Mujeres 5: La temporada de la venta de mujeres
Son matrimonios, en su mayoría, "take away". Hombres de la zona del Golfo, o de países cercanos, vienen a pasar las vacaciones de verano en El Cairo. No recurren al servicio tradicional de prostitución clandestina, sino a la prostitución legal con tintes religiosos. Se ponen de acuerdo con un intermediario de esas zonas para poder casarse con alguna chica; unas horas, un día, a veces más tiempo.
Hace unos días, en el telediario de la primera cadena de TVE, se emitió un reportaje sobre el comercio de mujeres en un campo de refugiados sirios en Jordania. En él se centraban en el papel de una intermediaria que media entre hombres saudíes y familias refugiadas para que ellos se casen con las hijas de los refugiados a cambio de dinero.
¿Se trata de una novedad? Pues, desde al menos la década de los 70, esto ocurre en muchos países árabes. En países que no tienen campos de refugiados.
Me centro en el caso egipcio.
Pueblos pobres a las afuera de El Cairo se han ido especializando en este tipo de comercio de matrimonios en los últimos 20 años. Se trata de Hawamdeya, Abu El Nomros, Manyal Shiha y Al Azazeya.
Son matrimonios, en su mayoría, take away. Hombres de la zona del Golfo, o de países cercanos, vienen principalmente a pasar las vacaciones de verano en El Cairo. No recurren al servicio tradicional de prostitución clandestina, sino a la prostitución legal con tintes religiosos. Se ponen de acuerdo con un intermediario de esas zonas para poder casarse con alguna chica. Si es virgen el precio es más alto. Este matrimonio puede durar solo unas horas, un día, o a veces más tiempo, dependiendo de los méritos que haya hecho la mujer y las necesidades del cliente.
Estos son los casos mayoritarios, pero hay otros; por ejemplo, hombres que necesitan tener hijos y se llevan a estas chicas a su país para cumplir la tarea y cuando finalizan, las echan. Ellas no vuelven a ver a sus hijos, ni a estar en contacto con ellos. A veces, el objetivo es tenerlas en casa como criadas u organizar fiestas sexuales colectivas.
Durante los pasados meses de diciembre y enero impartí en El Cairo unos talleres a grupos de mujeres que han sido víctimas de este tipo de matrimonios. Trabajé a lo largo de varios días con alrededor de 50 mujeres y chicas sobre la posibilidad de hacer películas cortas sobre sus realidades.
Eran grupos con edades muy variadas, desde los 14 a los 50 años. La pobreza es el elemento común. Algunas no llevan pañuelo y otras van tapadas completamente salvo los ojos. Para algunas era la primera vez que salían del pueblo e iban al centro de la ciudad, a pesar de encontrarse muy cerca, y en cambio otras habían viajado al país del hombre/marido. Unas tenían estudios y otras ni siquiera sabían leer o escribir.
El primer día todas niegan tener algo que ver con el asunto. El tiempo pasa, la confianza crece y empiezan a contar. Comienzan a surgir historias acompañadas de lágrimas.
Sahar tiene 23 años y se ha casado cinco veces. Nehmedoh, una mujer muy guapa y con mucha gracia, vende verduras sobre una caja en la calle, y cuenta entre risas cómo su primer matrimonio fue a cambio de un furgón de patatas para que su padre hiciera negocios con él. Cuenta cómo se casó prácticamente gratis pues el camión con la carga se cayó en el canal. Warda, a la que trasladaron a Yemen, cuenta cómo se escapó del maltrato del marido, de su familia y del acoso sexual del hermano y del padre, caminando por la montaña durante dos días y dejando atrás a dos hijos a los que nunca ha podido ver después.
Y la más chocante es Hanan. Tiene 16 años, todavía no se ha casado. Su familia rechaza esta opción. Ella, que conoce muchas historias y los destinos de sus vecinas, insiste en que lo va a hacer en este verano cuando empiece "la temporada de las visitas". El ritual es el mismo: hay que arreglarse bien y dar paseos o desfilar frente a las casas de los intermediarios. Lo va a hacer porque dice que va a saber negociar bien y sacar 100.000 libras. Así podrá comprar una casa para su familia en vez de seguir viviendo siete personas en una habitación en casa de la abuela.
Al tiempo que estos talleres se celebraban, en Egipto se discutía la nueva Constitución sin que estas mujeres supieran nada sobre su contenido.
Una Constitución que abre el camino para facilitar este tipo de matrimonios. La ley anterior exigía haber cumplido los 18 años como edad mínima para el matrimonio. Es verdad que siempre hubo formas para saltarse esta ley, pero la Constitución lo facilita aún más. No incluye mínimo de edad y habla de derechos muy generales, indicando al final del texto la frase mágica: "Sin que sea contrario a la ley islámica".
La ley islámica necesita interpretación. ¿Quién la hará? Los hombres de religión, claro, jeques, muchos de los cuales tienen vínculos con Arabia Saudí y pueden ofrecer múltiples interpretaciones. Entre las posibilidades me quedo solamente con dos: la que considera que la edad mínima es cuando la mujer tenga la primera regla; y la que dice que no hace falta esperar a la primera regla, pudiéndose casar con nueve años y esperar hasta la primera regla sin realizar sexo completo, aunque el hombre mientras tanto pueda disfrutar de los llamados "muslos de la pequeña". Es decir, haz lo que quieras sin penetrar.
Ya está empezando la temporada de vacaciones. A lo mejor hay que celebrar que el turismo en Egipto está en su peor momento y vienen pocos turistas.
Petición final: Si algún lector quiere hacer cualquier comentario racista contra el Islam y los musulmanes, como pasó anteriormente con otro artículo, que se documente antes sobre lo que dice el Vaticano acerca de la edad mínima de matrimonio.