Septentrional y meridional: qué son estas dos grandes zonas de España y cómo identificarlas

Septentrional y meridional: qué son estas dos grandes zonas de España y cómo identificarlas

La Península Ibérica alberga una riqueza dialectal en su idioma español que se bifurca principalmente en dos grandes áreas.

La península Ibérica, en una imagen de archivoGETTY IMAGES

España, un país de diversidad lingüística, alberga una riqueza dialectal en su idioma español que se bifurca principalmente en dos grandes áreas: la septentrional y la meridional1. Estas variantes, aunque mutuamente inteligibles, presentan características distintivas que reflejan la historia y la evolución social de las regiones que representan.

España Septentrional

Esta región abarca la mitad norte de la península, incluyendo territorios que fueron castellanizados antes del siglo XI. Los dialectos aquí son considerados más conservadores, manteniendo rasgos lingüísticos antiguos y reflejando la influencia de lenguas romances regionales como el asturleonés y el aragonés.

España Meridional

En contraste, la mitad sur peninsular y las Islas Canarias conforman la España meridional3. Aquí, los dialectos presentan innovaciones fonéticas notables, como la aspiración o pérdida de la /s/ al final de sílaba, ejemplificada en la pronunciación de ‘espera’ como [ɛʰ.ˈpe̞.ɾä] en lugar de [e̞s.ˈpe̞.ɾä].

Diferencias dialectales

La distinción más emblemática entre ambas áreas es la pronunciación de la /s/ al final de sílaba. Mientras que en el norte se conserva como [s], en el sur se transforma en una [h] aspirada, e incluso puede desaparecer al final de las palabras. Además de las formas castellanas, existen variantes romances regionales que influyen en la lengua estándar. En la septentrional, se encuentran el asturleonés y el aragonés, mientras que en la meridional, el contacto con el árabe marroquí y el chelja en Ceuta y Melilla ha dado lugar a hablas únicas.

Titania
Titania
Santander

Las diferencias dialectales no son abruptas sino graduales, con isoglosas que marcan la transición entre las variedades. Estas barreras naturales no solo separan dialectos sino también culturas y tradiciones. A pesar de la clasificación en dos grandes zonas, la realidad lingüística es más compleja. No todos los hablantes del sur sesean o cecean, ni todos los del norte mantienen la distinción entre ‘ll’ y ‘y’. La diversidad es la norma, y las generalizaciones deben tomarse con cautela.