Estos son todos los secretos detrás de la considerada 'puerta a la Valencia medieval'

Estos son todos los secretos detrás de la considerada 'puerta a la Valencia medieval'

En la parte que mira hacia el interior de la ciudad, se pueden observar una serie de estancias abiertas cubiertas con bóvedas nervadas de crucería.

Puerta de los Serranos

Las Torres de Serranos, también conocidas como la Puerta de Serranos, son una de las dos puertas fortificadas que aún se mantienen en pie de la antigua muralla medieval de Valencia. Este impresionante conjunto arquitectónico, declarado Bien de Interés Cultural en 1931, está compuesto por dos torres poligonales unidas por un cuerpo central que alberga la puerta propiamente dicha, rematada en un arco de medio punto.

La construcción de las Torres de Serranos comenzó el 6 de abril de 1392 bajo la dirección del maestro Pere Balaguer, quien se inspiró en otras puertas góticas de la época, como la Puerta Real del monasterio de Poblet y la puerta de San Miguel de Morella. Las obras se llevaron a cabo sobre los terrenos del antiguo pórtico y finalizaron el 19 de marzo de 13983. Durante su construcción, se planteó la necesidad de mejorar el acceso a la planta noble de las torres, lo que llevó a la creación de una monumental escalinata de piedra que facilitó su uso en ceremonias y eventos oficiales.

A lo largo de los siglos, las Torres de Serranos han tenido diversos usos. Originalmente, su función principal era la defensa de la ciudad en caso de asedio o ataque. Sin embargo, también se utilizaban para ceremonias y entradas oficiales de embajadores y reyes, siendo considerada la entrada principal de Valencia. En 1586, tras un incendio en la ciudad, las torres fueron reconvertidas en prisión para nobles y caballeros, función que mantuvieron hasta 1887, cuando los presos fueron trasladados al convento de San Agustín.

Durante la Guerra Civil Española, las Torres de Serranos desempeñaron un papel crucial en la protección del patrimonio artístico. En diciembre de 1936, se construyó una bóveda de hormigón armado de 90 cm de grosor en el primer piso para proteger las obras de arte evacuadas del Museo del Prado en caso de bombardeo. Además, se instalaron sistemas automáticos de control de humedad y temperatura para preservar las piezas almacenadas.

En el año 2000, se llevó a cabo una limpieza de la piedra, devolviendo a la puerta su aspecto actual. Hoy en día, las Torres de Serranos se pueden visitar y subir a lo alto, ofreciendo una vista impresionante de Valencia. La Puerta de Serranos también se utiliza para diversos actos de la ciudad, siendo el más característico la “crida” o llamada de la fiesta de las Fallas, donde la fallera mayor proclama el inicio de las festividades desde una tribuna levantada frente a la fachada exterior.

La estructura de las torres presenta una planta poligonal hacia el exterior de la ciudad y está achaflanada hacia el interior de la muralla, a diferencia de las Torres de Quart, que son cilíndricas. Las torres constan de tres plantas abovedadas, y el cuerpo central destaca por su decoración gótica exterior. En la parte que mira hacia el interior de la ciudad, se pueden observar una serie de estancias abiertas cubiertas con bóvedas nervadas de crucería.

El uso de las Torres de Serranos como prisión permitió que sobrevivieran al desmantelamiento de la muralla ordenado por Cirilo Amorós, gobernador civil de Valencia. Sin embargo, este uso también causó daños en la estructura interior del edificio, como el cegado de las grandes arcadas abiertas al interior y la perforación del muro exterior con diversas ventanas. Entre 1893 y 1914, la Real Academia de San Carlos llevó a cabo una restauración dirigida por el escultor y académico José Aixá para reparar y preservar el edificio.

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Las Torres de Serranos son un testimonio vivo de la historia de Valencia, combinando su función defensiva con un papel representativo y ceremonial a lo largo de los siglos. Su sólida mampostería y revestimiento de sillería de piedra caliza, procedente principalmente de Alginet, le confieren un acabado suntuoso que refleja su importancia histórica y arquitectónica.