Ni Andalucía ni Canarias: el aguacatero más antiguo de Europa lo tiene España con 118 años y en la zona menos creíble

Ni Andalucía ni Canarias: el aguacatero más antiguo de Europa lo tiene España con 118 años y en la zona menos creíble

Se plantó en 1906, por el emigrante a tierras mexicanas Ángel Sordo Pandal, en una pequeña parroquia de Llanes, en Asturias.

AguacatesGetty Images

El catedrático jubilado en Ciencias Naturales, Miguel Bueno Jiménez, de 73 años, logró uno de sus mayores sueños cuando pudo colocar una placa delante del aguacatero de Llacín, en Porúa, ya que los visitantes podrán conocer, según comentó en el medio El Comercio, "que se plantó en 1906 y que lo sembró el emigrante a tierras mexicanas Ángel Sordo Pandal". 

Aunque la pasión por la vegetación de Bueno no se limita al aguacatero, ya que en marzo de 2015 plantó 20 castaños en la pradería de la iglesia de San Antolín de Bedón, después de comprarlos en Galicia. Según comentó, guarda un "especial cariño a los árboles y también a este rincón de Asturias. Les tengo querencia. Cuando camino por el bosque y me encuentro con un árbol de porte distinguido suelo pasar varios minutos abrazado a él".

Respecto al aguacatero, Bueno aseguró que ya el 24 de septiembre de 2019 solicitó que fuese declarado árbol singular del concejo, sin embargo, según alega, aún continúa esperando la respuesta. La solicitud fue acompañada de las características del árbol con fecha del mes de agosto de 2019. Según dichas medidas, el árbol cuenta con una "circunferencia de 8,10 metros, medida a 1,30 del suelo. El diámetro es de 2,60 metros y la altura de 20,10. Presenta quince ramas que nacen de la base del tronco y forman una copa de 30 metros de diámetro". 

Titania
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Santander

Además, se cree que el aguacatero creció y que más tarde lo cortaron, "pero rebrotó y por esa razón se abre desde la base y presenta quince vástagos". También piensa que este árbol necesita un homenaje por su larga vida, y defiende que "está enfermo", por lo que su lucha ahora es intentar curarlo. Finalmente, Bueno termina con una conclusión: "Sabemos que los viejos se morirán, pero no por eso dejamos de cuidarlos".