La palabra despectiva y cargada de desdén que usan los catalanes para meterse con los urbanitas
Descubre el significado de la palabra 'pixapins'.
Es posible que en alguna ocasión hayas escuchado a un auténtico catalán, de los que llevan la barretina y disfrutan del vino en porrón, referirse de forma despectiva a los urbanitas que llegan a sus pueblos para recoger setas o pasear por el bosque como "pixapins". Este término, utilizado por los catalanes que residen en pueblos medianos o pequeños, es una expresión cargada de cierto desdén hacia los habitantes de Barcelona y otras ciudades.
Literalmente, "pixapins" significa "mea pinos", haciendo referencia a aquellos que, siendo de ciudad, no consideran la necesidad de satisfacer sus necesidades antes de aventurarse en un paseo por el bosque y, por lo tanto, podrían llegar a orinar o defecar en un pino. En esencia, un "pixapins" sería el equivalente catalán al tradicional "dominguero".
Los "pixapins" suelen ser personas residentes en Barcelona o en su Cinturón Rojo, es decir, en ciudades y pueblos que circundan la metrópoli, como Hospitalet, Santa Coloma o Badalona. En estas localidades, las características de muchos de sus habitantes presentan ciertas diferencias respecto al resto de catalanes.
Estas discrepancias no se limitan únicamente al conocimiento de los pinos y las setas, sino que abarcan aspectos más amplios como el lenguaje, la cultura, el sentido de pertenencia y las inclinaciones políticas, cuestiones que abordaremos en futuros artículos.
La génesis de este apodo se remonta a la década de los sesenta, cuando los domingueros barceloneses solían dirigirse en masa hacia destinos como Cadaqués o Begur en la Costa Brava, colapsando las carreteras con sus vehículos. Dado que podían pasar horas atrapados en el tráfico y que las carreteras atravesaban bosques de pinos, estos citadinos se veían obligados a aliviar sus vejigas orinando en los árboles.
Otras palabras despectivas similares
"Pixapins" no es la única palabra "característica" que reciben los habitantes de Barcelona durante sus excursiones al campo. Otra expresión común es "camacu", que por deformación lingüística significa "qué bonito". Esta palabra se emplea cuando un barcelonés expresa su admiración por un objeto o paisaje que, para el habitante rural, resulta cotidiano, como una montaña, un pino o un puente sobre el río Llobregat.
Aunque muchos "pixapins" son también "charnegos" o hijos de "charnegos", es importante no confundir ambos conceptos: el "pixapins" es un excursionista de fin de semana que intenta integrarse en el entorno y la comunidad local, pero que, en su afán por parecer auténtico, puede cometer errores como confundir un roble con una encina o un coscojo, lo que genera entre los lugareños cierto regocijo.
Por otro lado, el "charnego" es un español que ha emigrado a Cataluña y que, con mayor o menor éxito, ha tratado de adaptarse a la sociedad catalana, aunque su manera de pensar o de hablar revele que se siente más español que catalán.
El conflicto entre "charnegos" y catalanes de origen ha sido tema recurrente en obras literarias y cinematográficas españolas del siglo XX, como "Últimas tardes con Teresa" de Juan Marsé o "La piel quemada" de José María Forn.