Temor por una repentina mancha en el Sol
Desde hace siete días, científicos e investigadores de todo el mundo tienen un ojo puesto en el desarrollo de AR3315.
Se llama AR3315. Hace una semana era una de las muchas manchas que se pueden ver en el hemisferio sur del Sol, pero científicos de todo el mundo observan con preocupación los cambios que ha experimentado. En siete días ha crecido tanto y tan rápido que ahora tiene un tamaño que equivale a cuatro veces el de la Tierra.
En este escenario, los investigadores temen que el repentino crecimiento AR3315 se traduzca en erupciones solares masivas. De hecho ya se ha registrado una pequeña llamarada de clase M-1, la más baja del rango. El mayor temor es que cuando el Sol esté frente a la Tierra, esta mancha solar libere una de tipo X-1, la categoría más alta en la escala de erupciones solares. Entonces sí sería una amenaza para nuestro planeta.
Las erupciones solares son fenómenos observables en la superficie del Sol que, sin embargo, son la expresión de inestabilidad en la actividad interna de la estrella más importante de nuestro sistema. Es como un gigantesco reactor nuclear en el que se registra una fuga que, en este caso, libera ráfagas radiantes que abarcan todo el espectro electromagnético, desde ondas de radio hasta rayos X y rayos gamma.
Cuando las erupciones solares alcanzan la categoría más alta pueden convertirse en un problema para la Tierra. Nuestro planeta cuenta con un campo magnético y una atmósfera que la protegen en gran medida de la radiación solar, pero las erupciones intensas pueden provocar tormentas geomagnéticas que afectan, sobre todo, a nuestras redes eléctricas, sistemas de comunicación, satélites y tecnología en general.
A pesar de que estas erupciones solares ponen de relieve la vulnerabilidad de nuestra sociedad tecnológica, los científicos llaman a la calma porque consideran que por ahora no hay motivo para la alarma. En cualquier caso, a medida que nuestro conocimiento sobre el comportamiento del Sol mejora, se actualizan los protocolos de seguridad establecidos para los períodos en los que se registra una mayor actividad solar, protegiendo la Tierra de los posibles riesgos que puedan plantear las erupciones solares.