Germán Aranda: "Poner a toda la población bajo la presunción de culpabilidad merece un debate"
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Germán Aranda: "Poner a toda la población bajo la presunción de culpabilidad merece un debate"

DANIEL BASTEIRO

Germán Aranda firmó una de las exclusivas periodísticas del año. "La NSA espió 60 millones de llamadas en España en sólo un mes", la tituló el diario El Mundo, con el que colabora. El artículo fue escrito junto al periodista Glenn Greenwald, principal confidente del exanalista de la CIA Edward Snowden que publica desde junio revelaciones sobre el espionaje llevado a cabo por la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA).

El artículo de Greenwald y Aranda provocó un vendaval político en España. El embajador de EEUU, James Costos, fue convocado por el Gobierno. La Fiscalía abrió una investigación. La oposición reclamó responsabilidades. Un guión parecido se reprodujo en otros países europeos y extranjeros, en algún caso aderezados con seguimiento de llamadas a presidentes como la brasileña Dilma Rousseff o la alemana Angela Merkel.

Aranda (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, 1985) tiene documentos de Snowden en un viejo ordenador con el que trabaja en una favela en Río de Janeiro, donde vive y donde entró en contacto con Greenwald. Los enseña a periodistas y curiosos en Bruselas durante un seminario del Parlamento Europeo donde dio una charla. La Eurocámara investiga, pese a sus pocas competencias, la violación de derechos de los europeos. Aranda la cree más que probada.

-¿Cuál es el alcance de las revelaciones que publicó?

Muestran que EEUU tiene un acceso masivo a los datos; en el caso de los teléfonos quiere decir el origen (tanto el número como el lugar), el destino, la duración… Por otra parte, prueban que países miembros de la Unión Europea y de otras partes del mundo han colaborado de una forma intensa y eficaz con EEUU.

-Los países europeos no sólo son víctimas sino también responsables.

No significa siempre que ellos se los hubieran entregado o que fueran conscientes de un espionaje tan masivo, pero sí que el intercambio de información ha sido útil para que eso sucediera. Los documentos también explican cómo funciona el programa Boundless informant, que convierte esos datos en gráficos. Ahí se especifica que era información obtenida de esos países, no a través de ellos, algo que contradice las explicaciones de Keith Alexander (el general de EEUU que dirige la NSA) de que sólo trataban datos suministrados por otros países.

-EEUU argumenta razones de seguridad nacional, tanto la suya como la de sus aliados, algo con lo que usted no está de acuerdo.

Claro. Esa versión está cuestionada por el espionaje político a Angela Merkel, Dilma Rousseff (presienta de Brasil), Andrés Peña Nieto (presidente de Mexico); o por el económico a Petrobras, la empresa petrolera brasileña. Es difícil pensar que eso afecte a la seguridad nacional. En el caso de Petrobras, siendo suspicaz se puede sospechar el interés en la explotación de presal, el petróleo en alta mar y a grandes profundidades en el que la empresa es líder tecnológico.

-Por no hablar del denunciado espionaje a millones de personas que difícilmente pueden ser sospechosas.

Poner a toda la población bajo la presunción de culpabilidad por la seguridad merece por lo menos un debate. El mejor ejemplo del tipo de actividades de EEUU es Guantánamo. En el momento en el que un país cree que puede encarcelar a alguien sin cargos demuestra que su concepción de libertad e igualdad es relativa. Bajo el pretexto del terrorismo podemos entrar en tu vida privada o incluso llevarte a Guantánamo. Ese parece ser el mensaje.

-¿Está satisfecho con las medidas tomadas como consecuencia de las revelaciones en España?

Lo que hay que valorar más positiva es que la Fiscalía decidiese abrir una investigación porque en España sí tenemos leyes de protección de datos que han sido violadas. Las explicaciones del CNI son las mismas que las de la NSA y se amparaban en la misma mentira, argumentando que la información recabada tenía que ver con países en conflicto. La cooperación que sabemos que existe con la NSA quita legitimidad a las reacciones verbales que pueda hacer el Gobierno. La reacción del Gobierno español y otros europeos fue hipócrita, porque o bien habían colaborado o bien llevan a cabo actividades parecidas ellos mismos.

-Greenwald lleva meses publicando revelaciones en todo el mundo. ¿Ha logrado la concienciación que pretende?

En el momento en el que se genera el debate, los países se rozan y se molestan unos con otros, significa que realmente ha habido una alarma. No llega a la concienciación de la crisis o la corrupción, pero una cosa con otra tiene que ver porque refleja cómo los Estados están más pendientes de su propia supervivencia que de su deber con los ciudadanos.

-¿Cambiará la manera de espiar a raíz de este escándalo?

Difícilmente el espionaje va a cambiar de forma radical. EEUU no expresa una real preocupación sino que más bien justifica el espionaje como habitual y se escuda en la seguridad sin aclarar ningún detalle. EEUU parece dispuesto a rectificar pequeños puntos para calmar la presión internacional, pero es demasiado poderoso como para que se le impongan sanciones. Las relaciones bilaterales con cualquier país son demasiado importantes.

-No es muy optimista.

Sí puede haber consecuencias, como que los ciudadanos tengan más cuidado con su privacidad. También puede ocurrir que exista más legislación sobre protección de datos y que se regule más qué pasa con ellos en internet. Una última consecuencia puede ser que otros países más allá de EEUU creen tecnologías propias. Google, las redes sociales y correo electrónico, la nube… todo depende de EEUU. Que todo se haga en una plataforma norteamericana facilite el espionaje.