36 cosas que sé después de 36 años de matrimonio
El concepto felicidad conyugal debería ser eliminado del vocabulario de todas las parejas. El matrimonio es fabuloso en muchos sentidos, pero esperar esa dicha hace que los momentos malos -que son inevitables- parezcan un problema, cuando en realidad son parte del trato.
Esta semana, mi marido y yo celebraremos nuestro 36º aniversario.
Algunos años nos hemos arreglado y hemos salido a cenar. Otros, simplemente lo hemos celebrado con un beso.
Una vez los dos estábamos enfermos con gripe y tengo el recuerdo vago de haber brindado con los vasos de zumo de naranja y después haber dormido todo el día.
También hubo un año en el que estábamos tan metidos en una discusión que dejamos pasar el día sin pronunciar palabra.
Así es el matrimonio: más rico, más pobre, buenos y malos momentos. Cada año con sus sorpresas y retos, sus duras lecciones, sus momentos de dulzura.
Para honrar nuestros muchos años juntos, aquí van 36 de las lecciones más valiosas que he aprendido:
1. Si crees que el matrimonio habría sido mucho más fácil con otra persona, probablemente estés equivocado.
2. La mayoría de los problemas maritales se pueden arreglar. Incluso los más duros.
3. La palabra D (divorcio) es un arma peligrosa. Sugiero sustituirla por la palabra frustración. No le romperás el corazón a nadie si dices: "¡Estoy tan FRUSTRADO que podría chillar!".
4. El concepto felicidad conyugal debería ser eliminado del vocabulario de todas las parejas. El matrimonio es fabuloso en muchos sentidos, pero esperar esa dicha hace que los momentos malos -que son inevitables- parezcan un problema, cuando en realidad son parte del trato.
5. Eso de que tu pareja no cambiará es falso. Mi marido y yo nos conocimos con veintipocos años. Si hubiéramos permanecido como éramos entonces, seguiríamos siendo dos chiquillos ingenuos y cabezotas que insistían en hacer las cosas a su manera y creían que el matrimonio no era algo tan complejo.
6. El matrimonio no va bien por sí solo.
7. Siempre es difícil convivir con una persona. Esforzarte por cambiar al menos una de tus conductas problemáticas marcará una gran diferencia en la calidad de tu matrimonio. Y además: tu pareja lo agradecerá enormemente.
8. Las personas infelizmente casadas a veces piensan que el matrimonio es el problema, que el matrimonio es antinatural, está pasado de moda o es imposible que funcione. No existe una tercera entidad llamada matrimonio. Todo lo que pasa entre vosotros es de vuestra cosecha. Cada cual interpretando su papel. ¿Por qué no crear algo que merezca la pena?
9. El matrimonio es una propuesta de "aprender del trabajo". Nadie se lanza sabiendo todo lo que se necesita para el éxito. Cuando la rutina se complica a menudo es señal de que se necesitan habilidades nuevas, no una pareja nueva.
10. Las discusiones en el matrimonio no sólo son inevitables, sino que son necesarias. Nadie puede construir una relación fuerte y sana sin hacer frente y resolver las cuestiones complejas.
11. Ni siquiera el mejor matrimonio puede borrar las dificultades a las que nos enfrentamos cuando crecemos. Todos sufrimos algo de pequeños. Pensar que tu esposo o esposa puede hacerte sentir seguro cuando por dentro estás confuso es mucho pedir. Cuanto antes te ocupes de tus asuntos, más sano y satisfactorio será tu matrimonio.
12. El amor crece tanto de los retos que se superan juntos como de las alegrías compartidas.
13. El matrimonio es una larga negociación sobre cómo dos personas van a manejar las cosas. Dinero. Intimidad. Crianza. Tareas rutinarias. Se puede discutir o colaborar. La colaboración es mucho más gratificante.
14. Hasta los más cabezotas pueden aprender a ceder. Os lo digo por experiencia.
15. Tú no eres responsable de la mayor parte de las frustraciones y decepciones de tu pareja (pero de algunas sí). Cuanto antes descubras cuál es cuál, mejor os irá.
16. En los malos momentos, el compromiso puede ser vuestra salvación. Acordarse del "hasta que la muerte os separe" puede ser la única razón que os dé fuerza para arreglar lo que no va bien. Además, es una razón de peso.
17. El matrimonio puede hacerte mejor o peor persona. Tú decides.
18. Las quejas y las críticas no son lo mismo que las peticiones de cambio.
19. El desánimo es una de las mayores amenazas al matrimonio. He visto que muchas parejas lo han dejado a pesar de que su matrimonio se podría haber salvado con la orientación y el ánimo adecuados para seguir adelante y arreglar las cosas.
20. Si piensas que un matrimonio tiene el 50% de posibilidades de acabar en divorcio da la impresión de que es como tirar una moneda. Y no lo es. Hay algunas actitudes que casi garantizan el fracaso. Todos sabemos las que son. Mejor no tentar a la suerte.
21. Ser amable ayuda.
22. Dar las gracias, también.
23. Cuanto más feliz esté con mi propia vida, menos irritada estaré con los comportamientos irritantes de mi marido (y viceversa).
24. Un buen matrimonio tendrá su parte de conflicto, frustración, aburrimiento, discusiones sin respuesta, portazos y noches en las que uno de los dos duerme en el sofá. La clave es tener las suficientes cosas buenas como para equilibrar lo anterior.
25. No siempre es fácil mantener el corazón abierto.
26. El amor importa. Aunque no lo cure todo, ni siquiera (especialmente) en los malos momentos, el amor es una piedra de toque, algo que nos recuerda por qué os unisteis.
27. El matrimonio no es un antídoto para la soledad. Aunque el matrimonio da compañía, la cercanía y la conexión no son una constante. A veces estamos sincronizados. A veces no. Es importante ser capaz de encontrar tranquilidad y comodidad por uno mismo cuando se necesite.
28. Es fácil caer en la rutina cuando estás con la misma persona año tras año. Sexo. Vacaciones. Cenas. Noches de sábado... Cambia ciertas cosas. Añádele picante.
29. En la mayoría de los matrimonios que funcionan hay uno que hace el papel de guardián: la persona que saca a relucir los temas complicados. La persona que mantiene la esperanza en los malos momentos. La persona que actúa como una influencia constante cuando uno o ambos empiezan a alterarse. En un mundo ideal, el papel lo tendrían que hacer los dos. En el mundo real, sólo pertenece a una persona.
30. Una de las mejores cosas que se puede hacer en una discusión es dejar de discutir. Tómate un descanso. Piénsalo en frío. Vuelve sobre ello más tarde. En caliente se solucionan fatal los problemas.
31. Algunos conflictos no los puede resolver el compromiso. (No se puede tener medio hijo o comprar media casa de verano). Cuando no existe la tercera vía, la solución pasa a ser una cuestión de generosidad, en la que una persona dice sí a su segunda opción y el otro lo toma como un regalo.
32. Las luchas nunca giran en torno al contenido. Dónde se deja el jabón de los platos, qué carretera es mejor coger, si no contestar a un mensaje es terriblemente maleducado o no... No merece la pena discutir por ninguno de estos temas. Nuestros disgustos tienen que ver con el sentido más amplio que demos a un mensaje sin contestar, a la resistencia que oponemos, a negarse a tomar en serio las cosas que pedimos. Hay que empezar a llamar por su nombre a lo que nos molesta.
33. Existe una gran diferencia entre estar felizmente casado y vivir felices para siempre. Nadie está feliz las 24 horas del día, siete días a la semana. Y, por suerte, tampoco es necesario estarlo.
34. Cuando piensas para ti mismo no debería decir esto, es muy probable que tengas razón.
35. Aprender a hacer las paces es esencial, ya que nunca nunca llegaréis a un punto en el que ninguno de los dos la cague.
36. Uno de los dos tiene que dar el primer paso. Pide perdón primero. Muéstrate vulnerable primero. Cede primero. Perdona primero. ¿Por qué no vas a ser tú esa persona?
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano