Toni García, uno de los mejores profesores de España: "Los más acosadores son los alumnos educados en el capricho"
Entrevista a este docente murciano, que publica su libro 'Aulas sin bullying, aulas sin miedo: identificación, intervención y prevención del acoso escolar'.

Hace cuatro años los padres de una menor que se había suicidado tras ser víctima de acoso escolar contaron al profesor Toni García el caso de su hija. Este docente de 55 años, considerado como uno de los mejores de España y del mundo, así como director del colegio Joaquín Carrión de San Javier (Murcia) y de TFM de la Universidad Internacional de Valencia, se quedó helado.
Tras esa conversación y las palabras de agradecimiento que tuvieron con él, hasta el punto de llegar a reconocerle que si su hija hubiera estado en su colegio seguiría viva, le marcaron. Casi un lustro más tarde, ha sacado un libro, Aulas sin bullying, aulas sin miedo: identificación, intervención y prevención del acoso escolar (Pirámide), que puede volverse en un imprescindible a la hora de combatir contra esta lacra social.
García, finalista tanto del Global Teacher Award como del Global Teacher Prize y nombrado en 2018 como el Mejor Profesor de Educación Primaria de España, habla de su experiencia para analizar el acoso en los centros, las formas de actuación y el tratamiento que hay que hacer cuando se detecta una situación de este estilo.
Este profesor y director confiesa que el acoso es el "principal problema de la educación" y sueña con que haya un día en el que no haya que ver historias como la de Antonio, el joven con parálisis cerebral que ha sido víctima por parte de cuatro compañeros que le agredieron en el IES Leonardo Torres Quevedo de Santander. Aunque eso sí, tiene claro que hay que tomar más sanciones y que para ello se necesita de ayuda legislativa y de un marco legal que lo contemple para, como dice, ser una especie de DGT.
¿Por qué un libro sobre el acoso escolar? ¿Convives a diario?
Es un tema que llevaba desde hace cuatro años pensando en él porque me quedó latente después de una ponencia que di y en la que estuvieron los familiares de una niña de 14 años que se suicidó. Aquello me impactó mucho y dije que desde los centros educativos a veces estamos haciendo las cosas muy mal y hay que intentar mejorar. Entonces, a partir de ahí, eso quedó ahí pendiente y por fin ha visto la luz.
Te tuviste que quedar helado en esa situación.
Era un día de jornada de ponencias y uno de los temas era el del acoso escolar y vinieron los padres de una menor que se acababa de suicidar, así que el testimonio que ofrecieron fue tan impactante y cuando contaban cómo había actuado el centro educativo yo vi que se hicieron las cosas tan, tan, tan, tan mal que me impactó mucho.
Después de la charla vinieron a hablar conmigo porque yo había tratado cómo abordaba en mi centro el acoso y me dijeron que si mi hija hubiera estado en mi colegio no se hubiera suicidado. Eso me impactó muchísimo. Entonces, me quedo ahí latente y ahora que he tenido un poco de tiempo me he podido poner porque hay que erradicar este drama. No puede ser que un adolescente se suicide porque eso significa que no funciona bien el sistema.
¿Que te digan unos padres que si hubiera estado contigo su hija estaría viva tiene más valor que cualquier premio que hayas podido recibir?
Sí, yo creo que sí. Los premios al final son un reconocimiento a tu labor, pero el verdadero premio es cuando tú ves como tu labor impacta en las personas, eso sí que son premios de verdad. Cuando te llegan unos padres y te dicen ‘mira, tal como trabajas tú y por lo que me han contado de ti yo sé que mi hija estaría viva’… Es que eso se te queda en el alma para siempre.
Me quedé impactado y con lágrimas en los ojos porque es muy impactante que te digan eso. Desde el punto de vista emocional es tan intensa la sensación que sientes que se me saltaron las lágrimas solas.
El último caso de acoso ha sido el del chico con parálisis cerebral de un instituto en Santander. En pleno 2025 y siguen saliendo sucesos de este estilo.
Antes es verdad que no había esa sensibilidad hacia el acoso e incluso la violencia de baja intensidad era normal en los centros educativos: nos relacionábamos un poco de manera violenta, con juegos violentos, nos poníamos motes, nos dábamos alguna colleja y estaba muy normalizado. No se veía como acoso porque era la forma general de comunicarse entre los adolescentes, pero cuando se sabe que el impacto de todo eso es tan importante y que 40 años después sigamos igual es realmente dramático.
Hemos cambiado un currículum enfocado a las emociones, hacia la empatía y que me digas que hoy en día un grupo de cuatro personas sean capaces de humillar a un menor que está en una situación de vulnerabilidad es porque algo no se está haciendo bien, tanto desde las familias como desde los centros.
¿A ti te llegan más casos en los últimos 3 ó 4 años que igual en los 10 anteriores?
Sí, es verdad que está la pregunta de si ahora hay más ojos para detectar los casos de acoso o si es que han crecido. Yo te puedo afirmar que han crecido. No es una cuestión solamente de que cada vez haya más vigilancia y sensibilidad porque esta la tenemos desde hace diez años. En la última década la agresividad por parte de los adolescentes ha ido en aumento, igual que la sexualización, la homofobia, el racismo o el machismo. Hay una serie de contravalores que están en crecimiento constante en los institutos.
Es verdad que la mayoría de los alumnos son muy buenos, pero también es verdad que hay una serie de alumnos que tienen un comportamiento muy disruptivo y cada vez ese número de alumnos con estos comportamientos es cada vez es mayor.
¿Esto se debe a tendencias políticas?
Yo creo que más que política diría que es la influencia de las redes sociales porque están educando en su aspecto moral y de valores con el éxito que tienen ciertos individuos en las redes sociales y que transmiten un mensaje que les hace asumir que el éxito es ese. Ellos no ven tanta televisión, tantas noticias políticas, pero sí consumen mucho contenido a través de YouTube, TikTok o Snapchat. Y cada vez hay más influencers, hombres y mujeres, que tienen mucha introducción dentro de la juventud y que lanzan muchos mensajes sexistas, machistas, etc. Todo eso es lo que les está educando en valores. Cuando ves que el éxito es ese dices que quieres ser así y es una pena que ese tipo de comportamientos y pensamientos se vuelva a imponer.
¿Viendo esta tendencia se puede decir que el bullying es el principal problema de la educación?
Para mí es el más importante posiblemente. Luego hay otros metodológicos, pero el más importante es ese. Cuando yo hablo con compañeros de institutos veo que la principal dificultad que tienen a la hora de dar clase viene precedida por la cantidad de amonestaciones que tienen que poner o interrupciones que sufren. Tener alumnado disruptivo con comportamientos disruptivos en el aula te impide dar clase e impide a los compañeros aprender.
El libro se llama Aulas sin bullying, aulas sin miedo: identificación, intervención y prevención del acoso escolar, ¿anticiparse es clave para solucionarlo?
Es lo más importante de todo, sí. Cuando nosotros prevenimos en los centros educativos a través de actividades de formación, de charlas con la policía, de visualización de cortos, etc, es fundamental. Nosotros tenemos desde que me nombraron jefe de estudios hace 10 años la patrulla roja, que es una patrulla de mediación para el conflicto en el patio en la que participan todos los alumnos desde 4º hasta 6º en cuatro parejas a lo largo de la semana.
Entonces, esa patrulla roja, cuando hay un conflicto, un acto de violencia y se encarga de actuar y le dan la voz a uno, el otro tiene que escuchar y luego al revés para que lleguen a una resolución y un acuerdo final. Haciendo esto hemos solucionado un montón de conflictos que ya se solucionan en el mismo patio y a través de ellos, con lo cual se acostumbran a resolver sus problemas con el diálogo y no con la violencia. Esta esa primera fase y luego si no se logra solucionar porque no se llega a un acuerdo pasa directamente a la jefatura.
Además, tenemos el proyecto Vitamina, que son alumnos que acompañan a aquellos que tienen mayores dificultades, como algún tipo de discapacidad visual, motora, etc. Este grupo los apoya en el patio para que puedan participar y jugar. Luego también tenemos un proyecto de niño a niño, que conectamos con alumnos que están ingresados en aulas hospitalarias y así concienciamos de que todos formamos parte de la misma sociedad y todos merecemos respeto.
Sin embargo, luego hay una parte que es en la que está fallando nuestro sistema, y es en la sanción. Una vez que ha sucedido un caso de acoso tenemos que proteger a la víctima. Y eso es impepinable, es lo primero obligatoriamente debemos hacer y después tiene que haber una sanción, como en cualquier ámbito de la vida. Si tú no estableces sanciones, cuando un niño está siendo víctima de acoso escolar, se siente víctima dos veces, primero, por el agresor y segundo porque tú no lo has defendido.

¿En el caso de Santander qué decisión hubieras tomado tú?
Hubiera sido expulsión inmediata. En eso no dudamos cuando, como en este caso, está probado por ser una grabación que se ve perfectamente. Además, pondríamos la mayor expulsión que nos permitiera la norma, eso lo tengo muy claro y si nos permite un mes, un mes. Luego a la vuelta podemos intentar reeducar a esos alumnos, hacer actividades de sensibilización, etc, pero lo inmediato es expulsarlos.
¿Te emocionó ver la respuesta ciudadana que hubo?
Es fantástico. Por primera vez la gente se da cuenta de lo serio que es. Es una pena que haya tenido que ser en estas circunstancias porque es verdad que siendo un menor con parálisis cerebral es mucho más impactante y que su grado de indefensión hace que esto sea más grave. Eso es cierto, pero es el acoso escolar convierte a uno en una persona débil en cuestión de segundos y recuperar eso puede llevarte años y es una pena que no nos demos cuenta de ello. Es que se puede llegar hasta el suicidio. No se puede aceptar que en un centro educativo haya personas que hagan eso y si es porque necesitan un centro de reeducación primero pues tienen que ir ahí hasta que acepten las normas de convivencia básica porque todos tenemos derecho a estudiar y a vivir tranquilos.
Hablas de ese tiempo de recuperación para volver a estar seguro, ¿cuánto puede tardar de media a una persona que haya vivido alguna situación similar?
Hay estudios muy interesantes en este sentido que determinan que prácticamente el grado de recuperación total no existe como tal. Cuando son casos en los que se ha producido durante varios años, las secuelas se pagan prácticamente de por vida y necesitan ayuda psicológica durante prácticamente toda su adultez. Cuando uno es mayor también tiene esa inseguridad, esa desconfianza y determina la forma de relacionarse con los demás. Ocurre como con las violaciones. El impacto es tan grande, la falta de confianza hacia el ser humano es tan grande que hace que tus relaciones con los demás nunca sean del todo sanas y equilibradas.
Los fantasmas del pasado, que se suele decir.
Nunca se cura completamente, puedes pasar periodos buenos, pero siempre acabas necesitando alguna sesión psicológica de refuerzo.
Destacas la colaboración del propio alumnado con casos como el de la policía de recreo. ¿Cuesta involucrar a los niños y niñas para estos proyectos? Entiendo que algunos lo harán sin problemas, pero otros tendrán vergüenza o miedo a ser el chivato.
Esa es una parte fundamental que yo explico en el libro. Si el menor no tiene confianza con el profesor y no tiene confianza con el director de que va a estar protegido, pasa eso y tienen desconfianza y no lo cuentan. En mi centro tienen la confianza con nosotros tan grande que el mismo día que pasa algo siempre hay un alumno que vendrá a contárnoslo todo. Es muy raro que se nos escape. ¿Por qué? Porque saben que intervenimos inmediatamente y les vamos a proteger. Ese es el éxito. Por lo tanto, la relación alumno-profesor se basa en el éxito.
¿Y si el acoso sucede fuera del centro?
Puede pasar, pero es que hemos intervenido incluso con situaciones que han ocurrido fuera. Ha habido un caso particular aquí este año en el que uno de nuestros alumnos amenazó a otro compañero del colegio fuera del entorno escolar. Este alumno vino aquí y se llamó a su madre, al tutor e intervenimos tal y como hubiera sido en el centro local. En cuanto sienten que extendemos la ramificación de la protección a todas partes se sienten completamente seguros.
¿Cómo dirías que ha cambiado el colegio en estos 10 años que llevas al frente?
Ha experimentado un giro radical y el clima de convivencia ha cambiado radicalmente. De tener un centro donde el clima de convivencia era muy negativo, con incluso violencia, agresiones a profesores a pasar a un clima de convivencia que es un ejemplo en España y en toda Europa. De hecho, vienen de otros países a ver cómo, con tanta diversidad que tenemos, tenemos un clima de convivencia tan bueno.
Es que piensa que tenemos un 70% de inmigración y 19 nacionalidades más alumnos con necesidades de todo tipo y, sin embargo, la convivencia es espectacular hasta el punto de ser finalistas del premio Princesa de Girona.
Lo que hemos conseguido es que sea una maquinaria engrasada en la que se genera desde pequeños un clima de centro basado en la convivencia pacífica y el respeto obligado. Entonces, ya están acostumbrados desde infantil a que cualquier actuación va a pasar por el despacho y a que vamos a tomar medidas. Ellos mismos no van a permitir que venga nadie de fuera a interferir negativamente, es decir, protegen su propio contexto porque son mucho más felices. Y cuando además les das cariño, respeto y responsabilidad conseguimos lo que hemos conseguido, que es una convivencia casi perfecta.
Mencionas cinco tipos de acoso (verbal, social, sexual, físico y ciberacoso), ¿durante tu trayectoria has visto una evolución?
Sí, ha ido evolucionando y el término de acoso escolar ya casi está obsoleto porque el propio acoso nace fuera del colegio a través de redes sociales, juegos online, etc y se traslada a la escuela, pero nace fuera. Eso sí que se ha notado porque antes el acoso se daba exclusivamente en el centro, pero actualmente también traspasa las barreras y un menor hoy se siente acosado las 24 horas del día porque a través de las redes también se le sigue acosando. Está bajando el acoso físico como tal, aunque es el más llamativo, pero el acoso virtual está en pleno aumento.
¿Cómo se lucha contra una violencia virtual como la generación de una imagen ofensiva a través de la inteligencia artificial?
Es más complicado, por eso es muy importante educar a los padres porque hay una gran parte de ese acoso que se produce desde casa. Por ello, es clave educar a los padres en la responsabilidad de controlar los medios digitales de los que disponen sus hijos, tanto por su horario como por los contenidos que consumen, ya que nosotros ahí ya no podemos intervenir. Entonces, hacemos muchos talleres para padres, tratamos de explicarles cómo funciona, pero no podemos hacer mucho más.
Lo que sí que hay algo importante que se puede hacer, que es que cuando algo ocurre a través de las redes, y sobre todo a través de los móviles, hay que empezar a poner estas sanciones también duras, y no sólo a los menores, sino también a sus padres porque al fin y al cabo son los responsables directos de ese medio digital, es decir, un menor no puede tener un móvil, el móvil es del padre, que es el que lo puede comprar. Por lo tanto, hay que empezar a responsabilizar también a los padres del daño que causan sus hijos, o lo controlamos desde casa o nos estamos haciendo mucho daño.
¿Luego también el daño es mayor en el sentido de que llega a más gente, no? Una violencia física se puede quedar en un grupo pequeño, pero si te generan una foto desnudo y la cuelga puede llegar a cientos de personas.
El daño es brutal. Ten en cuenta que todo lo que se hace por medios digitales prácticamente no desaparece. Esa foto la tienen cientos de teléfonos de tus compañeros y es para toda la vida. El impacto es brutal. Soy muy partidario de las sanciones contundentes porque no nos tomamos en serio el impacto que puede sufrir una persona. Imagínate que a tu hija de 13 años la desnudan con inteligencia artificial y la mandan a todo un instituto de 500 personas, el daño psicológico que le estamos haciendo a esa menor para el resto de su vida es terrible y a la persona que lo ha hecho le va a salir casi gratis.
Pero para luchar contra eso se tendría que ser ya a nivel estatal o incluso europeo.
Sí, pero hay miedo en eso, hay miedo a poner sanciones hasta en un caso que está tan claro como el de Santander. Los agresores han abandonado el instituto voluntariamente y no porque hayan recibido una sanción. Es impresionante. Tenemos miedo a hacerlo con menores, pues imagínate con los padres, pero hay que empezar a poner sentencias fuertes contra este tipo de casos y que sea desde la propia ley. Un acoso físico me doy cuenta y lo puedo parar al momento, pero uno digital no, desde un centro es muy complicado y se necesita esa ayuda.
¿Si tuvieras que elegir un país que sea un ejemplo de lucha contra el acoso escolar cuál escogerías?
No podemos comparar porque la sensibilización social que hay, por ejemplo, en los países nórdicos no tiene nada que ver con nuestra cultura. Ellos funcionan bien en ciertos aspectos, pero porque culturalmente la gente también está más sensibilizada en ese sentido, así que yo no pondría a ninguno como ejemplo. Creo que también es una cuestión de concepción social.
A mí me impresionó mucho que en Alemania, en un patio, solo hay dos profesores vigilando en un instituto de 2.000 mil alumnos, pero es que allí tienen la conciencia de que si alguien hace algo mal el culpable es esa persona y sus padres por su educación. Sin embargo, aquí culpan al profesor porque tiene que vigilar. Así que es un cambio total de conciencia.
¿Y qué nota pondrías a la lucha contra el acoso aquí en España?
Un 4 como mucho. Estamos haciendo un esfuerzo enorme para los resultados que estamos obteniendo y creo que lo que está fallando no es precisamente la concienciación y sí la sanción y la protección. No podemos darnos por satisfecho con un caso de los que salen, es imposible.
¿Cuando un adolescente se suicida por sufrir acoso es uno de esos casos en los que se puede decir sin tapujos que es un fracaso como sociedad?
Es un fracaso de la sociedad y es un fracaso de la educación. Cuando un niño se suicida es un fracaso como sociedad y educativo a nivel institucional y educativo desde la educación que estamos dando a nuestros hijos. Es que creo que los padres de este caso de Santander no han salido ni a pedir disculpas ni han hecho un comunicado público ni nada.
¿Hay relación entre los casos de acoso y el hecho de que provengan de familias desestructuradas?
No es determinante y no hay estudios que puedan determinarlo, más bien al contrario. Se vende mucho que este tipo de menores vivan en la vulnerabilidad o procedan de entornos pobres y no es cierto, no es del todo cierto. Fíjate que los alumnos que viven en riesgo de exclusión a veces tienen un comportamiento agresivo por la situación en la que viven, eso les genera estrés, ansiedad y esa es su forma de enfrentarse al mundo porque viven situaciones muy complejas, pero no son acosadores como tal. Sí que pueden tener quizás más inclinación a ciertos comportamientos disruptivos porque no están 100% insertados en la sociedad, pero los que tienden a ser más acosadores son los que vienen de familias con una situación económica desahogada con familias que están muy cómodas, pero cuyos padres prácticamente no están con sus hijos. Son más acosadores los alumnos narcisistas educados en el capricho y en tener todo lo que quieren que los otros.
¿Eso que dicen que los niños de hoy en día son más débiles que antes y no son como los de hace 60 años es cierto?
Es que es cierto, los niños de hoy no son como los de antes porque en ciertos aspectos les estamos robando su infancia como sociedad. Recuerdo mi infancia de una manera muy feliz, pero ten en cuenta que los niños de hoy están muy abandonados prácticamente todo el día, metidos en actividades extraescolares, por la mañana pronto en el aula matinal. Acaban pasando ocho horas prácticamente en un centro educativo y luego llegan a su casa y tienen extraescolares, entonces son niños que no están disfrutando de su infancia, no están en la calle, no están con una pelota, con una bicicleta, etc. Aunque parezca que el móvil nos conecta más al mundo, en realidad nos separa, ya que no es lo mismo un abrazo virtual que un abrazo físico, y estamos perdiendo mucha empatía porque un porcentaje muy importante de nuestras relaciones se hacen a través del móvil.
Entonces, cuando los niños no tienen relaciones con los demás, se encierran en sí mismos, les cuesta mantener relaciones equilibradas y tienen ese tipo de actitud de no poder gestionar su frustración porque consiguen todo muy rápido y la vida no es así y no son capaces de no resistir a la frustración. Les quitamos todos los problemas para que no sufran, pero a la vez les estamos quitando herramientas para que puedan enfrentarse a los problemas, así que si no tienes el hábito de caerte y levantarte cuando de repente te caes por primera vez con 18 años surgen la cantidad de problemas mentales que hay. Se puede decir que es una generación más blanda en ese sentido emocional y psicológico, pero precisamente porque les estamos quitando experiencias vitales.
¿Series como Adolescencia sirven para concienciar o es frivolizar?
Puede concienciar, sí. Los que tiene que verla son más las familias porque en los institutos sí sabemos que pasan estas cosas que se ven en las series y somos conscientes de todo esto, pero los padres no lo saben. Entonces, es casi una serie para ver más en las familias que también en el instituto para que haya un debate interno muy importante.
Y la última, ¿cómo te imaginas el panorama del acoso en el 2030?
Espero y deseo que estos casos que estamos viendo sean la base para que se empiecen a tomar medidas serias, los políticos se responsabilicen y pongan una solución desde el punto de vista legislativo, que es el único que puede apoyar a los docentes. Para mí una de las soluciones es que los centros educativos funcionen como la DGT y tuvieran capacidad sancionadora ante ciertos comportamientos de los alumnos. Cuando te venga una sanción económica porque tu hijo ha hecho equis cosas ya verás como les ponen solución.