Lanzan la cereza más popular de España a tierras escandinavas
Vera Ciobanu es propietaria de una pequeña empresa familiar en Moldavia que exportó la fruta después del desastre del valle del Jerte.
El año pasado, debido a las lluvias torrenciales de finales de mayo y principios de junio, la cosecha de cerezas del Valle del Jerte, una de las mayores zonas de cultivo de cerezas de España y de Europa, fracasó. Muchas cerezas se agrietaron y se pudrieron, y solo se pudo salvar un 30%.
Vera Ciobanu, directora de la empresa moldava Moreller, cargó un camión de sus cerezas para un productor español afectado y voló a Madrid para estar allí cuando la fruta fuera descargada y clasificada.
"Tenemos unas 25 hectáreas de cultivo que se plantaron en 2019", comienza Vera en conversación con la revista de productos agrícolas Fresh Plaza.
"Pensé que era una buena idea asistir a la clasificación y envasado de nuestras cerezas en los almacenes de un productor español experimentado y de larga trayectoria", comenta la emprendedora además de confesar que "nuestro producto llegó a uno de los mayores retailers españoles en cuestión de días".
Después de ayudar al productor de cerezas del Jerte, Vera confiesa que este año van a importar sus frutos a otros países del norte de Europa. "Tras varias buenas experiencias de ventas en España, Alemania y Bélgica, la empresa está decidida a establecer asociaciones a largo plazo con clientes europeos", cuenta.
"Los precios de venta son buenos en Noruega y Suecia, y su temporada de cerezas empieza cuando acaba la nuestra. Así que la ventana comercial es la adecuada. Dentro de pocos años, lo conseguiremos", concluye la moldava.
Un negocio familiar
La experiencia de Vera con las cerezas le viene de familia. En 2018, su padre empezó a comprar tierras en su pueblo natal, en el centro de Moldavia, a orillas del río Dniéster. Lo hizo hectárea por hectárea, y a día de hoy ya cuenta con 25, aunque la empresaria tiene claro que "no se detendrá ahí".
"Entre todos los hermanos decidimos hacer algo con la tierra que estaba comprando nuestro padre, y como él no paraba de hablar de los preciosos campos de cerezos de Turquía que, como era camionero, veía florecer año tras año en sus viajes a este país, no fue tan difícil elegir la actividad que queríamos emprender", cuenta al medio especializado.
"Durante un tiempo consideramos plantar nogales, pero después de un análisis exhaustivo del suelo decidimos decantarnos por la cereza", comenta Vera.