Noches 'devolucionarias'
Una juventud determinada se convierte rápidamente en determinante, y es lo que los políticos y periodistas del antiguo mundo quieren impedir a toda costa. Al amanecer, la Policía evacua la esperanza; pero en las plazas, el pueblo se recompone de forma magnética, como chutado de democratina que circula por su sangre en ebullición, recobrando su orgullo.
Una juventud determinada se convierte rápidamente en determinante, y es lo que los políticos y periodistas del antiguo mundo parecen querer impedir a toda costa. Desde el amanecer, las fuerzas de seguridad evacuan la esperanza; pero a partir del aperitivo, el pueblo -convivial y multicolor- se recompone de forma magnética, como chutado de democratina que circula por la sangre en ebullición de ese gran cuerpo social en proceso de convalecencia y de orgullo recuperado.
En París y en otros lugares de Francia y Europa (Bruselas, Berlín o Valencia), ha tomado las plazas un crisol de voluntades, ha tomado cuerpo una alquimia de despertares -de los demás y de uno mismo- de una vez por todas. Quién sabe si en mayo llegará el crisol de ideas y la efervescencia filosofante. De momento, Nuit Debout [Noche en pie] marca el fin de la atomización de sufrimientos y vulgaridad, vampirizándolos, las viejas luchas tan bien organizadas pero tan estériles, a los dogmas de otra época, a los retos anteriores a la humanidad digital. Aunque levante un entusiasmo pavloviano procedente del principio de los tiempos, la huelga general que algunos alaban como la única posibilidad de globalizar las luchas resuena como algo falso, tan polvoriento que hace toser.
No hace falta bloquear todo para desbloquearlo todo: hay que desbloquear todo sin preámbulos, directamente, más allá de la inmovilidad material y logística, por medio de las ideas seminales y de las fuerzas (hasta ahora cloroformadas) de la imaginación. Sabotear con prioridad la superestructura de los mitos y de las palabras engañosas, y no la infraestructura de las cosas. El sueño general antes que la huelga general, la evolución (por la educación popular) antes que la revolución. Es lo que todavía falta a este movimiento: una elocuencia inédita que despierte nuestras sonámbulas vidas superficiales; sueños realizables cuando unos millares nos empeñamos, cada uno con su especialidad, su credo y su estilo. Tal improvisación orgánica, en constante reconfiguración, está al alcance de la mano, pues la inteligencia de Nuit Debout es conectora, y nos rozamos de verdad, en primavera.
El menor impulso del alma se multiplica por los comentarios y las pantallas; el menor pensamiento nutritivo se puede moler y alimentar a todos los internautas. Smartphones + amor ciudadano + odio al fraude fiscal = devolución. Este flujo se encuentra con nuestra vitalidad ideológica. Este deseo eficaz de los pueblos decididos a pensar y a trabajar por ellos, más allá de las manipulaciones mediáticas, de los chantajes a la precarización, de los expertos en catástrofes, de los doctores en revolución. El malestar y el hartazgo, drenados por avalanchas de humildes testimonios, de +1 y de comentarios que hacen diana, esperan que la poesía se mezcle con la política para transmutarse en demiurgo filosofante, como el plomo en oro, la grave resignación en neorresistencia que conjuga la crítica y la autocrítica, el coraje y la creación.
¿Dónde va Nuit Debout? "¡En las cabezas! Esto va hacia adelante...", responde Samuel, de 34 años, el domingo entre la multitud ardiente. Un movimiento de "empoderamiento" espontáneo e irrecuperable, que va a "expandirse como una estela de polvo" para "pasar de la monarquía" a la verdadera "democracia". Este jurista de formación, volcado en el psicoanálisis, desarrolla su análisis con dulzura y optimismo. "Hay una crisis de realización personal, y sólo por medio de la política se puede reabsorber. ¡Se perfila un mayo del 68 en el horizonte! Estoy impresionado por la madurez política de los jóvenes, mucho menos consumistas de lo que se suele decir. La izquierda está ahí, en la Plaza de la República, y eso es una buena noticia. El pueblo no es abstracto. ¡El siglo XXI empezará en mayo de 2016!".
Saïd, estudiante de Filosofía, procede de un barrio sensible y, aunque es un brillante orador, se niega a aparecen en cámara. "Que cada uno se recuerde su propia coherencia y no deje que una sociedad a la deriva le imponga sus acciones, sus códigos de conducta: eso es para mí lo que puede conllevar Nuit Debout".
Hay que seguir a Nuit Debout desde el interior para entender la aurora paradójica que trama sin siquiera fomentarla de forma lúcida: una insurrección vertical de conciencias sedientas de horizontalidad de los poderes y de horizontes nuevos, de participación y de visión.
A primera hora de la mañana, las fuerzas de seguridad ya no pueden más, ni los críticos de la política, ni los medios en busca de camorristas desbocados. Estas noches tienen que levantarse por todo el mundo para contener el auge del terror. Para que el ser humano, por fin, cuente. Y también la juventud, rebosante de ansias democráticas. Y la verdadera filosofía, enamorada de las plazas públicas y alérgica a los salones cerrados. La poeta Marion De Dominicis resume así la naturaleza del compromiso: "Escuchad a vuestro corazón y vuestra voz. Cuidadlos, por favor. Porque, si no, ¿qué sería de vosotros?" (Lu intégral, Sicania, 2015).
Este post fue publicado originalmente en la edición francesa del 'HuffPost' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano