El rey que trató de prohibir el café con un descabellado experimento mortal
Pasará a la historia por llevar a cabo uno de los planes más extraños de los que hay constancia.
Actualmente el café es una de las bebidas más consumidas en el mundo, pero no siempre fue así y hasta hace relativamente poco, era considerado por algunos reyes, eclesiásticos y grandes mandatarios, como una bebida satánica, por sus -supuestamente- efectos adversos para la salud.
Una de estas historias, que podría parecer mentira, fue protagonizada por el rey de Suecia Gustavo III, quien ejerció como máxima autoridad en el país escandinavo entre 1771 y 1792, hasta que fue asesinado.
A diferencia de los cientos de millones de personas que a día de hoy consumen café de forma diaria, Gustavo detestaba el café con todas sus ganas, hasta el punto de intentar prohibirlo por los efectos contrarios que creía que tenía la cafeína, hasta el punto de catalogarla de droga. Con el objetivo de demostrar que estaba en lo cierto, Gustavo III realizó un experimento insólito y sorprendente.
Hay que recordar que el café llegó a Europa sobre el año 1600 de la mano de los mercaderes venecianos, algo que provocó las primeras 'discrepancias' entre la población, ya que mientras que a una buena parte de ella les gustó, a otra no, llegando al punto de intentar prohibirlo en varios países.
El clero también se opuso al café
Además de Gustavo III de Suecia, un estamento que se opuso desde casi el primer momento al consumo de café por parte de los ciudadanos, fue el clero. Hasta el punto de denominarlo como "una amarga invención de Satanás", al ser considerada por muchos de ellos como lo contrario a la bebida santificada: el vino.
Pero rápidamente se acallaron estos rumores después de que el papa Clemente VIII la santificara y pusiera fin al problema. Pero esto no iba a cambiar el parecer de la verdadera autoridad: los reyes.
Experimento inaudito de Gustavo III
Para tratar de poner fin a la polémica y demostrar que estaba en lo cierto, Gustavo III decidió llevar a cabo un plan que no terminó saliendo como esperaba. Eligió a dos hermanos gemelos que estaban condenados a muerte, y obligó a uno de ellos a tomar café y al otro té, durante el resto de sus vidas bajo supervisión médica.
Gustavo pensó que ambos morirían con brevedad fruto de las consecuencias de su consumo diario y en altas dosis, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, murieron antes los dos médicos y hasta el propio Gustavo, asesinado durante un baile en el año 1792, mientras que los dos hermanos continuaron vivos.
Para más inri, uno de ellos murió a los 83 años, y fue precisamente el que bebió té durante 30 años, mientras que no hay ni rastro de cómo fue el final de su gemelo, que por razones moriría, pero casi con total seguridad lo hizo después que su hermano, demostrando así que el planteamiento de Gustavo III no era el más correcto.