Las boberías incendiarias de Pedro Sánchez en su búsqueda de la urna perdida
España está al borde de un precipicio, pero para nuestra tranquilidad, y para la de toda Europa y el orden mundial, porque en este mundo desde las invasiones del Viejo Continente por los bárbaros toda la política internacional funciona según el principio de los vasos comunicantes, la llamarada puede extinguirse por la combinación de falta de oxígeno en la propia Cataluña y del poder coercitivo del Estado para hacer respetar la Constitución. Encima, con el pleno respaldo de una UE temerosa del contagio, y de dar fuelle y hacer revivir los fantasmas que dieron lugar a las dos guerras mundiales del siglo XX.
Pero mientras Cataluña se encuentra al borde de una confrontación civil y más de la mitad de los catalanes van a ser rehenes de menos de la mitad, que gracias a la Ley D'Hont son mayoría parlamentaria y se han pegado con la 'gotita' al mango de la sartén, y en pleno golpismo palaciego urdido en la Generalitat, que con la mayor desfachatez y sin vergüenza criminal ha dejado de ser el gobierno de todos los ciudadanos, reaparece en escena el resucitado Pedro Sánchez que parece tener una varita mágica invisible.
En momentos cruciales en que el país asiste atemorizado, aturdido y cada día más indignado a la mutación de una comedia bufa en un drama, con las últimas añagazas del bloque rebelde, Junts pel Si y la CUP, y comienza a tomarse conciencia de estar viviendo una crisis histórica con una rebelión sediciosa y un 'golpe' anticonstitucional, por las fuerzas secesionistas, algunos políticos han sustituido la responsabilidad institucional 'de Estado', la inteligencia y hasta la cordura, por un vacío pero muy peligroso bla, bla, bla, que es como intentar apagar el fuego con gasolina.
En realidad 'Junts pel Si', la pintoresca y atrabiliaria CUP, y no conviene perder de vista la sinuosidad táctica del núcleo duro de 'Podemos' y la ambigüedad monjil de Ada Colau, en realidad están copiando la técnica de la URSS para hacerse, tras el fin de la IIGM, con los gobiernos de la Europa del Este: provocando el malestar artificialmente, aliándose con compañeros de viaje que después fueron liquidados, y finalmente asaltando el Poder con engaños y fuerza (eso lo ha estudiado a fondo Pablo Manuel Iglesias y su corte de rasputines). En el ambiente tan enrarecido que nos rodea, el líder socialista, patrón primariado del principal partido de la oposición, trata de conseguir votos por la banda podemita, esa estupidez engañosa del inexistente 'derecho a decidir', que es una obviedad tan monumental que su desconocimiento es muy preocupante, pero nada sorprendente: Cataluña lleva decidiendo sin parar desde 1977.
Claro, otra cosa es llamar 'derecho a decidir' al ilegal 'derecho de autodeterminación' previsto en la ONU para el proceso de descolonización masiva con que culminó la vida de los imperios coloniales tras el fin de la II Guerra Mundial, y que ya venían cuarteándose desde la atroz Guerra del 14.
A su vez el sanchismo necesita afirmarse en el PSOE y ha optado por una especie de 'refundación' del Estado, que ya fue refundado por un impecable proceso constituyente que culminó con la Constitución de 1978, una de las muy pocas europeas que se sometieron a referéndum. Pero es que también el Estatut y sus reformas fueron sometidos a la consulta popular. Y todos los Estatutos de las distintas comunidades autónomas.
Ya en su día, los diputados y senadores constituyentes de la izquierda, y de una parte de la UCD, lograron 'colar' el concepto de 'comunidades históricas' y 'nacionalidades' para contentar a los dos nacionalismos más peligrosos para la estabilidad nacional: el vasco, con los terroristas de ETA desatados, y el catalán, más ambiguo, pero que no lograba ocultar sus verdaderas intenciones a pesar del continuo baile de disfraces. Aquella transacción, sin embargo, satisfizo a los nacionalistas moderados, como Miquel Roca, por haber alcanzado con la Constitución y el Estatuto de Autonomía las necesidades de autosatisfacción catalanas. "Nunca hemos tenido tan altas cotas de autogobierno", decían.
Pero su gozo, como hemos visto, y los de los demás responsables con responsabilidad en un pozo... negro. Que es en el que mucho menos de la mitad de los catalanes quieren meter a más de la mitrad. Esa es la realidad.
Apostar por una gaseosa 'nación de naciones', un delirio adolescente o malévolo contra corriente de la historia y del progreso europeo, y a la vez por el federalismo en términos de desigualdad es un oxímoron. No hay estado federal que funcione con clase Bussines y clase Turista en sus parlamentos y senados, como no habría una comunidad autónoma, llámese así a secas, o histórica, o nacionalidad o región, con unas provincias con competencias y rango de primera y otras de tercera, porque se rompe el sacrosanto, laicamente hablando, principio de igualdad. Puede haber denominaciones distintas, como las hay en la Ley Fundamental de Alemania... y ya las hay en la Constitución Española. Pero hablar dos lenguas, como le decía el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra a Jordi Pujol cuando mercadeaba sus apoyos, no significa que se coma el doble.
¿En serio cree Pedro Sánchez que puede haber una nación, España, en condiciones de igualdad política con otras tres, Cataluña, País Vasco y Galicia, y en situación de superioridad sobre otros catorce territorios que formarían en pelotón? Los primeros que se le rebelarían son los propios socialistas de las comunidades agraviadas.
Lo primero que tiene que hacer la nueva dirección del PSOE es hacer un repaso de la voluntad soberana expresada por los habitantes de las distintas autonomías para poder sacar la conclusión más acertada y menos temeraria y abocada al fracaso y al estrépito.
Con el paso de los años, y la dinámica propia de la evolución política y social y de los equilibrios, hoy día hay comunidades que se han definido, por su propia y libre voluntad en sus Estatutos (que sin leyes orgánicas) como 'nacionalidad histórica'. Este es el caso de Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Aragón y las islas Baleares. A las que hay que añadir las que se han definido como 'nacionalidad', las clásicas de Cataluña y el País Vasco, más Canarias. A las que hay que sumar la 'Comunidad Foral' de Navarra, porque el término foral tiene tela histórica; pero encima tenemos tres 'comunidades históricas', es decir, candidatas a ser naciones federativas, el Principado de Asturias, Cantabria y Castilla y León. Luego están como estrictas 'Comunidad Autónoma' Madrid, Extremadura, La Rioja y Murcia, pero es casi seguro que si se abre el tubo de la pasta de dientes y se saca la 'plurinacionalidad', nadie quiera quedarse descolgado. Ni Castilla - La Mancha que se ha conformado con ser, sencillamente, región. Dirían los gallegos, "chámalle a o burro caballo".
No hay región española cuyos dirigentes, de todos los partidos, y entre ellos del PSOE, estén dispuestos a suicidarse, ofender a su paisanos, traicionar su dignidad y a llevar a su tierra a un laberinto, que con los demás dieciséis laberintos, puede poner en cuestión la estabilidad y la confianza en el Sistema. Si se rompe el consenso social de convivencia, se abre el abismo.
Como decía Jorge Manrique en las coplas a la muerte de su padre: "recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte/ contemplando/ como se pasa la vida/ como se viene la muerte/ tan callando...". Eso viene a cuento de un episodio que nunca un político español debe olvidar cuando se habla del 'problema territorial' y se ningunea la igualdad, que no es ninguna extravagancia sino un derecho, dentro de la diversidad, eso está claro.
UCD y el PP lo olvidaron en Andalucía, y lo pagaron caro. A Alianza Popular le costó un ostracismo que aún se mantiene, por sus abstenciones en el referéndum para acceder a la autonomía por la vía del artículo 151, como defendía el PSOE y el resto de la izquierda, que la equiparaba más o menos con las tres comunidades 'históricas' y no por la ordinaria del 143. Estos son los datos de aquél 28 de Febrero de 1980, un día para el orgullo del pueblo andaluz: 55.42% para el Sí, 3.41% para el No de la extrema derecha; 4.48% para el voto en blanco y un 36.17 por ciento para la abstención defendida por UCD y AP.
Tenía un amigo en el colegio 'Jaime Balmes', un chico negro de Guinea Ecuatorial, que era un bromista contumaz. Se llamaba Maximiliano, y un día, en el recreo, nos decía que quería estudiar Filosofía y Letras, lo cual, por cierto, no le pegaba nada. Entonces uno de los compañeros de sexto de bachillerato, puede que recordando algo parecido, un chiste o lo que sea, le dijo: "¿en qué rama? Y él muy serio contestó rápido de reflejos: "de rama nada, yo en banco como los blancos"....y explotó en una sonora carcajada.
Hoy, con la inquietante y alocada propuesta de Pedro Sánchez, que le hace el juego a la parte antisistema de 'Podemos' y a alguna de sus mareas y marejadas, he recordado esta anécdota. Además, un tigre no se conforma solo con un solomillo.
Efecto secundario: el PSOE está más cerca de estallar.