos y enemigos íntimos que un día se entendieron y hoy están a años luz en el espacio político. Pasó entre Felipe González y Alfonso Guerra; entre Zapatero y Rubalcaba, entre éste y Carme Chacón, entre Sánchez y Hernando, entre Patxi López y Madina... Hay tantos y tantos casos que no hay crisis interna federal o territorial que no se explique por motivaciones personales de sus protagonistas.
Susana Díaz y Alfonso Gómez de Celis son un claro ejemplo de cómo la amistad torna en enemistad, la colaboración en implacable crítica y el entendimiento en trinchera. Si aún no lo tienen fichado, quédense con el nombre porque el actual director de Puertos de la Junta de Andalucía será, desde el próximo domingo, el número 3 del PSOE, por detrás del valenciano José Luis Ábalos, que se encargará de Organización.
Y la elección no es baladí, no tanto porque fuera el primer andaluz que apostó por el secretario general del PSOE cuando hace tres años era un desconocido en la política nacional, sino por la convulsa relación que mantiene con Susana Díaz desde hace lustros. Si hay un crítico entre los críticos del statu quo del socialismo andaluz ese es el secretario de Relaciones Institucionales y Administraciones Públicas que saldrá del 39 Congreso Federal.
Y es que si hay alguien que conoce bien a Díaz, sus fortalezas y sus debilidades, es Gómez de Celis. Fue él quien animó a la de Triana, en 1991, a afiliarse a las Juventudes Socialistas con tan sólo 17 años. Y fue de su mano de la que la hoy la capitidisminuida Díaz conoció las tripas de la federación más poderosa del PSOE. Eran otros tiempos. Porque hace mucho que nada es igual entre ellos. La relación se rompió en 1999, cuando Díaz maniobró a espaldas de su "mentor" para ir en las listas al Ayuntamiento de Sevilla y Gómez se quedó fuera. Desde entonces, en todas las batallas orgánicas han combatido en bandos distintos salvo en el congreso de 2014, que los dos apoyaron a Sánchez. Claro que por motivaciones muy distintas. La de Díaz, tutelar al secretario general para luego sustituirle. La de Celis, cambiar el PSOE para cambiar España.
Gómez de Celis conoció a Pedro Sánchez en 2008, cuando Antonio Hernando, entonces secretario de Política Municipal, lo propuso como ponente en una conferencia política para preparar las municipales de 2011. Desde entonces han compartido camino, si bien su relación personal se enfrió cuando, tras la victoria de 2014, Díaz exigió a Sánchez que le dejara fuera de su Ejecutiva Federal a cambio de situarle en una dirección general de la Junta de Andalucía. El secretario general no quería problemas con la entonces "todopoderosa" socialista y acató la instrucción.
Pese a todo, Celis siempre estuvo al lado de Sánchez y no dudó en formar parte del equipo con el que preparó las primarias que ganó el pasado mayo cuando éste se lo pidió. Hoy el renacido secretario general no tiene hipotecas con nadie y mucho menos con Díaz. De ahí que haya querido recompensar la lealtad de quien hace tres años le proporcionó sus primeros contactos entre la militancia andaluza y hace un mes se pateó las agrupaciones de su federación en busca de avales y votos para que la ventaja de Díaz sobre Sánchez en aquel territorio, como luego resultó, no hiciera imposible la victoria del actual secretario general en las primarias.
La elección caerá, seguro, como una bomba de neutrones en el susanismo o lo que quede de él. Pero es lo que hay y, a diferencia de hace tres años, Díaz tiene ya poco que decir, mucho menos que ordenar, en la calle Ferraz.
No será Gómez de Celis el único andaluz que se siente en la nueva dirección federal. Junto a él, y a cargo del área de Igualdad, estará exministra de Cultura Carmen Calvo, la primera en el escalafón de las secretarías de área sectoriales que completarán la Ejecutiva. Apartada de la primera línea desde hace una década, andaba volcada en su trabajo como profesora universitaria. Pero el dramático Comité Federal del PSOE del 1 de octubre y la posterior abstención a la investidura de Rajoy, le sacaron del retiro y se incorporó al equipo de asesores con el que Sánchez diseñó la "reconquista". Regresa convencida de que hay que "reposicionar" el socialismo, izar la bandera de la izquierda y ayudar al renacido secretario general del PSOE a conquistar La Moncloa.
Calvo sucederá a la valenciana Carmen Montón -que también tendrá espacio en la dirección- en el área de Igualdad y no será la única de las ex ministras de Zapatero que estará en la nueva Ejecutiva. Junto a ella y Cristina Narbona, que ostentará una presidencia en absoluto honorífica, estará además Beatriz Corredor al frente de la secretaría de Ordenación del Territorio y Políticas de Vivienda.
Por lo demás, al secretario general electo le quedan pocos flecos por cerrar de una nueva dirección federal en la que las vocalías serán sustituidas por secretarías ejecutivas adscritas a las áreas que integrarán la nueva Permanente que por primera vez en la historia del socialismo no llegará abierta al congreso federal ni será objeto de negociación con las distintas federaciones. Para visualizar la pretendida unidad e integración habrá que esperar a la lista del Comité Federal y la nueva dirección del Grupo Parlamentario, donde Sánchez sí tiene intención de dar espacio a quienes apoyaron las candidaturas de Susana Díaz y Patxi López.