Un joven español abandona un monasterio como monje budista tras ser considerado la reencarnación de un reconocido lama

Un joven español abandona un monasterio como monje budista tras ser considerado la reencarnación de un reconocido lama

De la disciplina tibetana a la libertad creativa: Osel Hita Torres elige su propio camino tras ser identificado como la reencarnación de un maestro budista.

Un niño español abandona un monasterio tras años como monje budista en busca de la libertad

Nacido en Granada en febrero de 1985, Osel Hita Torres fue identificado desde muy pequeño, con apenas 18 meses, como la reencarnación de Lama Yeshe, un influyente maestro budista fallecido en 1984. Este reconocimiento marcó su vida desde el principio, llevándolo a un monasterio en el Tíbet, donde creció bajo estrictas normas de meditación, disciplina y enseñanza espiritual. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, Osel tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida: abandonar el camino monástico para explorar quién era más allá de las tradiciones tibetanas.

Cuando los monjes tibetanos vieron en el pequeño Osel señales de la reencarnación de Lama Yeshe, quedó claro que su vida no seguiría un camino común. Lama Yeshe había sido un pilar fundamental en la expansión del budismo tibetano hacia Occidente, y este reconocimiento situó a Osel en el centro de un legado espiritual. A una edad temprana, fue llevado al monasterio, donde pasó su infancia inmerso en rezos, enseñanzas filosóficas y ceremonias diarias.

Para sus padres, devotos del budismo tibetano, esta experiencia representaba una conexión espiritual profunda con su maestro. Aunque aceptar la separación fue doloroso, creían que Osel estaba destinado a un rol trascendental dentro de esta tradición.

En el monasterio, Osel fue preparado para liderar espiritualmente, pero las expectativas que recaían sobre él no tardaron en pesar. Desde muy joven, se le pedía ser guía y símbolo de conexión espiritual, aun cuando era apenas un niño. “Había momentos en los que todo lo que hacía parecía tener un significado que no siempre lograba entender”, comentó tiempo después.

Sin embargo, en medio de la estricta rutina monástica, pequeños momentos le dieron espacio para soñar con algo distinto. Encontraba refugio en un jardín del monasterio y, más tarde, en la música, donde comenzó a vislumbrar un mundo más amplio que el que lo rodeaba.

Un regreso lleno de contrastes

Con 16 años, Osel decidió abandonar el monasterio para buscar su propio camino. Su regreso a España estuvo lleno de retos. En el instituto, enfrentó miradas de incomprensión y comentarios burlones debido a su pasado como monje budista. Sin embargo, esas dificultades también le abrieron la puerta a amistades sinceras y le permitieron conectar con nuevas perspectivas que lo ayudaron a descubrir quién era fuera del entorno monástico.

En esta etapa, Osel encontró en el cine una poderosa herramienta para expresarse y compartir su visión del mundo. Estudió cinematografía en Madrid y Los Ángeles, dedicándose a contar historias con autenticidad. Al mismo tiempo, desarrolló un profundo interés por el medio ambiente, involucrándose en proyectos de conservación y reforestación que le permitieron reconectar con la naturaleza.

Aunque dejó atrás la vida monástica, los valores que adquirió allí siguen siendo parte de él. “La espiritualidad no se ha ido, pero ahora es algo más libre, sin estar atada a dogmas”, ha explicado en varias ocasiones.

Actualmente, Osel lleva una vida muy distinta. Es padre y está profundamente comprometido con proyectos de sostenibilidad que unen su amor por la naturaleza con un propósito mayor. Para él, su hijo representa el lazo más puro entre el presente y el futuro. “Todo lo que soy ahora está moldeado por las lecciones que aprendí, pero las aplico desde un lugar de libertad y conexión con la tierra”, reflexiona.