Reserva por error en un estrella Michelín de Bilbao, le cobran un pastón y sale del lío de forma magistral

Las políticas de cancelación de los restaurantes son más severas cuanto más caro sea comer allí. De este modo, los locales pueden recuperar algo de dinero en caso de que una reserva se caiga, sobre todo si se han comprado los alimentos necesarios para cubrir esos platos. 

Lo que no es habitual es lo que le ha ocurrido a Irene Llorca al ir a reservar en un local para comer con sus amigos de fuera de España de los que era anfitriona. Esta creativa copywriter de 32 años quiso reservar en el restaurante La Mina, una taberna ubicada en el madrileño barrio de Chamberí, en el Metro de Bilbao, y acabó guardando mesa en el restaurante de estrella Michelín La Mina de Bilbao. 

"Cuando era universitaria, pasé un año de intercambio en Taipéi (Taiwán). Allí formamos un grupo de amigos de distintas partes de Europa: franceses, holandeses, italianos, alemanes y españoles. A pesar de que ha pasado una década, seguimos en contacto y organizamos reencuentros de vez en cuando. Esta vez tocaba en Madrid, así que, como anfitriona, me encargué de planear el fin de semana para los siete que nos reunimos", ha empezado contando a El HuffPost. 

Quiso buscar un sitio "informal" y decidió optar por esta taberna de la que le habían hablado "muy bien": "Cuando llegamos al restaurante y pregunté por mi mesa me dijeron que no hacían reservas, entonces, ¿Dónde había reservado yo?". 

"No tardé en darme cuenta de que se trataba del restaurante La Mina de Bilbao, con una estrella Michelín y menús de más de 100 euros por persona", ha explicado vía correo electrónico. 

Rápidamente se puso en contacto con este local para revertir la situación y sí, le anularon la reserva pero se llevó un susto cuando vio un cargo de 480 euros en su tarjeta: "Casi me da algo". "Agradecidos por haber organizado el fin de semana, mis amigos se ofrecieron a ayudarme con el pago", ha señalado. 

Después intentó de nuevo hablar con el restaurante vasco, siempre entendiendo que les había causado un daño económico. Para revertir la situación no se quedó de brazos cruzados y decidió componer una canción contando lo ocurrido. 

La historia, menos mal, tuvo un final feliz gracias a su idea: "La canción les sorprendió, les gustó mucho y quisieron publicarla en redes como una forma de concienciar sobre el no-show. Les ayudé a hacer el post y, quedamos todos contentos". 

Espera, por último, que dentro de un años, el próximo reencuentro sea en Bilbao y puedan ir por fin a este restaurante. También es casi seguro que mirará dos veces antes de hacer una reserva en un restaurante.