La brecha de género en la industria de la tecnología
Hace unos años, mi hija, que tenía diez años, me dijo que odiaba los ordenadores. Yo me quedé en shock. Sabía lo importante que era para mí que las mujeres trabajaran en tecnología. Y, de repente, este asunto que me preocupaba tanto en el ámbito laboral empezó a preocuparme en el ámbito familiar.
Acabo de volver de la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), donde los líderes mundiales se congregan para discutir las implicaciones de una nueva revolución industrial. Esta cuarta revolución industrial (que sigue a las revoluciones industriales de la máquina de vapor, de la electricidad y de la electrónica) se sirve de la tecnología digital para revolucionar prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas a un ritmo sin precedentes, desde los coches que no necesitan conductor hasta los asistentes dotados de inteligencia artificial.
Una de las consecuencias con más repercusión, que se describe en el informe de The Industry Gender Gap [la brecha de género en la industria], es que esta revolución va a resultar muy dañina para el progreso de la mujer porque no están representadas en el ámbito de la tecnología. A medida que las fuerzas de mercado transforman las industrias en favor de las habilidades tecnológicas, solo un 26% de los puestos de trabajo del sector de la tecnología los desempeñan mujeres. Y, lo que es peor, solo aspiran a ganar un puesto de trabajo en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas por cada 20 que se pierden en otras industrias afectadas. En el caso de los hombres, este índice es mucho más favorable ya que la proporción es de 1 de cada 4.
Como se aclara en el informe, "si la brecha de género presente en la industria persiste y la transformación del mercado laboral hacia nuevos y emergentes roles relacionados con la informática, la tecnología y las ingenierías sigue reemplazando la tasa en la que actualmente las mujeres se dedican a estos oficios, la mujer se encuentra en riesgo de salir perdiendo en el día de mañana en lo que a oportunidades laborales se refiere".
En mi opinión, las conversaciones que tuvieron lugar en Davos y las conclusiones del informe son muy alarmantes, pero también me resultan familiares. El pasado mes de octubre, asistí a la Celebración Grace Hopper de Mujeres en la Informática para transmitir un mensaje similar: las mujeres no solo corren el riesgo de quedarse atrás con respecto a las oportunidades laborales en el futuro, sino que, lo que es más preocupante, también corren el riesgo de perder influencia en la sociedad. Como es la tecnología la que reconstruye el mundo, las mujeres perderán la oportunidad de influir en los cambios económicos y sociales masivos que traerá consigo esta cuarta revolución industrial.
Hay muchas cosas por hacer para abordar este asunto, como mejorar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, un factor que, según el informe mencionado anteriormente, es la principal barrera a la hora de atraer a la mujer a la industria de la tecnología. A continuación, puede encontrarse el texto de mi intervención en la Celebración Grace Hopper en la que hablo tanto de este problema como de los pasos que pueden seguirse para asegurar que las mujeres desempeñan su papel legítimo en el modelado del futuro.
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A continuación se presenta una adaptación de las ideas clave del Anita Borg Institute for Women in Technology [el Instituto de Anita Borg para mujeres en el ámbito tecnológico] y de la Association for Computing Machinery [Asociación de Equipos Informáticos].
¡Buenos días, Grace Hopper! Es un gran honor para mí estar aquí con todos ustedes... ¡con tantas informáticas brillantes e interesantes! Para todas aquellas mujeres que se sienten solas en su campo, esta convención es un salvavidas, un lugar en el que encontrar apoyo e inspiración, en el que ser una misma y reunirte con más informáticos. Para mí es exactamente igual.
Es genial veros entre el público, incluidos los 1000 trabajadores de Google y de Youtube que están aquí hoy. ¡Muchas gracias por venir!
Déjenme empezar con mi propia historia...
Hace unos años, mi hija, que tenía diez años, me dijo que odiaba los ordenadores.
Seguro que no se esperaban que mi discurso empezara así.
Cuando me dijo esto, me quedé en shock. Llevaba viniendo a Google desde que era un bebé. Ella sabía que sus dos padres se dedicaban a la tecnología. Sabía que para mí era importante que las mujeres trabajaran en tecnología. De repente, este asunto que me preocupaba tanto en el ámbito laboral empezó a preocuparme en el ámbito familiar.
Puede que lo que pasó en mi casa les resulte familiar. Teníamos un ordenador en casa, y a mi hijo le encantaba. Le gustaba tanto que ni siquiera dejaba que mi hija se acercara a él. Como ella misma decía: "Se había apropiado de él", así que tuvo que buscarse otro pasatiempo.
También decía que era "súper patético" que te gustaran los ordenadores y que tenía cosas mucho mejores que hacer en su ajetreada vida.
Hoy, ese mismo patrón de conducta está presente en muchas chicas a lo largo y ancho de Estados Unidos. Se excluye a las chicas de la conversación cuando se habla de tecnología. Se les hace pensar que la tecnología es antisocial y aislante. Y nunca se presenta la oportunidad para corregir esas percepciones.
Puede que este tipo de comportamiento empiece en nuestras propias casas, pero tiene serias consecuencias a largo plazo para las mujeres y en la economía.
Para el año 2020, se espera que crezcan los puestos de trabajo del ámbito de la informática a una velocidad dos veces mayor que la media nacional estadounidense, dando un total de casi 5 millones.
Y esos son solo los puestos de trabajo que el Centro de Investigaciones Pew considera trabajos de la industria de la tecnología. Pero, por supuesto, este ámbito engloba muchos más puestos de trabajo, por lo tanto, tiene mucha más influencia.
Por ejemplo, los fabricantes de coches de hoy en día utilizan más informática de la que utilizó el Apollo 11, la nave que llevó a un ser humano a la Luna. Watson, el robot de IBM, diagnostica el cáncer de una manera más precisa que los especialistas en oncología. Y los agricultores utilizan los satélites y la predicción meteorológica para aumentar la producción.
La tecnología está revolucionando prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida a un ritmo sin precedentes. Aun así, solo un 26% de los puestos de trabajo del sector de la tecnología los desempeñan mujeres.
Si las mujeres no forman parte del mundo de la tecnología, estarán dejando escapar la oportunidad de participar en el mayor cambio económico y social del siglo.
El hecho de que las mujeres representen una proporción tan reducida en el ámbito laboral tecnológico debería ser más que una llamada de atención, debería ser un momento Sputnik.
Se trata de una amenaza para la continuidad de la relevancia económica de Estados Unidos y de un riesgo para la competitividad en el futuro. Y debería servirnos para reaccionar y actuar.
Entonces, ¿por dónde empezamos?
Se ha abierto un debate sobre la falta de mujeres en el mundo de la tecnología. ¿Se trata de un problema de afluencia o de retención?
En mi opinión, de ambas cosas.
Empecemos con la afluencia. Ahora mismo, más de la mitad de las mujeres tienen carreras de humanidades, mientras que menos del 20% se gradúan en informática.
Y, desafortunadamente, este problema no se está solucionando, está yendo a peor.
La representación femenina en la industria de la tecnología era mayor que la actual a mediados de la década de los ochenta. Desde entonces, el número de mujeres en otros campos como el de la Biología o la Química ha aumentado, pero, en el caso de la Informática, ha disminuido. En la actualidad, este descenso es exclusivo del sector informático.
Hace dos años, yo estaba entre los miembros del público de la Grace Hopper cuando Maria Klawe estaba en el escenario. Para aquellos que no lo sepan, Maria es la presidenta del Harvey Mudd College, una institución en la que fomenta que las mujeres estudien una carrera relacionada con la informática. Maria se dedica a hacer que a las mujeres les interese la tecnología, y obtiene resultados. En su conferencia, enumeró las tres razones por las que las chicas no se dedican a la tecnología.
Y estas fueron sus palabras:
Lo hablé con mi hija y, por desgracia, para ella estos tres prejuicios eran ciertos.
Pero todos los que estamos aquí sabemos que ninguna de estas afirmaciones es cierta. Pero las percepciones son el motor de la realidad. Fijémonos en qué es lo que alimenta estas percepciones erróneas y en cómo podemos corregirlas.
Primero: la informática es aburrida.
Obviamente, eso no es cierto. Pero ¿cómo se puede saber si no se prueba? El problema reside en que a menos que se esté sentado delante del ordenador, desde fuera parece extremadamente aburrido.
Necesitamos tener más oportunidades para enseñar a las chicas lo que es la informática... tienen que ver por sí mismas que la informática puede ser creativa e inspiradora.
Segundo: la percepción de que a las chicas no se les da bien la informática... simplemente me cabrea.
Por supuesto que se les puede dar bien.
También hay mujeres entre los grandes programadores de la historia. Ada Lovelace, la primera programadora del mundo; Ida Rhodes, que diseñó los primeros ordenadores que llevaron el Censo y la Seguridad Social; Margaret Hamilton, que creó el software que puso al Apollo 11 en la Luna; y Joan Clark, que, junto con otras mujeres, rompió el código cifrado nazi de Enigma. Por no hablar de Anita Borg y Grace Hopper.
Actualmente hay muchas mujeres geniales que trabajan en la industria, y en Google y en YouTube, donde desempeñan labores importantes en nuestros sistemas. Son tantas que sería imposible nombrarlas una por una...
Los hombres no tienen una habilidad especial que les permita dirigir empresas tecnológicas. Simplemente, es que ellos son más numerosos en la industrial y son más agresivos a la hora de pasar al siguiente nivel.
Pero la disparidad de género en la informática no va a cambiar por sí sola. Todas y cada una de las veces que voy a los campamentos de Silicon Valley a recoger a mis hijos, veo a niños de 7, 10 y 12 años, y es exactamente lo mismo que veo en mi oficina. A menos que hagamos un cambio, el futuro de la tecnología reflejará exactamente la misma situación que la de hoy.
Así que, la única solución para estas percepciones consiste en dar a todo el mundo la oportunidad de aprender informática. Empezaría dando acceso a todos los estudiantes, con el objetivo de que llegue a ser una asignatura obligatoria.
No digo que sea fácil, pero el mundo está cambiando y el sistema educativo también tiene que adaptarse y preparar a sus alumnos para el siglo XXI.
Algunos países ya han adoptado estos estándares. El año pasado, Inglaterra se convirtió en el primer país de la Unión Europea que incluyó la informática entre las asignaturas obligatorias. Italia implementará en poco tiempo un sistema similar. Israel y Corea del Sur tienen uno de los programas curriculares más completos en cuanto a informática.
En Estados Unidos, empezamos a experimentar este impulso. Ciudades como Nueva York, Chicago y San Francisco están progresando, pero aún hay mucho por hacer.
Lo mejor de formar a una generación en la que los estudiantes sepan informática es que tendrá un impacto significativo en las mujeres y las minorías que, de lo contrario, seguirían careciendo de representación en la tecnología.
Y en cuanto a esa última percepción equívoca... jamás iría a una clase con un friki de la informática.
Para empezar, necesitamos que acudan más chicas a la Celebración Grace Hopper de Mujeres en la Informática para que conozcan a las extraordinarias mujeres que trabajan en el sector informático.
Normalmente culpamos a los medios de comunicación de alimentar los estereotipos y las percepciones equívocas...
A la gente le encanta señalar a los medios de comunicación como culpables de los estereotipos.
Pero yo tengo un problema con esto: no puedo culpar a los medios de comunicación porque dirijo una de las plataformas mediáticas más grandes del mundo. ¡Más de mil millones de personas la utilizan cada mes!
Por eso, empecé a investigar sobre qué podía hacer YouTube para cambiar estas percepciones.
Lo primero que podemos hacer es ayudar a que la gente entienda que existe un problema.
Me alegra anunciar que estamos trabajando con la oscarizada Lesley Chilcott, productora de Una verdad incómoda y Esperando a Superman. Lesley ha realizado un nuevo documental sobre el papel que pueden desempeñar las mujeres en la industria tecnológica y sobre la importancia de conseguir que formen parte de ella.
Se titula CodeGirl y hoy no solo contamos con el privilegio de tener a su autora sentada entre el público, sino que además ha traído un tráiler exclusivo de la película que me gustaría compartir con todos vosotros ahora mismo:
Me complace anunciar que con la ayuda del equipo de Made with Code de Google -una iniciativa que promueve la presencia de mujeres en la industria tecnológica-, vamos a ofrecer gratis en YouTube la película CodeGirl durante los cinco días previos a su estreno. Me gustaría dar las gracias a Lesley por la extraordinaria pasión que ha puesto en este proyecto que busca la sensibilización sobre este importante tema.
Pero nuestra ayuda no termina aquí.
Durante el próximo año, verán cómo YouTube trabaja para conseguir que más mujeres trabajen delante y detrás de las cámaras, y cómo seguiremos apoyando un tipo de contenido que enfoque de manera positiva a las mujeres en el ámbito de la tecnología.
Sin embargo, aunque logremos cambiar las percepciones y aumentar la afluencia de candidatas en la industria tecnológica, debemos ser sinceros y afirmar que existen numerosos problemas culturales que perjudican a las mujeres.
Para empresas como Google, esto supone una enorme pérdida de talento en un campo en el que falta personal constantemente. Hoy en día, la probabilidad de que las mujeres que se dedican a la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas abandonen esta industria es un 45% mayor que para los hombres.
Detrás de este dato hay muchos problemas. Uno de ellos viene de una cultura que felicita a la gente que trabaja toda la noche o durante muchas horas.
Esta situación puede acabar siendo particularmente extrema, especialmente en las start-ups. Trabajar muchas horas demuestra seriedad, compromiso y potencial como trabajador ejemplar. Hay competiciones de programación todas las noches, los programadores beben Soylent para no perder tiempo en comer y las neveras de la oficina están llenas de Red Bull, por si se necesita energía extra. Estas situaciones alimentan a una cultura que intimida a la gente que quiere tener una vida normal y castiga a hombres y mujeres que tengan compromisos personales.
Personalmente, jamás podría ser partícipe de este tipo de cultura tecnológica, y menos aún después de que naciera mi primer hijo, nada más empezar a trabajar en Google. Durante el transcurso de mi carrera, me he esforzado por intentar llegar a casa a tiempo para cenar todas las noches con mi familia.
Al principio se trataba de una obligación: mis hijos iban a la guardería y, ¿qué pasaba si llegaba tarde a recoger a los niños? ¡Que me cobraban un dólar de más por cada minuto de retraso! Y eso no es lo peor... lo peor es que tus hijos están muy enfadados contigo porque son los últimos en irse de la guardería.
Esta obligación me ayudó a desarrollar un estilo de trabajo que se centra en la eficiencia, la productividad y la priorización durante las horas en la oficina.
Hay ocasiones en la trayectoria profesional en las que trabajar muchas horas es apropiado y necesario. A veces surgen emergencias por las que tienes que ir a última hora o los fines de semana. Pero no es una solución sostenible a largo plazo.
Según un estudio recogido en la revista Harvard Business Review, los trabajadores que se tomaban un descanso regularmente se concentraban un 30% más que aquellos que no lo hacían. ¡Y los empleados que se sentían que sus jefes les animaban a tomarse descansos afirmaban tener casi un 100% de lealtad a su jefe!
Así que, este es mi consejo: hay que centrarse en trabajar con inteligencia. Trabajen duro, háganlo bien y, al acabar, vayan a casa.
Comprometerse a largo plazo y no quemarse es más importante que tener una carrera corta y feroz en la industria tecnológica. Un consejo para las empresas de esta industria: si queréis atraer y retener a los más talentosos, es vital ayudar a que los empleados consigan el equilibrio entre vida laboral y personal.
Otra manera en la que podemos conseguir una industria mucho más acogedora para las mujeres es defender los permisos familiares remunerados.
He tenido mucha suerte a lo largo de mi vida. Fui la primera empleada de Google que obtuvo un permiso por maternidad y el año pasado me convertí en la primera persona que ha tenido cinco bajas por maternidad en Google. Cada uno de estos permisos ha enriquecido mi carrera profesional y, mucho más importante, mi vida. Me han otorgado paz porque sabía que podía volver a trabajar después de pasar un tiempo con mis hijos. Un tiempo que necesitaba y quería de verdad.
Me resultó interesante descubrir que cada permiso me daba la posibilidad de pensar en mi carrera. Durante mi segunda baja por maternidad, decidí cambiar y trabajar en publicidad. Seguí trabajando en publicidad durante los 12 años siguientes.
Aunque parezca lo contrario, las investigaciones al respecto -y la propia experiencia de Google- demuestran que un permiso por maternidad bien remunerado aumenta las posibilidades de retención de las trabajadoras.
Algunas consideran que no merece la pena volver a trabajar cuando se les concede una baja por maternidad corta o tienen que estar pendientes del teléfono. Por eso, cuando Google aumentó el periodo de las bajas por maternidad de 12 a 18 semanas, comprobamos que el número de madres que dejaban el trabajo descendía en un 50%.
Me ha resultado inspirador ver cómo otras empresas como Netflix o Microsoft han comenzado a ofrecer unas bajas por maternidad mejor remuneradas en los últimos meses. Desgraciadamente, Estados Unidos es el único país del mundo junto con Papúa Nueva Guinea que no ofrece un permiso de maternidad pagado. Hoy en día, el 88% de mujeres estadounidenses no obtienen ningún tipo de remuneración con la baja por maternidad. Un cuarto de las mujeres estadounidenses vuelven a trabajar diez días después de dar a luz.
Si las empresas del sector tecnológico quieren retener a sus trabajadoras, tienen que ofrecer un permiso por maternidad bien remunerado. Al intentar concienciar sobre los beneficios de una baja por maternidad de estas características, pueden ser capaces de inspirar a todo Estados Unidos.
Si trabajan en una empresa y les da la sensación de que no tienen el equilibrio necesario entre la vida profesional y la laboral, y el permiso por maternidad no es de gran calidad o directamente no existe, les recomiendo que empiecen a buscar otra empresa que sí les apoye.
Por cierto, ¡estamos buscando personal!
Recomiendo que se defiendan y que no se sientan culpables mientras intentamos cambiar esta cultura.
He aquí un ejemplo:
Hace unos años, tuvo lugar una conferencia importante a la que solo se podía acudir si se tenía invitación y a la que acudieron todos los grandes líderes de esta industria. Yo trabajaba con todas esas personas. Se trataba de personas con las que tenía una relación, una asociación, y, aun así, nunca me llegó una invitación.
Podría haberlo dejado pasar, pero no lo hice. Quería ir a esta conferencia porque era muy importante para mi trabajo. Investigué, otras personas investigaron por mí, no dejé de preguntar... pero nunca llegó esa invitación.
A algunos les molestaba que siguiera indagando. Sinceramente, me resultaba embarazoso decirle a la gente que no me habían invitado. Incluso llegó un momento en el que empecé a pensar que a lo mejor no tenía derecho a ir a ese evento.
Pero justo cuando casi había perdido todas las esperanzas, encontré a una persona que tenía la influencia suficiente y, cuando se lo dije, me apoyó y lo hizo posible.
Un día después de habérselo dicho, como por arte de magia, llegó la invitación. Y cuando me presenté en la conferencia era obvio que tenía todo el derecho del mundo de estar allí
Después de haber pasado por esta experiencia, me di cuenta de que todas hemos sufrido algo parecido: una reunión, un evento, un curso o un viaje de negocios al que te gustaría asistir, pero que no te han invitado.
Las personas te pueden impedir que vayas de muchas maneras distintas.
Así que, te aconsejo que sigas preguntando. Preocúpate y defiéndete a ti misma. No te sientas culpable.
También me di cuenta de otra cosa importante...
Alguien de la organización que tenía más poder e influencia que yo me ayudó y consiguió una invitación.
Esto me dejó bien claro cómo se consigue un trabajo, un ascenso o una invitación. El poder y la influencia se va transmitiendo desde aquellos que los tienen.
Así que, si ves que una empresa tiene un personal muy poco diverso, culpa a su líder.
Ahora me gustaría volver al tema de mi hija.
Me alegra decir que ahora sí que le gustan los ordenadores. Después de la llamada de atención en mi casa, la envié a un campamento informático. Volvió a casa quejándose de que solamente había chicos y de que no había nadie como ella. ¡Parecía que odiaba los ordenadores más que antes!
Pero no me rendí.
Se cambió de campamento a uno de chicas y, enseguida, descubrió todo. Poco después dibujó un smartwatch que tenía teléfono, vídeos e información de contacto de sus amigos, tal y como quería. Y lo hizo antes de que Samsung y Apple presentaran sus relojes.
Me di cuenta de que mi hija comenzó a considerar la tecnología como una herramienta que le sirve para hacer realidad sus ideas y hacer del mundo un lugar mejor para ella. Al apoyar y animar a mi hija, conseguí que cambiara de opinión. Pero solo es una.
Por eso me gustaría pedir que todas os apoyéis y os animéis. Tenéis que hablar con la siguiente generación de chicas que piensen que la tecnología es inaccesible, poco creativa, difícil o aburrida para ellas y tenéis que demostrar lo perjudicial que es ese estereotipo. Todos podemos marcar la diferencia sin importar nuestra situación.
Si estás en la universidad, puedes ser de gran influencia para estudiantes de instituto u otros alumnos. Si acabas de empezar a trabajar, puedes ayudar a los que buscan su primer trabajo. Si eres jefe, puedes seleccionar a las mujeres con talento de tu empresa y ayudar a que progresen.
Si todos hacemos esto, avanzaremos en el proceso de cambiar estas percepciones y superar estas estadísticas.
Tenemos que reforzar la afluencia de mujeres que entran en la industria informática reformando las normas educativas de cara al siglo XXI. Hay que mejorar la cultura de trabajo de nuestra industria para conseguir que sea un lugar más agradable para las mujeres.
Y, sobre todo, tenemos que hacer nuestra la responsabilidad de demostrar a las próximas generaciones de chicas y a todas las generaciones de mujeres que tienen derecho a ser informáticas y que, gracias a eso, pueden cambiar el mundo.
¡Gracias y disfrutad de la conferencia!
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés y Lara Eleno