El prometedor tren fotovoltaico que todo el mundo rechaza por la nacionalidad del dueño
La apuesta de Argentina por un tren alimentado con energía solar ha sido recibida con recelo por su alianza con China, que ha aportado los recursos clave del proyecto.
Argentina inauguró recientemente el Tren de la Quebrada, un tren fotovoltaico que representa una innovación sostenible sin precedentes en América Latina. Con baterías de litio de origen chino y recargado mediante energía solar, este tren no solo destaca por su tecnología, sino también por la polémica en torno a su construcción y el papel de China en el desarrollo del proyecto. El tren circula en un tramo turístico de 41 kilómetros, entre Volcán y Maimará, en la provincia de Jujuy, y próximamente espera llegar a la estación de Tilcara, un trayecto que recorre uno de los paisajes más emblemáticos de Argentina, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Energía limpia y dependencia extranjera
Este tren, impulsado por CRRC, la empresa ferroviaria china, utiliza baterías de litio que permiten una autonomía de hasta 120 kilómetros y que se recargan mediante energía solar, gran parte de la cual proviene del Parque Solar de Cauchari, un gigantesco campo solar en Jujuy que también fue financiado por capitales chinos. Este parque, compuesto por un millón de paneles solares, aporta el 70% de la electricidad de la provincia, lo que lo convierte en una fuente clave para el tren. Sin embargo, la dependencia de tecnología china ha despertado preocupaciones, pues muchos observan en esta alianza una creciente dependencia de Argentina hacia el país asiático, cuestionando si la apuesta por la energía limpia compensa esa dependencia extranjera.
Para algunos críticos, esta colaboración entre Jujuy y China podría comprometer la independencia tecnológica del país en una industria clave. “Es cierto que este proyecto representa un avance hacia un transporte más sostenible, pero es importante que Argentina mantenga el control y los beneficios de su propia industria energética”, advierten algunas voces del sector.
El desafío ambiental del litio
Las baterías de litio, a pesar de su aporte a la eficiencia energética, tienen un lado oscuro: el impacto ambiental que supone su extracción. En Argentina, que forma parte del llamado Triángulo del Litio junto a Bolivia y Chile, la minería del litio demanda millones de litros de agua por tonelada extraída, un recurso ya limitado en muchas regiones de Jujuy. Este elevado consumo hídrico ha suscitado críticas por parte de comunidades locales que temen que su acceso al agua se vea afectado a largo plazo. Los defensores del tren argumentan que el litio ofrece una opción más limpia y eficiente para el almacenamiento de energía solar, pero las dudas persisten.
Controversia social: desalojos y expropiaciones
A nivel social, el Tren de la Quebrada también ha generado tensiones. Para construir la infraestructura, las autoridades expropiaron terrenos en los que habitaban familias sin títulos de propiedad formal, muchas de ellas descendientes de antiguos trabajadores ferroviarios. Aunque el gobierno de Jujuy ofreció nuevos terrenos y viviendas a quienes aceptaron la expropiación, algunos rechazan la medida, calificándola de injusta y cuestionando si realmente se necesitaban esos terrenos. Este descontento se suma a las críticas por la intervención de una empresa extranjera en un proyecto de gran relevancia local.
El Tren de la Quebrada se presenta como una alternativa pionera en el uso de energías renovables para el transporte, pero su dependencia de tecnología y financiamiento extranjeros plantea interrogantes. Argentina ha dado un paso hacia el futuro con esta propuesta, que bien podría servir de modelo para otros países que buscan innovar en transporte sostenible. Sin embargo, la realidad muestra que la transición a la sostenibilidad sigue siendo un proceso complejo, lleno de compromisos y desafíos que exigen una visión integral, tanto en lo ambiental como en lo social y económico.
Mientras tanto, el tren continúa su marcha, llevando consigo no solo pasajeros, sino también el peso de la controversia que lo rodea y la expectativa de aquellos que desean un modelo de desarrollo más independiente y sostenible.