Hay quien parece haber caído ahora en la cuenta de que en toda España hay problemas, conflictos, agravios, deficiencias, reivindicaciones y además, ¡Oh, sorpresa!, sentimientos. Sí, resulta que también hay sentimientos del Ebro para abajo... y para arriba, que me dejo fuera a Huesca, donde este fin de semana ha habido protesta para pedir que vuelvan las obras de arte de sus iglesias que se exhiben en museos catalanes.
Así que, llegados a la conclusión de que todos estamos hechos de la misma pasta, quizás sería mejor que cada cual se guarde sus sentimientos para compartir con sus seres queridos, familiares o sociales, y le pidamos a la política racionalidad, equidad y sinceridad.
Lo escribía ayer en El País Soledad Gallego Díaz: "Nos ahogamos en mitad de frases hechas, obviedades, datos falsos y argumentos irreflexivos porque estamos rodeados de una increíble falta de sinceridad". Y pedía prestar atención a lo cercano: los salarios, la desigualdad, la vida concreta de las personas.
Una campaña electoral no es, por desgracia, el mejor escenario para grandes actuaciones sinceras. Y sin embargo, todo lo que ha pasado en Cataluña antes, y sobre todo ahora, lo hemos visto y transmitido en directo en la radio y en la tele. Sus consecuencias, también. Es la situación ideal para no tragarse las frases hechas, las obviedades, los datos falsos y los argumentos irreflexivos.
Hoy la SER les cuenta que la investigación de la Guardia Civil atribuye a Marta Rovira, la número 2 de Esquerra Republicana, un papel protagonista en la gestación y la declaración de la independencia, y que el juez estudia su imputación. Y todo esto en la última semana antes de que comience la campaña y con el calendario apretando para saber si habrá campaña con todos los candidatos en libertad -aunque sea condicional- o no.
Es lo último en el ámbito judicial, porque en el político, Puigdemont, a quien las encuestas atribuyen de momento un discreto resultado en las próximas elecciones, sería el tercero o el cuarto, acapara protagonismo a base de declaraciones explosivas: la última, un referéndum para que los catalanes se pronuncien sobre si quieren seguir en la Unión Europea.
El giro euroescéptico del expresidente de la Generalitat se produce cuando Europa no le ha dado la razón. Porque hace sólo diez meses decía: "Quiero enfatizar que la propuesta del referéndum catalán es de inspiración firmemente europeísta. Los primeros pasos de la república catalán se tomarán de acuerdo con las reglas europeas".