Este es el planeta más pequeño de todo el universo: la NASA aclara si puede albergar vida
La órbita del planeta alrededor de su estrella es de tan solo 13 días, lo que resulta en temperaturas promedio que rondan los 426 °C.
En un rincón distante de la constelación de Lyra, a unos 215 años luz de nuestro hogar, se encuentra un exoplaneta que ha capturado la atención de la comunidad científica internacional. Kepler-37b, como se le conoce, ha sido reconocido como el planeta más pequeño descubierto hasta la fecha fuera de nuestro sistema solar, superando en tamaño apenas a nuestra propia Luna.
Este cuerpo celeste forma parte de un sistema planetario que incluye a Kepler-37c y Kepler-37d, todos ellos descubiertos gracias a la meticulosa observación de tránsitos estelares realizada por el telescopio espacial Kepler. La precisión con la que se ha determinado el tamaño de Kepler-37b es el resultado de un innovador proceso conocido como astrosismología, que compara el tamaño del planeta con el de su estrella utilizando ondas de sonido. Esta técnica ha permitido a los astrónomos afirmar con confianza que estamos ante el planeta más pequeño jamás observado en el universo.
La NASA ha señalado que Kepler-37b es casi enteramente rocoso, una característica que, junto con su proximidad a su estrella, hace que la posibilidad de vida tal como la conocemos sea prácticamente nula. La órbita del planeta alrededor de su estrella es de tan solo 13 días, lo que resulta en temperaturas promedio que rondan los 426 °C, condiciones extremas que desafían cualquier forma de vida terrestre2.
El hallazgo de Kepler-37b no solo amplía nuestro conocimiento sobre la diversidad de cuerpos celestes que existen en el cosmos, sino que también sugiere que planetas de tamaño tan reducido podrían ser más comunes de lo que se pensaba anteriormente. Este descubrimiento abre nuevas puertas para la exploración espacial y plantea interrogantes fascinantes sobre la formación y evolución de los sistemas planetarios en nuestra galaxia y más allá.
La investigación sobre Kepler-37b continúa, y con cada nuevo dato que se obtiene, se reescribe un poco más la historia de nuestro entendimiento del universo. Aunque este pequeño planeta no pueda albergar vida, su existencia es un testimonio de la inmensidad y la maravilla del espacio que nos rodea, un recordatorio constante de que aún queda mucho por descubrir en la vasta oscuridad estelar.