Por qué desaparecen las abejas y cuál será el inevitable impacto para el ser humano
Los polinizadores son esenciales para la reproducción sexual de muchas plantas, asegurando la polinización cruzada que es vital para la diversidad genética.
La disminución de los polinizadores, en particular las abejas, es un fenómeno alarmante que ha captado la atención de científicos y agricultores por igual. Este declive, que comenzó a fines del siglo XX, continúa afectando a los ecosistemas a nivel global. La reducción en la cantidad y diversidad de estos insectos tiene consecuencias directas para la agricultura y la seguridad alimentaria mundial.
Los polinizadores son esenciales para la reproducción sexual de muchas plantas, asegurando la polinización cruzada que es vital para la diversidad genética. Las plantas, a su vez, son la principal fuente de alimento para muchos animales, lo que significa que la disminución de los polinizadores tiene un efecto dominó en toda la cadena alimentaria. Un tercio de la producción mundial de alimentos depende de productos polinizados por insectos y otros animales.
El uso de pesticidas y agroquímicos es uno de los principales factores que contribuyen a la disminución de los polinizadores. Los pesticidas neonicotinoides, en particular, han sido relacionados con el deterioro de la salud de las abejas. Estos químicos interfieren con los cerebros de las abejas melíferas, afectando su habilidad para navegar y recolectar suficiente comida para producir nuevas reinas. Además, los neonicotinoides son absorbidos por el sistema vascular de las plantas y se expresan a través del polen y el néctar, lo que los hace extremadamente tóxicos para una variedad de insectos6.
El cambio climático también juega un papel crucial en la disminución de los polinizadores. Las variaciones extremas de temperatura y las alteraciones en los comportamientos estacionales de las especies afectan negativamente a estos insectos. El calentamiento global causa que los polinizadores emerjan en momentos en que las plantas con flores no están disponibles, lo que resulta en una polinización inadecuada.
La destrucción del hábitat es otro factor significativo. La práctica agrícola de plantar monocultivos y la agricultura intensiva conducen a la desnutrición extrema de los polinizadores, ya que una sola planta no puede cumplir con sus requisitos de nutrientes. Además, la iluminación artificial nocturna y la contaminación del aire inhiben la capacidad de los polinizadores para encontrar las fragancias de las flores, lo que les obliga a viajar distancias cada vez más largas para encontrar alimento.
El impacto de la disminución de los polinizadores en la producción de alimentos es inmenso. Se estima que el 87.5% de las especies de plantas con flores del mundo son polinizadas por animales e insectos, y el 35% de la producción de cultivos depende de los polinizadores. Esto incluye la mayoría de las frutas y muchas verduras, así como cultivos secundarios como la alfalfa y el trébol, que son alimentados al ganado.
La desaparición de los polinizadores también tiene consecuencias nutricionales. Un estudio de 2015 modeló lo que sucedería si el 100% de los polinizadores muriera, concluyendo que millones de personas en países de bajos ingresos se volverían deficientes en vitamina A y folato. Además, el suministro global de frutas, vegetales, nueces y semillas disminuiría significativamente, lo que llevaría a un aumento en las muertes relacionadas con la desnutrición.
La disminución de los polinizadores es un problema complejo con múltiples causas, incluyendo el uso de pesticidas, el cambio climático y la destrucción del hábitat. La pérdida de estos insectos no solo afecta la biodiversidad, sino que también pone en riesgo la seguridad alimentaria y la salud nutricional de millones de personas en todo el mundo.