Se topan con una máscara africana en el desván: la venden por 150 euros y el comerciante monta el negocio del siglo con ella
¿Y si tienes en el altillo, en el sótano o en ese armario guardatodo un tesoro escondido y no lo sabes?
Esta es una historia que te hará salir al desván en cuanto la acabes. ¿Y si tienes en el altillo, en el sótano o en ese armario guardatodo un tesoro escondido y no lo sabes?
Justo eso es lo que le ha pasado a una familia francesa, que se ha llevado una tremenda sorpresa cuando ha intentado vender una vieja máscara de madera que tenían entre trastos. Los Fournier, una pareja de ancianos de 88 años, empezaron a tratar con un comerciante de bienes de segunda mano y pactaron la venta por 150 euros. Lo que no sabían es que, en realidad, tenían un verdadero tesoro en su casa.
El comerciante que se la compró sí que lo tuvo claro, tanto que confió la pieza directamente a una casa de subastas, que al final la ha revendido por 4,2 millones de euros. El negocio del siglo, sin duda.
Ahora la pareja octogenaria, al conocer lo que ha ocurrido, ha demandado al comprador, pero no van a poder recuperar su posesión ni obtener compensación alguna.
El tribunal de Alès, en el sur de Francia, que lleva el caso tras la denuncia de los dueños originales de la pieza, dictaminó que el señor y la señora Fournier habían recurrido a un comerciante de segunda mano para deshacerse de la máscara que tenían arrumbada en su casa de vacaciones en el departamento galo de Gard sin pararse a ver el valor de sus propiedades.
"No demostraron diligencia alguna a la hora de evaluar el valor histórico y artístico correcto del inmueble", señala el fallo, según citan medios como Il Messaggero. Según el juez francés, no fueron engañados, pero sí que fueron imprudentes y, por lo tanto, sólo ellos mismos tienen la culpa de lo que les ha ocurrido. "Su negligencia y descuido hacen que no pueda acogerse la solicitud de declaración de nulidad de la compraventa", añade la sentencia, conocida ahora y que ha generado muchos comentarios en el país vecino.
La pieza
El artículo, vendido finalmente en una casa de subastas de Montpellier, era en realidad una rara máscara Ngil del siglo XIX, fabricada por el pueblo Fang de Gabón, una de las apenas diez que existen en el mundo.
Probablemente, según ha investigado la casa de subastas, fue comprada alrededor de 1917 por René-Victor Edward Maurice Fournier, quien fuera gobernador colonial francés y antepasado del hombre que ahora ha puesto la denuncia tras llevarse el chasco.
El comerciante, interrogado en este proceso, negó saber que la máscara fuera tan valiosa, pero la casa de subastas también emitió una valoración inicial muy subestimada, unos 300.000 euros, que el vendedor de segunda mano ofreció a la pareja como demostración de su buena fe. Sin embargo, no aceptaron ese dinero y prefirieron demandarlo. Luego, a la luz de los acontecimientos, él retiró la oferta y continuó con la subasta. El precio final, recordemos, fue de 4,2 millones de euros. Una fortuna.
La República de Gabón no ha visto los toros desde la barrera y ha presentado una denuncia penal por recepción de bienes robados, solicitando la cancelación de la venta y la repatriación de la máscara. Sin embargo, el tribunal también declaró inadmisible la solicitud de Gabón.