Y vuelve Mr. Marshall
La poética delicada que destila la cinta de Luis García Berlanga ha saltado por los aires en el remedo burdo que la comitiva de Eurovegas ha protagonizado en Barcelona y Madrid.
La poética delicada que destila la cinta de Luis García Berlanga Bienvenido Mr. Marshall ha saltado por los aires en el remedo burdo que la comitiva de Eurovegas ha protagonizado estas últimas horas en Barcelona y Madrid.
Es cierto que no todo son diferencias.
Si en 1953 los vecinos de Villar del Río engalanaban su pobreza para hacer atractiva la inversión, seis décadas después la cosa ha cambiado poco: más sofisticada la necesidad, eso sí, pero necesidad monda y lironda.
Si entonces el alcalde padecía sordera, hoy el poder sufre el mismo oportuno mal; si aquel se hizo acompañar de las fuerzas vivas del lugar (el cura, el boticario, el hidalgo), hoy este se rodea de las mismas (incluya aquí el lector el Olimpo del empresariado siglado).
Si la vida de los vecinos se paralizó en torno a las pugnas por hacerse con los favores de Mr. Marshall, hoy...
Pero lo cierto es que habiendo tanto parecido entre aquel guión y este, la magia, la sutileza, la ironía, la poesía se quedó en Villar del Río.
Hoy, lo que fueron sueños y versiones más o menos afortunadas del cuento de la lechera ha pasado a ser el recuento gris de empleos de dudosa estabilidad y menor calidad. Y en esta afirmación no hay desprecio al esfuerzo, a todos los esfuerzos por conseguir crear empleo, sino simple constatación de la resignación. Resignación de quien se ve incapaz de buscar un futuro mejor, incapaz de hacerlo por sí mismo e incapaz de expresar convicción y confianza en aquellos a los que representa.
Desaparece también la poesía en la traza que asoman los artistas invitados. Hoy Mr. Marshall sí existe y, francamente, no deslumbra.
Y perdemos además la magia que rodeaba el silencio de aquel. Este ya nos ha dejado dicho que quiere cambios legislativos y financiación bancaria por valor del 66% de la inversión.
Si no, hoy como entonces la comitiva pasará de largo.
No sé cómo acabará este remedo, si la comitiva parará o no parará; no sé si el Gobierno permitirá fumar en el Saloon de Mr. Marshall o si el Banco tendrá para él el dinero que no tiene para PYMES y ciudadanos. Pero antes de terminar estaría bien que alguno de los actores asumiera el papel de Pepe Isbert, y escuchar alto y claro que "como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar".