Un lugar llamado Campanópolis
Piensas que es un espejismo o que alguien hace buenos retoques, que es imposible que exista un lugar tan recóndito y desconocido que, aunque se parezca, no es un set de alguna película de Tim Burton. Porque Campanópolis salió de la imaginación de un excéntrico millonario argentino.
Cuando lo googleas, piensas que es un espejismo, que alguien confunde fotografías o hace buenos retoques, que es imposible que exista este lugar tan recóndito y desconocido que, aunque se parezca, no es un set hollywoodense de alguna película de Tim Burton.
Porque Campanópolis parece una pequeña aldea medieval salida de un libro de cuentos, pero no lo es. Es un lugar que salió de la imaginación de un excéntrico millonario argentino de apellido Campana, y que se encuentra solamente a unos 30 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires.
Los detalles de su historia son tan fascinantes como infinitos. Pero en resumen, podemos hablar de Don Antonio Campana, un hombre pudiente que, al enterarse de que le quedaba poco tiempo de vida debido a una enfermedad terminal, decidió dedicarse a dar a luz a esta villa de ensueño.
Un hombre que se desprendió de sus bienes para volcar su mundo privado de fantasías, contratando a una centena de trabajadores para que le dieran forma a sus ideas.
Grandes construcciones unidas por calles de adoquines, escaleras que suben a la nada, viejos relojes de una estación de trenes en las plazas. Fuentes, lagos, puentes, museos y monumentos de épocas pasadas. Todo con un estilo único que no responde a ningún movimiento particular, mas que el de la imaginación de Don Antonio.
Este complejo de 200 hectáreas no fue un juego de corto plazo. Cuando el señor Campana se enteró de que tenía una enfermedad terminal, le dieron cinco años de vida. Pero su dedicación al proyecto, su emoción, y las ganas de dejar un legado, hicieron que la aldea fuese construida a lo largo de unos 20 años más.
En este tiempo él mismo se encargó de bocetar cada una de las construcciones en servilletas, sin ningún tipo de conocimiento técnico, para luego ordenar a los trabajadores en las construcciones. Años en los que él mismo concurrió a cientos de remates para adquirir piezas únicas de diferentes épocas históricas de la Argentina y reciclarlas en lugares que construyó en su imaginación. Sin duda, su trabajo le alargó la vida.
Cada uno de los recovecos de la Aldea cuenta una historia. Algunos, en base a los elementos que la componen, y otros de acuerdo a los pensamientos de Don Campana. En donde aparecen, desde homenajes a viejos maestros y buenos amigos, hasta calles dedicadas a celebridades como Los Beatles, a quienes apreciaba profundamente.
La magia que se siente al llegar a ese pedazo de tierra que parece sacado de una película superproducida, la podemos experimentar solamente con una visita. Hoy la aldea es administrada por la familia Campana y las visitas guiadas se pueden programar desde su sitio oficial.
Este post fue publicado inicialmente en el blog del autor.