En la sanidad pública no todos son iguales
“Los españoles tienen que esperar 24 días más respecto a hace un año para someterse a una intervención quirúrgica no urgente en el Sistema Nacional de Salud (SNS)”.
De esta forma tan rotunda arrancaba la noticia publicada por este medio sobre el aumento del tiempo de espera en la sanidad pública.
Esa frase contenía un error: no todos los españoles tienen que esperar cien días para una intervención urgente. Los hay que, incluso, disfrutan del privilegio de decidir el día, la hora y el centro al que acudir.
“Estamos acostumbrados a que vengan infinidad de políticos de todos los partidos, personalidades de las finanzas, cantantes, todo tipo de famosos…”, reconoce una fuente del madrileño Hospital de la Paz que prefiere no dar su nombre.
Siempre que una de estas personas del grupo de los 'elegidos' acude al centro —en el que actualmente se encuentra ingresada, por ejemplo, la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes—, el comportamiento dista mucho del habitual, "bien porque hay que tomar medidas adicionales de seguridad, bien porque el trato es distinto", señala.
Muchas de las medidas que se adoptan son lógicas, como la seguridad (“no vas a poner al presidente del Gobierno en una sala de espera con 30 pacientes alrededor”, puntualiza), pero hay otra “parafernalia” que se sale de lo normal. Por ejemplo “ascensores que se bloquean durante horas”.
Estas personas no conoce colas ni listas de espera. Menos aún el término “pedir cita”. “No, jamás piden cita, es que ni se plantea”, confirma la fuente del Hospital de la Paz. “Son ellos los que determinan el día, la hora, todo”.
RAJOY Y SU CHEQUEO
Una de los políticos que se pasó “hace tiempo” por La Paz para hacerse un chequeo médico fue Mariano Rajoy. Ya era presidente del Gobierno y la movilización de varios de los trabajadores del centro llegó al punto de ser citados antes del amanecer.
Esta misma fuente no puede reprimir su enfado: “Es un contrasentido que pase esto cuando llevan mucho tiempo dando mucha cera y desmantelando la sanidad pública. Y sin embargo, cada vez que surge algo importante a uno de ellos a uno de su familia acuden a la sanidad pública”.
Los motivos que llevan a optar por lo público —en Madrid fundamentalmente La Paz y el Gregorio Marañón— son, además de por sus mejores prestaciones, por el hecho de que estos privilegiados conocen “a alguien del hospital, a un gerente o a un médico determinado”.
En el caso de Cristina Cifuentes, por ejemplo, se le trasladó a La Paz “porque es uno de los pocos hospitales de Madrid que cuentan con todo tipo de especialidades de urgencia. No te puedes ir al hospital de La Zarzuela o al Ruber porque a las cuatro de la mañana no tienes un especialista. Puedes tener una UVI, pero no al cirujano torácico a pie de cama o, como en el caso de Cifuentes, a un radiólogo vascular intervencionista”, relata.
Siempre queda aferrarse a que no hay mal que por bien no venga y que los defensores de lo privado que utilizan los servicios públicos cambien de actitud. “Yo tengo mis dudas que tomen conciencia. Tan mal como estamos ahora no lo hemos visto nunca, y lo malo es que no le ves el final”, lamenta.