Españoles que ganaron la lotería y para los que el premio fue un regalo envenenado

Españoles que ganaron la lotería y para los que el premio fue un regalo envenenado

Todos deseamos ganar y que nos cambie la vida, pero a veces las consecuencias no son las esperadas. 

Un puesto de venta de billetes de lotería, en Madrid.Eduardo Parra / Europa Press via Getty Images

Ganar la lotería es un sueño universal. Cuántas veces decimos es de: "si me tocara...". Sin embargo, una alegría así a veces llega para cambiar la vida, pero no para bien. Han sido varios los casos que hemos tenido en España, sin ir más lejos, en los últimos años. 

Así, en 2009, un vecino de una pequeña localidad de Orense que llevaba seis años siendo millonario gracias a un premio de la lotería, apareció muerto de un disparo en la cabeza. Según sus vecinos, José Manuel Calvo Vaz, que es como se llamaba el señor, era un hombre modesto al que en 2003 le tocaron casi diez millones de euros. Hasta que aquel boleto de lotería le cambió la vida -a él, a su mujer y a sus dos hijas- el hombre trabajaba en el Ayuntamiento de Riós como operario municipal.

Nadie en su entorno se podía creer que una persona afortunada se quitase la vida. Chemanel, como era conocido en el pueblo, tenía 49 años al morir, una mansión, tres coches de lujo, un coto de caza y una empresa de maquinaria para el campo. Esta última, según sus vecinos, no le iba muy bien. Según los testimonios recogidos entonces por el diario El Mundo, había comenzado varios negocios en los que no tenía ninguna experiencia y que no supo cómo manejar. Su comportamiento, dicen, siempre fue como el de antes de que le tocase la fortuna

Otro caso desconcertante nos lleva a Castellón. Allí, en 2020, se juzgó a un hombre llamado Francisco Guerrero, que había ganado seis millones de euros en la Bonoloto y que lo perdió todo tras invertirlo en el Banco Santander

Después de 14 años de periplo judicial y de haber ganado dos juicios, el hombre seguía en una situación económica precaria y con serios problemas de salud. En 2007, Francisco Guerrero, sin estudios y "totalmente ignorante en cuestiones financieras", invirtió 6,5 millones de euros en el citado banco, en lo que creyó que eran depósitos a plazo fijo sin riesgo, pero en lugar de eso contrató productos tóxicos de alto riesgo, que no sólo le hicieron perder todo lo invertido, sino que le generaron deudas.

No fue hasta 2009 cuando supo que había perdido todo, ya que Guerrero, albañil de profesión, siguió trabajando sin "tocar un euro" de lo ganado, y a raíz de una dolencia en la rodilla fue a extraer 30.000 euros al banco y le dijeron que no tenía nada. Pese a que la justicia ya le había dado la razón en dos ocasiones y el banco había sido condenado a pagarle 1,2 millones de euros a él y otros 1,2 a sus hijos, las deudas generadas por los productos tóxicos se habían llevado todo lo recuperado.

Por eso, debió ponerse en tratamiento psiquiátrico y arrastraba unas secuelas importantes en la rodilla, de la que no se pudo operar hasta muchos años después. Llegó inclus a vivir en una casa okupa, ya que en alguna de esas operaciones la hipotecó y no pudo hacer frente al pago de las cuotas.

Al final, la justicia dictaminó el cobro de 163.000 euros del banco (46.675 a él y el resto a dos de sus hijas) en concepto de daños y perjuicios. El fallo judicial conocido este jueves declara el incumplimiento por parte del Banco Santander de sus obligaciones "con el contrato de asesoramiento financiero que mantenía con los demandantes, incurriendo en responsabilidad contractual por la adquisición de los valores de Santander objeto de las presentes actuaciones" por "falta de transparencia e información suficiente suministrada a los adquirentes".

Una historia de desgaste que no compensa la alegría inicial.