Miele rompe a sus competidoras con la primera lavadora que logra eliminar la pieza que desgasta la ropa

El fabricante de electrodomésticos alemán Miele, uno de los más reconocidos a nivel mundial, ha asegurado haber eliminado el primer motivo de desgaste de los tejidos durante el lavado: las nervaduras del interior del tambor, necesarias para arrastrar la ropa y limpiarla. 

Así lo anunció la empresa, que añade que la nueva forma del tambor se ha instalado en el nuevo tope de gama, la serie W2 Nueva Edición, acompañado también del secador, el T2 Nova Edition, según ha informado el medio Digital Day. 

Se trata, según ha detallado este medio, de auténticos concentrados de tecnología que aprovechan la experiencia de Miele en el ámbito del lavado. Empezando por encenderlo: el botón de encendido/apagado obviamente está ahí, pero no es necesario usarlo. Cuando te acercas a la máquina, un sensor de proximidad detecta al usuario y enciende automáticamente el dispositivo.

Siempre en nombre de la máxima comodidad, especialmente si llegas a la lavadora con las manos ocupadas, está la apertura de la puerta servocontrolada: basta con tocar la parte superior y se desbloquea, sin ningún esfuerzo.

Pero el verdadero cambio llega con el rediseño del tambor, factor clave para el tratamiento de la ropa durante el lavado. En 2001 Miele inventó y lanzó el tambor con textura de panal, capaz de limpiar la ropa suavemente, pero no eliminó las nervaduras útiles para arrastrar y girar las prendas durante la rotación del tambor, según el mismo medio.

Ahora, con la presentacción de la la W2 Nueva Edición, es la primera lavadora del mundo que tiene un tambor completamente libre de nervaduras. De esta forma, las prendas se estresan mucho menos durante las operaciones de lavado y por tanto su desgaste disminuye considerablemente.

En el tambor se han creado unas protuberancias biseladas en forma de hexágono (recordando la textura del panal), no por casualidad llamadas células "reina", que arrastran la ropa de una forma mucho más delicada que las clásicas nervaduras, obteniendo el efecto detergente sin poner los tejidos a prueba.