Muertas y dispuestas: así nos muestran los medios
La gran paradoja está en que los mismos medios que denuncian el maltrato hacia estas mujeres publican en las páginas siguientes anuncios de prostitución, editoriales de moda con niñas sexualizadas y campañas publicitarias que tratan a las mujeres como objetos.
Ingres, Tiziano, Goya y muchos otros artistas retrataron a las mujeres como cuerpos desparramados, sumisos, disponibles y blandos. A golpe de lienzo sentaron las bases visuales de lo femenino originando un patrón que se ha ido repitiendo en nuestra cultura a lo largo de los años. En las campañas de moda, publicidad, cine y televisión seguimos viendo los mismas figuras femeninas débiles y desmoronadas que no sólo no ofrecen resistencia sino que además lanzan una invitación: boca entreabierta, mirada perdida y piernas separadas parecen decir "haz conmigo lo que quieras, estoy a tu disposición".
Los códigos visuales que representan a las mujeres son los mismos de hace 400 años pero con una diferencia: el incremento de la violencia. Los artículos más lujosos se publicitan a través de escenas cada vez más sórdidas de violaciones, abusos, menores, muerte... La necesidad de llamar la atención entre tantas imágenes parece no tener límite y mucho menos ética: el beneficio económico y la libertad de "expresión" amparan y exculpan a cualquier anuncio, película o telenovela por degradante que sea. La consecuencia directa de ver constantemente estas escenas es que nos vuelven insensibles a la violencia.
En los últimos meses se han convocado manifestaciones en todo el mundo por los abusos y asesinatos a mujeres. Lucía Pérez en Argentina, Tiziana Cantone en Italia, violaciones múltiples en España... Los medios de comunicación denuncian estos hechos con grandes titulares e incluso portadas, apuntando con fotos y nombres a los autores de los hechos. La gran paradoja está en que los mismos medios que denuncian el maltrato hacia estas mujeres publican en las páginas siguientes anuncios de prostitución, editoriales de moda con niñas sexualizadas y campañas publicitarias que tratan a las mujeres como objetos. Es importante analizar la responsabilidad que también tienen en todo esto. Por un lado acusan y por otro contribuyen mostrando constantemente imágenes de mujeres débiles y de hombres violentos. De nada sirve escribir textos lamentando los abusos mientras insertan en la misma página fotografías de modelos con expresión de muerta y escote pronunciado anunciando bolsos.
La violencia hacia las mujeres se ha convertido en una forma más de 'entertainment'. Desde el tratamiento que se da a este tipo de noticias (basado únicamente en detalles sensacionalistas y eliminando por completo la figura del maltratador) hasta los contenidos de los programas de televisión que hacen audiencia a costa de tirar a mujeres desde un cuarto piso o enterrar a las invitadas vivas (hablamos de un programa español en horario de máxima audiencia). Las letras de las canciones, los videojuegos, la pornografía... la violencia hacia las mujeres en forma de imagen está por todas partes.
Una sociedad que promueve el sufrimiento de las personas como "ocio" es una sociedad enferma. Tanto hombres como mujeres debemos hacernos cargo de los contenidos que consumimos, pero también los medios han de asumir su responsabilidad y su posicionamiento. Quienes generan imágenes tienen en las manos el poder de crear referentes. Hasta que no transformemos la forma en la que representamos lo femenino y lo masculino en nuestra sociedad, las medidas contra la violencia de género, las denuncias o los cambios en las leyes no serán efectivos. Es inútil castigar la violencia de género si continuamos alimentándola.
Es urgente que en las universidades de comunicación audiovisual, escuelas de fotografía y publicidad se incida en la importancia del mensaje y no sólo de la forma. La implicación social de las imágenes es nuestra asignatura pendiente. Las imágenes son hoy nuestra principal vía de comunicación, hagamos un uso responsable y comprometido al producirlas, consumirlas y difundirlas. Los medios desempeñan un papel crucial en la lucha contra la violencia de género.