La educación financiera: ¿moda, tabú?
La confianza es fundamental en las relaciones económicas, pero nunca una confianza ciega, sino informada y contrastada. Y es en esos entornos donde prima la confianza ciega donde pienso que debemos comenzar a fortalecer estos conocimientos en educación financiera, nos gusten o no, necesarios para desarrollar una vida de la que tengamos pleno control.
Imagen: ISTOCK
El próximo lunes 5 de octubre celebramos por primera vez en España el Día de la Educación Financiera, y espero que sea la primera de muchas ediciones a futuro.
Sé por experiencia propia que una celebración así cuenta con sus fans y sus detractores, como casi todo en esta vida. Yo personalmente me posiciono entre los defensores de que todos y todas debemos contar con las mejores herramientas para tomar decisiones informadas, tanto en este ámbito como en muchos otros que determinan y condicionan nuestro día a día y que tienen importantes consecuencias.
La educación financiera parece estar de moda, pero lamentablemente, el motivo fundamental es su ausencia de nuestras vidas hasta fechas muy recientes. De hecho, ha tenido que ser el tremendo batacazo provocado por la crisis y sus consecuencias lo que nos ha abierto los ojos, evidenciado que, en realidad, nos hemos caído por una inconsciente falta de preparación unida a un exceso de confianza mal entendida.
La confianza es fundamental en las relaciones económicas, pero nunca una confianza ciega, sino informada y contrastada. Y es en esos entornos donde prima la confianza ciega donde pienso que debemos comenzar a fortalecer estos conocimientos, nos gusten o no, necesarios para desarrollar una vida de la que tengamos pleno control.
Antes de olvidarme, respondo a los interrogantes del título: no, sí. Ilustro mis respuestas con ejemplos muy de andar por casa.
Hace tres o cuatro años me preguntaron sobre la edad más adecuada para comenzar a hablar a los pequeños sobre temas relacionados con el dinero. En ese momento, respondí que me parecía precipitado introducir conceptos TAN mercantilistas a párvulos, educandos de infantil y de primaria, pensando que ¡qué barbaridad, son muy pequeños para perder la inocencia!
Hoy pienso de manera diferente, quizá porque he tenido la fortuna de experimentar en primera persona con los propios. De esta experiencia personal, he extraído algunos aprendizajes que aprovecho para compartir:
- Hablar de dinero no ha de ser tabú. Como tampoco lo ha de ser hablar con los niños de política, de la pobreza, de la enfermedad y de todo lo que ocurre a nuestro alrededor que, nos guste o no, estamos en la obligación de entender, opinar e involucrarnos si queremos vivir en sociedad. A menudo luchamos por evitar una exposición temprana de nuestros niños a aspectos mundanos de nuestras vidas de adulto, pero no creo que la comprensión de las más básicas reglas de las finanzas deba ser eludido. El problema, no obstante, es cuando quien ha de explicar estas reglas básicas o no las tiene del todo claras, o confía en que quien las explique sean otros (o sea, el cole).
- ¿Qué está pasando en los coles? Pues, salvo loables intentos concentrados en la enseñanza secundaria (como el programa piloto de Educación Financiera en 3º de Enseñanza Secundaria Obligatoria enmarcado en el Plan Nacional de Educación Financiera), con mucho ingenio y esfuerzo, rascando minutos al currículo escolar y con el riesgo de que - ojo, tabú - haya opiniones encontradas en cuanto a qué y cómo enseñar y hablar del DINERO, la verdad es que muy poco. De modo que confiar exclusivamente en la educación reglada para cubrir ese espacio es aún hoy confiar un poco a ciegas en nuestro sistema educativo formal.
- Ciego es también el amor (dicen), el pasional y el filial. Y para quien esté henchido de amor, dos recomendaciones:
- Para con su pareja, fidelidad financiera y menos delegación (no más "es que las cuentas las lleva el otro/la otra", "me pide que firme y firmo, sin saber lo que firmo");
- Para tus descendientes, un testamento, y ser consciente de que todo se hereda: activos y pasivos.
Ponerlas en práctica da pereza (como leer la letra pequeña de los contratos), exige esfuerzo y, sobre todo -de nuevo el pudor- más de una conversación incómoda ("¿es que no confías en mí?", "solo piensas en el dinero"), pero ahorran muchas sorpresas desagradables e inoportunas en momentos muy complicados.
Debemos, en definitiva, arremangarnos y tomar control de nuestras finanzas personales y familiares.
Para concienciarnos de una vez y conocer qué opciones existen hoy en día para fortalecer nuestras capacidades de comprensión y destrezas financieras de andar por casa, me uno a la convocatoria de finanzasparatodos con la expectativa de que pronto, hablar en familia de dinero, finanzas, planificación, presupuestos, testamentos, seguros de vida, etc. sea un tema de conversación tan ilusionante y merecedor de atención y cariño como la elección y preparación de las próximas vacaciones de verano. ¡Estáis todos invitados!