Este es el lado oscuro de los genios, según un profesor de Yale que da "cursos de genialidad"
Craig Wright revela la razón por la que sus alumnos, tras estudiar a fondo los grandes genios, dejan de desear ser los nuevos Eisntein.
Rápido: piensa en 5 personas que admiras. ¿Ya lo tienes? Genial. Estamos 99,9% seguros de que en tu lista fugaz has incluido a alguno de los grandes genios de la historia de la humanidad, como Albert Einstein, Isaac Newton, Nicola Tesla, Bill Gates... Es normal que admiremos a las mentes más brillantes de la humanidad. No solo son tremendamente inteligente, creativas o disruptivas; han pasado a la historia porque han marcado la diferencia de alguna forma u otra. Han cambiado el mundo. ¿Y quién no ha soñado alguna vez con ser un genio para revolucionar la sociedad y ser recordado por ello?
El doctor en musicología Craig Wright era una de las muchas personas que soñaban con ser un genio. Fue este deseo lo que le motivó estudiar a Einstein, Gates, Curie y compañía para descubrir los hábitos que tenían en común. Y encontró dichos hábitos. Los enseña actualmente en la Universidad de Yale, en su llamado "curso de genialidad", donde sus estudiantes analizan exhaustivamente a las mentes más brillantes de la historia. Pero Wright encontró algo más: el lado oscuro que comparten todos los genios. Una mancha siniestra en sus currículos impecables que revela el terrible precio a pagar por ser un genio que anhela cambiar el mundo a mejor. Wright detalló dicha oscuridad tanto en su libro Los hábitos secretos de los genios como en una entrevista para BBC. Detallamos su terrible hallazgo a continuación.
El lado más oscuro de los genios
En su charla con BBC, Wright explica que sus alumnos empiezan "el curso de genialidad" anhelando saber cómo convertirse en genios. No obstante, la mayoría de sus estudiantes en Yale, una vez dedican tiempo y esfuerzo a analizar a los genios, abandonan la idea de ser como ellos. Eso se debe a que han descubierto el problema común de casi todos los genios, su lado más oscuro.
"El problema con estas grandes mentes es que a menudo son muy destructivos con las personas de su alrededor", explica el profesor de Yale. "Hacen daño a sus seres más queridos porque se apasionan tanto por sus temas o investigaciones que se vuelven obsesivos".
Wright argumenta que da la sensación de que los genios solo saben enfocarse en su propio objetivo mental "porque creen que con ello lograrán cambiar el mundo. Piensan que ellos tienen el deber de arreglar algo, y que nadie más será capaz de conseguirlo". Tamaña autorresponsabilidad comporta que los genios ponen presión tanto a sus vidas como a las de otros. "Se pueden volver muy exigentes con los demás". Acaban infravalorando a colegas de profesión, amigos, parejas... "Es el tipo de queja que escuchas sobre Jeff Bezos, Elon Musk, Bill Gates...".
Una vez los estudiantes de Wright descubren el lado oscuro de los genios, se acaban preguntando si de verdad quieren ser así. "Se cuestionan si quieren cambiar el mundo para una enorme cantidad de gente, arriesgando el cariño de sus allegados con ello, o bien si prefieren mejorar su ambiente humano más cercano".
Wright explica que, después de la decepción inicial, sus estudiantes llegan a una suerte de revelación liberadora. "La mayoría de nosotros no vamos a cambiar el mundo de ninguna forma significativa. No obstante, aprender sobre lo que los genios lograron nos lleva a pensar en cosas más importantes para nosotros: aprender a vivir nuestras vidas de forma creativa o productiva, pero teniendo en cuenta nuestra relación con el resto de personas. Porque los genios ya tienen bastante con obsesionarse con lo que hacen, desapegados. Mientras tanto, nosotros podemos pensar en cómo queremos vivir, sin obsesiones, y ajustar nuestras vidas, y expectativas, en función de la decisión tomada".