Jeremy Rifkin: "En 35 años el capitalismo ya no será el modelo dominante"
Iba a ser un encuentro con la prensa, pero se convirtió en una charla magistral. Durante una hora y cuarenta minutos, más de media docena de periodistas escucharon casi sin chistar al economista, profesor, conferenciante y gurú de la nueva economía, Jeremy Rifkin, que venía a hablar de su último libro, La sociedad de coste marginal cero (Paidós). Y como en toda buena lección, Rifkin se la traía bien preparada.
“Estamos en un proceso de cambio en el modelo económico por el propio desarrollo del capitalismo. Dentro de 35 años, las cosas serán completamente diferentes. Es muy posible que el capitalismo ya no sea el modelo hegemónico y que tenga que cohabitar con otro sistema. El capitalismo convivirá con la economía colaborativa”, afirmó Rifkin.
Cuando Rifkin habla de economía colaborativa, habla de BlaBlaCar, la plataforma online que pone a los propietarios de un coche en contacto con viajeros para realizar juntos un trayecto de larga distancia y compartir gastos -y que ya alcanza diez millones de usuarios en Europa-. O las cooperativas de energía renovable que, según Rifkin, en Alemania producen casi el 27% de energía eléctrica y controlan casi todo el mercado de energía verde, donde las grandes eléctricas como EON sólo generan un 7% del total. O de empresas o servicios como Couchsurfing y BeWelcome, redes de alojamiento en la que uno se apunta con la condición de recibir también viajeros en sus casas. Todo cada vez a menores precios. A veces, a ninguno.
No siempre estuvimos tan obsesionados con la propiedad o el individualismo, como ha ocurrido desde la Ilustración y los orígenes del capitalismo. En su libro, Rifkin pone como ejemplo de colectivismo una época con tan mala fama como la Edad Media: “La agricultura feudal presentaba una estructura comunal. Los campesinos unían sus parcelas en pastos y campos comunes que cultivaban entre todos. El procomún se convirtió en el primer ejercicio de toma de decisiones democrática de Europa”.
¿Pero cómo es que se dan ahora las condiciones para ese procomún colaborativo versión siglo XXI?
“Las cosas cada vez cuestan menos. Todo producto tiene unos costes fijos, los que corresponden a la inversión inicial en infraestructura y equipos necesarios para producirlos. Y unos costes marginales, que son costes añadidos de transporte, intermediarios, etc, que dan márgenes de beneficio al producto. Pero estamos ante una revolución económica, un cambio de paradigma. Con Internet, las energías renovables, el coche eléctrico o la impresora 3D, los costes marginales están a punto de llegar a cero y los grandes instrumentos tecnológicos van a costar muy poco dinero.
En la sociedad que dibuja Rifkin, los niños de dentro de diez años utilizarán impresoras 3D y se convertirán en “prosumidores”, gente que produce y consume sus propias cosas, poniendo en peligro las viejas industrias manufactureras. “En Chicago se acaba de imprimir el primer coche. Se llama Strati y sólo el chasis se ha hecho de manera convencional”, dice Rifkin con pinta de estar entusiasmado. Las casas estarán conectadas a redes y sensores inteligentes que darán todo tipo de información sobre consumo, temperatura, etc. Según Rifkin, se calcula que habrá 100.000 millones de sensores en 2020. Muchos de ellos estarán conectados a autopistas inteligentes, donde habrá que recargar los coches eléctricos. O a redes de información pública donde se dará cuenta de los gastos presupuestarios y las cuentas de nuestras instituciones. Será una era de gran transparencia dominada por lo que Rifkin llama el "Internet de las cosas". Y todo se alimentará con energía verde. “El watio solar costaba entre 65-70 dólares en los años 70. Ahora cuesta 60 céntimos. El sol, el viento y la energía geotérmica no pasan factura”.
Paneles solares en Baviera, Alemania
Hay también un cambio de mentalidad, sobre todo en los jóvenes. Se han acostumbrado a compartir. No buscan tener un coche, sino poder moverse de un sitio a otro. Les gusta viajar, pero no necesitan grandes hoteles, sino sitios baratos donde quedarse. Escuchan música, pero no necesitan ninguna estantería llena de discos. Vale con Youtube o Spotify.
También se mencionó a los malos, a los que pueden poner obstáculos en el camino: las grandes corporaciones. ¿Qué hay de Facebook o de Google, que tienen paquetes de información sobre todos nosotros y sacan dinero con ellos? ¿Y las grandes eléctricas? ¿Dejarán que pequeñas cooperativas les coman el pastel de las renovables? “Igual que en el siglo XIX los obreros se movilizaron contra los grandes capitalistas que los depauperaron, estoy seguro de que miles de millones de personas no se van a dejar doblegar por las grandes corporaciones".
Por último, Rifkin dejó unas cuantas perlas para consumo nacional: “España iba por el buen camino con su inversión en energía solar, pero el Gobierno cambió completamente su política: es una pena”. Luego habló directamente sobre el presidente del Gobierno: “Rajoy dice que yo soy un teatrero que vive en la fantasía. Pues entonces, Alemania también es una teatrera, que va justo en la dirección que yo propongo y cuya canciller me llamó justo después de formar el último Gobierno. O el vicepresidente de Google, que afirma que en pocas décadas sólo habrá energías renovables. O el New York Times, cuyo periodista, Justin Gillis, publicaba el otro día en portada un artículo hablando de las cuestiones que planteo en mi libro”.
Pero dijo algo más inquietante, al mismo tiempo que esperanzador: “Si el Gobierno español quisiera, mañana mismo se empezarían a crear puestos de trabajo. Hace falta rehabilitar los edificios para que creen energía verde, para que sean eficientes energéticamente. Hay que cambiar los cableados, tienen que renovarse las autopistas y prepararlas para el coche eléctrico, habrá que poner millones de sensores, zonas donde cargar los coches, etc. Para hacer la transición a la nueva economía se necesitarán 40 años, eso son dos generaciones. Es mentira decir que no hay dinero, hay inversores privados, hay fondos de la UE, inversiones que puede realizar el Gobierno en lugar de seguir subvencionando las energía fósiles. Si Nord Pas de Calais, que es una región pobre del norte de Francia puede hacerlo, España también puede. Allí hay grandes empresas como Schneider o Renault, que están trabajando con pequeños empresarios de la zona”. Pero claro, para todo eso hace falta un contexto: “Tiene que haber capacidad de liderazgo en política. Y una sociedad civil que esté muy activa”.
Ya en ese momento álgido de la conversación había llegado a la suite un sándwich de dos pisos con abundante lechuga de roble acompañado de un vaso de leche. “Bueno, y ahora me perdonaréis, pero no tengo más tiempo. Escribid vuestras historias, pero os dejo mi tarjeta, por si me queréis contactar conmigo en un par de semanas”. Y como si estuvieran conectados por sensores, ese sándwich debió abrir el apetito a la mitad de la sala y los periodistas se marcharon con disciplina. A chistar a otra parte.
*La foto de este artículo ha sido cedida por la Fundación Rafael del Pino, donde Jeremy Rifkin dio una conferencia el pasado lunes 15 de septiembre.