El pueblo soriano que en la noche de San Juan realizará uno de los rituales de fuego más inmemorales de España
Tres jóvenes del pueblo, seleccionadas entre las solteras, se convierten en las protagonistas de la jornada.
En las profundidades de España, donde las tradiciones se entrelazan con el fuego de la celebración, se encuentra San Pedro Manrique, un pueblo que cada año se convierte en el escenario de un espectáculo pirotécnico que desafía la razón y enciende la pasión de sus habitantes. La noche del 23 de junio, cuando el solsticio de verano alcanza su cenit, el pueblo soriano de San Pedro Manrique celebra una de las festividades más antiguas y enigmáticas del país: el Paso del Fuego.
Este evento, que se lleva a cabo frente a la iglesia de la Virgen de la Peña, comienza con la meticulosa preparación de una alfombra de ascuas. Los trabajadores municipales, con destreza y precisión, disponen madera de roble y ramas secas de estepa, que tras ser consumidas por el fuego, se transforman en brasas ardientes. Estas se esparcen con pértigas largas para formar un camino de carbones encendidos de aproximadamente 80 centímetros de ancho y más de dos metros de largo.
Cuando el reloj se acerca a la medianoche, el aire se llena de una tensión palpable. Los valientes del pueblo, descalzos y con el corazón alzado, se disponen a cruzar la alfombra de fuego. Algunos, llevando sobre sus hombros a familiares o amigos, atraviesan las brasas sin sufrir quemaduras, en un acto que muchos consideran un milagro y otros, una muestra de fe y coraje.
Al amanecer, tras la noche de fuego, se lleva a cabo otro rito igualmente significativo: la ofrenda y procesión de Las Móndidas. Tres jóvenes del pueblo, seleccionadas entre las solteras, se convierten en las protagonistas de la jornada. Vestidas con trajes blancos inmaculados, mantones de Manila y portando los tradicionales “cesteños” sobre sus cabezas, estas jóvenes simbolizan la pureza y la renovación. Los cesteños, adornados con flores y lazos de seda, no solo llevan barras de pan y ramas de árboles, sino también arbujelos, varitas largas impregnadas de masa de pan cocida y teñida con azafrán.
Los rituales continúan con la “Descubierta”, donde las autoridades, ataviadas con indumentaria formal y bicornios, recorren las murallas a caballo y se dirigen a la dehesa para participar en un ágape que incluye el popular rosco. Más tarde, se celebra la “Caballada”, una emocionante carrera de caballos protagonizada por los jóvenes del pueblo.
La celebración culmina con una misa solemne en la iglesia, donde Las Móndidas presentan sus arbujelos a la corporación municipal. En la plaza del Ayuntamiento, las jóvenes recitan cuartetas y danzan con los miembros de la corporación, cerrando así un ciclo de festividades que no solo honra a San Juan, sino que también refleja la identidad y el espíritu comunitario de San Pedro Manrique.
Este evento, arraigado en la historia y la cultura de Castilla y León, no solo atrae a los lugareños, sino también a visitantes de todo el mundo, ansiosos por ser testigos de la magia y el misterio que envuelven al Paso del Fuego y Las Móndidas, joyas del patrimonio cultural de la región.