El truco de Dalí para fomentar la creatividad con una siesta
Para multiplicar las capacidades del cerebro solo se necesita una cuchara y un plato.
Echarse la siesta es una costumbre muy española que no está bien vista por muchas personas que lo consideran "de vagos". Sin embargo, a veces es necesario descansar para poder recargar las pilas y ser más productivo. Y así lo hacía Salvador Dalí cuando buscaba la inspiración para sus cuadros.
El pintor contó en una ocasión cuál era su método para fomentar la creatividad: la "siesta de la cuchara". Consistía en echarse a dormir la siesta con una cuchara de la mano y justo debajo colocar un plato. De este modo, cuando Dalí se dormía, la cuchara se resbalaba de sus manos y caía en el plato haciendo el suficiente ruido para despertarle.
Ahora la ciencia no ha tenido más remedio que darle la razón. El Instituto del Cerebro de París, de la Universidad Sorbona, ha concluido en un estudio publicado en la revista Science Advances que la creatividad aumenta en la fase que se encuentra tras un sueño ligero y previa al sueño profundo. Recibe el nombre de hipnagogia y, cuando sucede, pueden producirse alucinaciones como visiones o sonidos y la sensación de estar cayendo.
El experimento que lo confirma
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores reunieron a 103 voluntarios con el objetivo de que resolviesen un problema matemático bastante difícil. Querían que tratasen de solucionarlo durante un tiempo determinado pero que no lo consiguiesen para poder poner en práctica la "siesta de la cuchara".
Tan solo dieciséis voluntarios lograron resolver el problema durante el tiempo estipulado. El resto tuvieron que sostener una botella y tratar de dormirse durante veinte minutos mientras los investigadores analizaban sus ondas cerebrales. Cuando terminó el tiempo todos ellos volvieron a ponerse manos a la obra para descifrar el problema.
La investigación reveló que el 83% de las personas que habían logrado dormirse y se habían despertado con el impacto de la botella lograron resolver el enigma. Del resto de voluntarios, solo lo consiguió el 31% de los que no habían conseguido dormirse y el 14% de los que habían llegado a entrar en la fase de sueño profundo y fueron despertados.