La muralla romana mejor conservada del mundo se encuentra en este rincón de Lugo

La muralla romana mejor conservada del mundo se encuentra en este rincón de Lugo

La construcción de la muralla se realizó con materiales locales, principalmente granito y lajas de pizarra, lo que le ha permitido resistir el paso del tiempo con mínimas modificaciones.

Muralla de Lugo

La muralla romana de Lugo, ubicada en la ciudad gallega de Lugo, es un monumento impresionante que ha perdurado a lo largo de los siglos. Construida en el siglo III d.C., esta estructura defensiva es un ejemplo excepcional de la ingeniería romana y ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000. La muralla, que rodea el casco histórico de la ciudad, tiene una longitud de 2.266 metros y está coronada por 85 torres, de las cuales 71 se conservan en la actualidad. Esta fortificación no solo ha servido como defensa, sino que también ha delimitado el crecimiento urbano y ha sido un elemento integrador entre la antigua Lucus Augusti y la moderna Lugo.

La construcción de la muralla se realizó con materiales locales, principalmente granito y lajas de pizarra, lo que le ha permitido resistir el paso del tiempo con mínimas modificaciones. La anchura de los muros varía entre 4,20 y 7 metros, y su altura oscila entre 8 y 12 metros en diferentes tramos. Las torres, que originalmente eran 85 o 86, están dispuestas de manera que evitan ángulos muertos, lo que demuestra la avanzada planificación militar de los romanos. Algunas de estas torres tienen ventanales de medio punto, lo que sugiere que estaban equipadas con armas defensivas como ballestas y onagros.

La muralla de Lugo no solo es un testimonio de la ingeniería militar romana, sino también de la historia de la ciudad. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de numerosos eventos históricos, desde la invasión de los suevos y visigodos hasta los ataques de los musulmanes en el siglo VIII. Durante la Edad Media, la muralla continuó desempeñando un papel crucial en la defensa de la ciudad, y en el siglo XIX, se abrieron nuevas puertas para facilitar el acceso y la expansión urbana. Hoy en día, la muralla es un importante atractivo turístico y un símbolo del patrimonio cultural de Lugo.

El trazado de la muralla sigue una forma cuadrangular con vértices suavizados, adaptándose a la orografía irregular del terreno. La disposición de las torres y los lienzos de muro entre ellas muestra una planificación meticulosa, con distancias que varían entre 6,30 y 13,50 metros. La muralla incluye diez puertas, cinco de las cuales son originales de la época romana, mientras que las otras cinco se añadieron entre los siglos XIX y XX para satisfacer las necesidades de una ciudad en crecimiento. Estas puertas no solo facilitaban el acceso, sino que también servían para el control de impuestos y el tránsito de personas y mercancías.

La muralla de Lugo ha sido objeto de diversas restauraciones a lo largo de los años, pero su estructura original se ha mantenido en gran medida intacta. En el siglo XX, se llevaron a cabo importantes trabajos de conservación, incluyendo la eliminación de edificaciones adosadas y la rehabilitación de las escaleras de acceso al adarve, el paseo de ronda que recorre la parte superior de la muralla. Este paseo es ahora una calle más de la ciudad, utilizada tanto por residentes como por visitantes.

La importancia estratégica de Lugo en la época romana, situada en una colina y rodeada por el río Miño y varios arroyos, justificó la construcción de esta formidable muralla. A diferencia de otras ciudades que se redujeron al fortificarse, Lugo creció, incluyendo tierras de labor y áreas despobladas dentro de su perímetro defensivo. La muralla no solo protegía a la ciudad de invasiones, sino que también la resguardaba del frío viento del norte.