La semana negra de Puigdemont en Bruselas
A pocas horas de saber si el gobierno belga dará curso a la euroorden y le detendrá, el expresident Carles Puigdemont, después de su primera semana en Bruselas, ha vuelto a saltar a los medios anunciando su disposición a ser candidato a las elecciones del 21-D incluso desde lejanas tierras. En su enésimo intento de internacionalizar el conflicto catalán con su llegada a Bruselas, Puigdemont ha sido ignorado por las autoridades de la UE y el gobierno belga, que consciente de lo sensible que es el tema, no tiene ganas de protegerle. Los principales medios de comunicación europeos le han tratado con dureza –e incluso algunos ridiculizándole con ironía - y las incomodidades de haber perdido el ropaje institucional se hacen patentes en cada una de sus apariciones, rodeadas de informalidad y constantes improvisaciones.
Tras proclamar la DUI el viernes 29 de octubre y ser cesado después junto al resto de su equipo por el Gobierno español en aplicación del artículo 155, Puigdemont se fue el sábado de paseo por las calles de Gerona, ciudad de la que fue alcalde entre 2011 y 2016. Se tomó fotos con sus vecinos y fue recibido al grito de ¡president! El domingo difundió un mensaje en vídeo grabado y a la misma hora se le vio comiendo con unos amigos. Nadie podía imaginar en esos momentos que 24 horas después de marcharía de forma indefinida a Bruselas acompañado de algunos de sus colaboradores.
La noticia sobre su viaje la adelantó El Periódico de Cataluña el lunes sobre las 13:00. A esa misma hora – según consta en una factura a la que El HuffPost ha tenido acceso – Puigdemont y su grupo hicieron check in en el Hotel Chambord, un sencillo establecimiento de tres estrellas que se encuentra a solo 20 metros de la Alianza Libre Europea, una organización que agrupa a partidos nacionalistas y que está sirviendo de apoyo logístico al expresident. Esa misma mañana, la Fiscalía General del Estado presentó una querella criminal por rebelión, sedición y malversación de fondos contra Puigdemont y el resto de miembros de su cesado gobierno.
Desde el lunes comenzó a producirse una gran bola de nieve entre los corresponsales de la capital de la UE. Primero, buscando al ex president, tarea emprendida en ese primer momento sólo por los periodistas españoles y belgas. Al final del día, decenas de periodistas de medios europeos e internacionales se sumaron a la persecución en una confusión de rumores sobre su posible agenda. Incluso se cuestionó que la información sobre su estancia en Bruselas fuera verídica.
Misteriosamente, Puigdemont logra pasar su primer día en Bruselas sin que nadie fuera capaz de tomarle una foto, a pesar de que los periodistas estuvimos muy cerca de él, a las puertas de la Alianza Europea de la Libertad y junto a su hotel. Pasó desapercibido también en su viaje en avión desde Marsella a Bruselas. Esa noche, de forma oficiosa, fuentes de su entorno comunicaron que al día siguiente daría una rueda de prensa "en un lugar por concretar y convocada con suficiente tiempo para llegar". Aires de thriller en la capital europea, poco acostumbrada a esta rocambolesca forma de hacer política.
En ese primer intenso día de la semana, se conoció la identidad del abogado a quién Puigdemont ha confiado la defensa de su huida. Paul Bekaert es un letrado experto en pleitear contra ordenes de extradición y conocido en el entorno jurídico por la defensa desde los años 90 de miembros de ETA que trataron de refugiarse de la justicia española en Bélgica. Naturalmente, el letrado ya ha anunciado su falta de confianza en la imparcialidad de la justicia española, presumible pilar de la estrategia de defensa de Puigdemont.
El martes por la mañana, la noticia de Puigdemont en Bruselas fue portada en los principales medios belgas que especulaban sobre si su presumible petición de asilo podría tener éxito. Aparecieron por fin las primeras imágenes de Puigdemont en Bruselas. Miquel Roig, corresponsal de Expansión, le grabó entrando a la sede de la Alianza a las 11:15. Durante esa mañana las oficinas parlamentarias de los eurodiputados Ramon Tremosa, Jordi Solé y Josep-Maria Terricabras – el principal apoyo logístico con el que cuenta el expresident en Bruselas - trabajaron a toda máquina para montar la rueda de prensa.
Representantes de la Alianza trataron de reservar sin éxito la sala de prensa del Résidence Palace, el principal centro de prensa de la capital. El edificio es propiedad del Estado belga y los promotores no consiguen la autorización para su acto. Primera demostración de que el cesado presidente del gobierno catalán no tendrá facilidades en sus actuaciones políticas en la capital belga.
Finalmente el equipo de Puigdemont logró reservar un espacio de tamaño reducido en el Brussels Press Club, a pocos metros del corazón de las instituciones europeas, pero sin las mínimas condiciones para soportar las expectativas que la presencia de Puigdemont había generado. Una hora antes de que empiece el acto, la oficina de Ramon Tremosa continuaba tratando de localizar y contratar intérpretes para que el mensaje de su president tuviera el máximo eco posible.
Fue el primer choque con la realidad del president huido. El acto con la prensa internacional no cumplió las expectativas de sus promotores. El acto fue cualquier cosa menos solemne y confortable. Calor sofocante, hacinamiento y desorden.
Con unos cincuenta asientos, los más de doscientos periodistas se amontonaban para escuchar a Puigdemont. El wifi no funcionó y los teléfonos se quedaban sin señal por momentos. Muchas cadenas internacionales, además de las españolas, emitían la señal en directo. El colapso fue de tal calibre que cuando apareció Puigdemont tuvo que hacerse paso casi a codazos y sus colaboradores quedaron rezagados.
Los esfuerzos del ex president por dar la imagen de que su gobierno "legítimo" funciona con normalidad desde el exilio no lograron su propósito. Rodeado de seis de sus ex consellers y con las banderas europea y catalana a su izquierda, Puigdemont anunció, alternando el catalán, el español y el francés, un "plan de trabajo de cuatro puntos", pero las circunstancias que rodean al acto complican mucho su relato, sobre todo en una ciudad como Bruselas, acostumbrada a protocolos y la formalidad típica de las instituciones europeas.
El expresident afirmó que no pedirá asilo, pero que regresará a España sólo cuando tenga garantías de un juicio justo. Los periodistas a los que se les permite preguntar – Euronews, Skynews, BBC, BRTL y TV3 – se dirigen a Puigdemont con tono seco y se refieren a él como Mr y no como President. A excepción de la televisión catalana, los organizadores no conceden ninguna pregunta a los numerosos medios españoles que están presentes en la sala.
La presencia de Puigdemont en Bruselas no ha tenido buena acogida en la mayoría de la prensa europea. Una viñeta de Le Soir, principal periódico belga francófono, escenifica a Puigdemont en busca de amigos a su llegada a Bruselas, pero no aparece ninguno. Politico, influyente medio en la burbuja europea y hasta hace poco receptivo a dar amplia cobertura al independentismo catalán, tituló sobre la rueda de prensa: "El circo catalán de Puigdemont llega a Bruselas". El influyente medio flamenco De Morgen también se refería al "circo de Puigdemont". El alemán Der Spiegel publicó: "su huida de Cataluña le hace parecer un cobarde... Primero moviliza a cientos de miles para un proyecto... y después se marcha tan pronto como tiene que tomar responsabilidad por sus acciones".
El gobierno belga, consciente del explosivo asunto que le ha caído del cielo, trata de quitarse de en medio. Puigdemont en Bruselas supone una amenaza para la estabilidad de la coalición gubernamental de la que forman parte, entre otros, los nacionalistas flamencos del N-VA, simpatizantes del independentismo catalán, y los liberales francófonos del primer ministro Charles Michel. El asunto también puede tensionar las relaciones con el gobierno de España, con el que ya se han producido algunas fricciones en las últimas semanas.
Tras la conferencia de Puigdemont, Charles Michel, primer ministro belga, emitió un comunicado en el que, tras dejar claro que su gobierno no tiene nada que ver con la llegada de Puigdemont a Bruselas, éste será tratado como un ciudadano europeo más, con los mismos derechos que el resto, "ni más ni menos". Más duras para el entorno del ex president fueron las palabras del Vice primer ministro de Bélgica y expresidente de Flandes, Kris Peeters: "Cuando llamas a la independencia, mejor te quedas junto a tu pueblo". Llamativa reacción de un político que en los últimos años se ha mostrado dispuesto a atender y colaborar con la oficina de la Generalitat en Bruselas.
Otro golpe duro es el propiciado por Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga y actualmente líder del Grupo Liberal en el Parlamento Europeo, del que forman parte Ciudadanos y también Ramon Tremosa. En su página de Facebook, Verhofstadt comentó una viñeta en la que aparece Puigdemont caracterizado de Tintín. "Tintin siempre encontraba soluciones para las aventuras que encontraba, mientras que Puigdemont deja Cataluña en el caos y la devastación".
En la noche del martes dos de los ex consellers que habían acompañado a Puigdemont – Joaquim Forn y Dolors Bassa - regresaron a Barcelona. A las 19:30 el expresident tomó un taxi desde el Hotel Chambord y algunos medios difunden que se encuentra de camino al aeropuerto para regresar también a Barcelona. Uno de los recepcionistas del Hotel explican a El HuffPost que él pidió el taxi para el ex president y se dirigía al centro de la ciudad, a cenar por algún sitio alrededor de la Grand Place.
El miércoles Puigdemont no apareció en todo el día y se desconoce desde entonces dónde pernocta. Según los recepcionistas del Hotel Chambord, tampoco durmió ahí en la noche del martes. "Su habitación estaba limpia el miércoles cuando el señor Matamala hizo el check out". En la factura se puede comprobar que la reserva de las habitaciones (tres para la noche del lunes al martes y dos para la del martes al miércoles) está realizada a nombre de "Matamala" y fueron abonadas en dos pagos con una tarjeta VISA de La Caixa (uno de ellos por un importe de 297 euros el día de la llegada y otro por 198 el miércoles a la salida).
Misteriosamente bajo el nombre de Matamala se puede leer "Portugal". Josep Maria Matamala es un empresario, ex concejal de CIU en el ayuntamiento de Gerona y es amigo íntimo del expresident. En las pocas imágenes que se han podido ver de Puigdemont en Bruselas, siempre aparece a su lado.
El miércoles, el misterio y el caos sigue rodeando la agenda, o mejor, la ausencia de agenda, del "president legítimo de la Generalitat". Los rumores en la mañana del miércoles, día festivo de todos los santos, insinúan que dará una rueda de prensa en Gante, donde nunca apareció. Algunos corresponsales se han desplazado para escucharle. Por la tarde, a través de WhatsApp, personas cercanas al expresident difundieron un "comunicado del gobierno legítimo".
El jueves por la mañana la juez Lamela ha citado a Puigdemont y a todos sus ex consellers a declarar en la Audiencia Nacional, pero su abogado ha avisado de que no acudirá y que pedirá ser interrogado por videoconferencia. Mientras los consellers desfilan frente al juzgado en Madrid, RNE difundió unas imágenes de Puigdemont tomando café en Karsmakers, una cafetería situada frente al Parlamento Europeo. Le acompañaba, de nuevo, Matamala. Por la noche, tras el envío a prisión de sus colaboradores, Puigdemont graba y difunde un video, presumiblemente desde una nueva habitación en su nuevo hotel.
Los nacionalistas flamencos han ofrecido oxígeno moderado a Puigdemont, aunque no se reúnen con él públicamente. Según Le Soir, lo ha prohibido Charles Michel. El presidente del NV-A dice que Puigdemont siempre será bienvenido, "nunca doy la espalda a mis amigos aunque tengan problemas". El presidente flamenco ha cuestionado la independencia de la justicia española y el ex primer ministro belga, francófono y socialista, Elio Di Rupo, le ha interpelado por atreverse a cuestionar la justicia española. Puigdemont y Cataluña son ya parte de la discusión política belga y su potencial para dividir al país podría crecer en las próximas semanas. Entre 2010 y 2011, Bélgica pasó 541 días sin poder formar gobierno.
Ayer viernes, el Ministro presidente de Flandes, Geert Bourgeois criticó las detenciones. En cambio, la Comisión Europea no tiene nada nuevo que decir sobre el conflicto catalán. Su portavoz, preguntada reiteradamente sobre el envío a prisión de los ex consellers, afirmó: "Es una cuestión judicial. Las autoridades judiciales son independientes y nosotros respetamos esa independencia". Han pasado cinco días desde la llegada al corazón de la UE de Puigdemont y sus autoridades no se han movido ni un milímetro de su posición.
En tan solo una semana, lo que sí ha conseguido Carles Puigdemont en Bruselas es instalar el peligro de una crisis política local en un gobierno cogido con pinzas.