Las organizaciones de intersexuales rechazan el 'tercer género' que propone Alemania
Esta semana Alemania ha anunciado que desde el 1 de noviembre no será necesario especificar el sexo de los bebés recién nacidos en sus documentos de identidad. Podrá marcarse 'hombre', 'mujer' y también dejarse en blanco.
Esta medida trata de dar luz a una realidad que vive una de cada 2.000 personas según la Asociación Intersexual de Norteamérica (ISNA): la intersexualidad. Este término, que fue adoptado por los científicos a principios del siglo XX, se utiliza para describir a las personas cuyas variaciones genéticas les confieren atributos masculinos y femeninos (en distintos niveles).
Hasta ahora en Alemania, como sucede en España, cuando se detecta en el nacimiento que el bebé es intersexual, los médicos realizan una serie de análisis y estudios para determinar cuál de los dos sexos está más latente en el pequeño y se realizan las operaciones o los tratamientos pertinentes, siempre con el consentimiento paterno.
Esto ayuda a los progenitores a decidir qué sexo figurará en el registro civil cuando van a inscribir a su hijo, algo que debe hacerse entre las 24 horas y los 8 días siguientes al nacimiento. En caso de fuerza mayor, la legislación permite inscribirlo hasta 30 días después del parto.
La novedad en Alemania es que no sólo no será necesario elegir 'masculino' o 'femenino' en los documentos, sino que podrán dejarlo en blanco y que sea el niño, cuando llegue a la edad adulta, el que decida su género. Incluso, puede no hacerlo nunca.
LA INTERSEXUALIDAD NO ES UN TERCER GÉNERO
"La mayoría de los intersexuales se sienten hombres o mujeres, luego hay gente que no se siente identificada en ninguna de estas clasificaciones, pero no son necesariamente intersexuales", explica presidente de la Asociación LGBTI Algarabía, José Cabrera, a El Huffington Post, quien considera que la intersexualidad en sí misma no es un tercer género.
La nueva propuesta puede parecer un gran avance en materia de igualdad, sin embargo desde la Organización Internacional Intersexual (OII) consideran que en gran medida supondrá un estigma sobre los niños, ya que no existe una educación sexual integral sobre la intesexualidad, y sobre todo, porque es una medida preparatoria para la asignación de sexo por parte del equipo profesional en un momento en el que ya se sabe que "el sexo de la persona no reside en la interpretación que se hacen de sus cuerpos".
"Lo ideal sería que nadie tuviera que poner el sexo en el registro", defiende Cabrera, para evitar la exclusión social.
Desde el colectivo también proponen evitar los tratamientos de asignación de género en recién nacidos intersexuales "porque están decidiendo cuál es mi sexo basándose en criterios médicos", exceptuando los casos en los que haya que realizar alguna cirugía por una cuestión de salud del pequeño.
SI SIRVE PARA DAR VISIBILIDAD, SÍ
Por su parte, el psicólogo (nacido con intersexualidad) Gabriel J. Martín, cree que este tipo de cambios en la ley no terminan siendo útiles si no hay, además, una "pedagogía social al respecto". Pero, ya que la intersexualidad es un síndrome prácticamente desconocido para la mayoría, "si sirve para darle visibilidad, es muy útil [la nueva medida]", añade.
Además, "la identidad sexual no tiene nada que ver con los genitales", aclara el psicólogo. Él nació con una intersexualidad y los médicos creyeron que era una niña, por lo que le educaron como tal, aunque nunca se sintió así.
En su caso, las respuestas llegaron en la adolescencia, cuando se desarrolló como un varón: le salió barba, vello corporal, le creció el pene...
"SIENTO QUE PERTENEZCO A UN TERCER GÉNERO"
Algo similar vivió Melibea, quien prefiere no decir su nombre real. Ella fue educada como un niño, pero sentía su lado femenino. "Yo me identificaba como transexual", explica. Sin embargo, fue a los 26, cuando se decidió a hacerse pruebas y le dijeron la verdad: que siempre ha sido mujer y hombre biológicamente hablando. "Lo pasé muy mal porque sentía que todo lo que había vivido era una mentira", cuenta.
A pesar de todo, Melibea no coincide con Cabrera completamente. Considera que la medida alemana puede estigmatizar a los pequeños, sobre todo en la infancia, pero pone en duda la negación de que la intersexualidad sea el origen de un género distinto.
Ella ha tomado la determinación de vivir como mujer y seguir el tratamiento específico hormonal que la ayude, sin embargo asegura que nunca podrá obviar su lado masculino. "Soy 70% mujer, 30% hombre, y estoy muy orgullosa de ello (...) siento que pertenezco a un tercer género".