Tres ciudades españolas que asombran desde el aire por su peculiar trazado ortogonal
Este plano otorga una gran sensación de orden.
Los planos de una ciudad la pueden hacer de lo más llamativa. Uno de los más veteranos y comunes es el trazado ortogonal, que existe al menos desde la antigüedad. Está compuesto por un predominio de líneas rectas en el trazado de las calles, que se cortan perpendicularmente formando cuadrículas, lo que otorga una gran sensación de orden.
El origen de este tipo de plano ordenado, racional y planificado se remonta a la época de los antiguos griegos. Su creador es Hipódamo de Mileto, que lo diseñó para organizar el crecimiento de algunas ciudades griegas. De ahí que el trazo sea también conocido como hipodámico o de damero. En España comenzó a usarse en la época cristina medieval.
Aunque el plano ortogonal favorece la circulación, a diferencia de otro tipo de planos como el irregular, tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, dificulta el acceso rápido al centro desde la periferia, provocando una seria congestión del tráfico en las horas puntas. Para paliar los efectos de esta desventaja, la regularidad de este tipo de plano se rompe con calles diagonales.
Otra contrariedad de este plano es la escasa visibilidad que hay en los cruces de las calles y avenidas, lo que se palía en ocasiones recortando las esquinas. En el Ensanche de Barcelona, por ejemplo, el ingeniero Ildefons Cerdá cortó las esquinas en chaflanes, de forma que los vértices de cada manzana coinciden con los puntos cardinales y permite que todos sus lados tengan luz directa del sol a lo largo del día.
Hay muchas ciudades estructuradas con este plano. El medio Arch Daily recopila 17 de ellas, entre las que hay tres españolas: Barcelona, Valencia y Elche. La ciudad condal es una de las más famosas cuando se habla del plano ortogonal gracias a la obra de Cerdà a mediados del siglo XIX