Amantes de los gatos versus amantes de los perros: ¿no podemos llevarnos bien?

Amantes de los gatos versus amantes de los perros: ¿no podemos llevarnos bien?

"Los perros son babosos, ladran constantemente y cuesta mucho mantenerlos. Tienen demasiada energía y necesitan salir a la calle varias veces al día". "Los gatos son estirados, vagos y fríos. Solo demuestran cariño cuando quieren algo de ti, que, por cierto, suele ser a las cuatro y media de la madrugada, cuando estás profundamente dormido".

Steven Shehori

Como seres humanos que somos, estamos predispuestos a tener opiniones sólidas de las cosas. A veces, resulta beneficioso (por ejemplo, en este caso: el racismo es malo y la pizza es buena). Pero otras veces nos puede acarrear problemas. Especialmente cuando aplicamos opiniones inflexibles a ámbitos en los que no están justificadas. Como en el caso de los perros y los gatos.

Aparte del pequeño porcentaje de gente a la que no le gustan los animales (hay gente muy rara), la sociedad se divide en dos categorías: los amantes de los gatos y los amantes de los perros. En principio, parece algo inofensivo que simplemente implica "entre estas dos maravillosas especies, prefiero A antes que B".

Pero, si profundizamos un poquito más, nos daremos cuenta de que hay mucho más bajo la superficie. La mayor parte de las veces, a las personas que prefieren los gatos les gustan los gatos en detrimento de los perros. Los que son más de perros adoptan la postura contraria. Si preguntamos a cualquiera de los dos grupos lo que opinan sobre la preferencia del otro grupo, no abundarán las palabras amables. Las críticas que más se oyen suelen ser:

Entre los amantes de los gatos: "Los perros son babosos, ladran constantemente y cuesta mucho mantenerlos. Tienen demasiada energía y necesitan salir a la calle varias veces al día. Además, te obligan a adaptar tu rutina al horario de hacer sus necesidades".

Entre los amantes de los perros: "Los gatos son estirados, vagos y fríos. Solo demuestran cariño cuando quieren algo de ti, que, por cierto, suele ser a las cuatro y media de la madrugada, cuando estás profundamente dormido".

¿De dónde sale toda esta acritud? Obviamente, va más allá del orgullo que provoca ser propietario de una mascota: nunca se ven conversaciones tan acaloradas entre los fans de los hámsters y los entusiastas de los peces tropicales.

Cuando nuestro gato odia a los perros -o nuestro perro odia a los gatos- es más probable que, de forma consciente o inconsciente, nosotros hagamos lo mismo.

Quizá parte de esta hostilidad derive del hecho de que el perro y el gato se lleven, como bien dice la expresión, como el perro y el gato. Atención a lo siguiente: los amantes de los animales valoran la opinión de sus peludos compañeros, ¿no? Lo que significa que si tu querido labrador gruñe a un viandante, asumes que el viejo Tobby sabe algo que tú no sabes. (En este ejemplo hipotético, tienes un labrador que se llama Tobby). De esta forma, hay muchas menos posibilidades de que invites a ese viandante a cenar. (En este ejemplo, ocasionalmente invitas a cenar a la gente que te encuentras por la calle).

En otras palabras: nos fiamos del criterio de nuestras mascotas. (Excepto en lo relativo a comer de la basura, ahí no cuentan con nuestro apoyo). Lo que significa que cuando nuestro gato odia a los perros -o nuestro perro odia a los gatos- es más probable que, de forma consciente o inconsciente, nosotros hagamos lo mismo.

Es una pena, porque la rivalidad que lleva milenios en pie entre estas dos especies no es asunto nuestro. ¿Qué haces cuando tu amigo Fulanito no se lleva bien con tu amigo Menganito? En vez de posicionarte y elegir a uno de los dos, sigues quedando con los dos por separado. Esta misma regla debería aplicarse a nuestros amigos peludos.

En lo que respecta a los amantes de los gatos y los amantes de los perros, hay que fijarse en las cosas que comparten. Y no es nada difícil. Ambos disfrutan del amor y de la compañía que les proporcionan cualquiera de las dos especies. También miman a sus amigos de cuatro patas con galletitas, juguetes adorables y visitas al veterinario para comprobar que están sanos. Si fuera asesor matrimonial, diría "tenéis muchas cosas en común sobre las que se puede construir". Y también cobraría 185 dólares por hora, porque mis conocimientos no se venden baratos.

Sé que no soy el único al que le gustan tanto los perros como los gatos, pero, de momento, formo parte de una minoría silenciosa. ¿Por qué no llegamos todos a un acuerdo? El resultado final sería maravilloso: la unificación total de los propietarios de mascotas. Una causa por la que merece la pena luchar.

Para arrancar, podemos empezar alardeando sobre el hecho de que los gatos y los perros son como unas cien veces más adorables que los bebés. ¡Chupaos esa, padres!

Sé dónde está la puerta.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

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