Mejores que Astérix y Obélix: las regiones hispanas que dieron guerra a los romanos hasta el mismo final

Mejores que Astérix y Obélix: las regiones hispanas que dieron guerra a los romanos hasta el mismo final

Estas tribus montañesas, conocidas por su valentía y habilidades guerreras, ofrecieron una resistencia encarnizada durante las Guerras Cántabras.

Portada de 'Astérix y Obélix' en Italia.SALVAT

La conquista romana de la Península Ibérica fue un proceso largo y arduo que se extendió por más de dos siglos. A pesar de la superioridad militar y organizativa de Roma, varias regiones hispanas ofrecieron una resistencia feroz y prolongada, convirtiéndose en símbolos de la lucha contra el imperio. Estas regiones no solo se enfrentaron a las legiones romanas en el campo de batalla, sino que también llevaron a cabo una guerra de guerrillas que dificultó enormemente la consolidación del dominio romano.

La resistencia hispana no fue uniforme ni simultánea en toda la península. Diferentes tribus y regiones se levantaron en armas en distintos momentos, cada una con sus propios líderes y estrategias. Sin embargo, todas compartían un objetivo común: preservar su independencia y su modo de vida frente a la expansión romana. A continuación, se detallan algunas de las regiones que destacaron por su resistencia hasta el final.

Una de las regiones más emblemáticas en la resistencia contra Roma fue la de los cántabros y astures, situados en el norte de la península. Estas tribus montañesas, conocidas por su valentía y habilidades guerreras, ofrecieron una resistencia encarnizada durante las Guerras Cántabras (29-19 a.C.). Bajo el liderazgo de figuras como Corocotta, los cántabros llevaron a cabo tácticas de guerrilla que exasperaron a las legiones romanas. A pesar de la eventual victoria romana, la resistencia cántabra se convirtió en una leyenda de tenacidad y coraje.

Otra región que destacó por su resistencia fue la de los lusitanos, en la actual Portugal y parte de Extremadura. Liderados por Viriato, los lusitanos llevaron a cabo una guerra de guerrillas extremadamente efectiva contra los romanos durante la segunda mitad del siglo II a.C. Viriato, un líder carismático y estratega brillante, logró infligir numerosas derrotas a las fuerzas romanas antes de ser traicionado y asesinado en el 139 a.C. La resistencia lusitana continuó incluso después de su muerte, aunque eventualmente Roma logró imponer su dominio.

En el noreste de la península, los pueblos iberos también ofrecieron una resistencia significativa. Los ilergetes, bajo el liderazgo de Indíbil y Mandonio, se aliaron con los cartagineses durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) y continuaron luchando contra Roma incluso después de la derrota de Cartago. Aunque finalmente fueron sometidos, su resistencia es recordada como un ejemplo de la lucha por la independencia.

Los celtíberos, ubicados en la Meseta Central, también jugaron un papel crucial en la resistencia contra Roma. La ciudad de Numancia, en particular, se convirtió en un símbolo de la resistencia celtíbera. Durante el asedio de Numancia (134-133 a.C.), sus habitantes resistieron heroicamente durante más de un año contra las fuerzas romanas lideradas por Escipión Emiliano. La caída de Numancia, tras un prolongado y brutal asedio, marcó el fin de la resistencia celtíbera, pero dejó una huella imborrable en la historia de la península.

El proceso de sometimiento de estas regiones no fue sencillo ni rápido. Roma tuvo que desplegar grandes recursos y enfrentar numerosas dificultades logísticas y tácticas. Las campañas militares en Hispania fueron costosas y prolongadas, y los romanos tuvieron que adaptarse a las tácticas de guerrilla empleadas por los pueblos hispanos. Además, la geografía montañosa y accidentada de muchas de estas regiones dificultó aún más las operaciones militares romanas.

Para consolidar su dominio, Roma implementó una serie de medidas administrativas y militares. Se establecieron colonias y campamentos militares en puntos estratégicos, y se construyeron infraestructuras como calzadas y puentes para facilitar el movimiento de tropas y suministros. Además, Roma promovió la romanización de las élites locales, integrándolas en el sistema político y social romano a través de la concesión de ciudadanía y otros privilegios.

A pesar de la eventual victoria romana, la resistencia de estas regiones dejó una profunda impresión en la memoria colectiva de la península. Las historias de héroes como Viriato y los habitantes de Numancia se convirtieron en leyendas que inspiraron a generaciones posteriores. La tenacidad y el espíritu de lucha de los pueblos hispanos frente a la dominación romana son recordados como un capítulo crucial en la historia de la Península Ibérica.