El fascinante origen detrás de las 'barras de sangre' de la bandera de Cataluña
La evolución de la señera refleja la rica y compleja historia de Cataluña y su relación con la Corona de Aragón.
La bandera de Cataluña, conocida como la señera, es un símbolo cargado de historia y significado. Adoptada oficialmente en 1979, su diseño de cuatro barras rojas sobre fondo amarillo tiene raíces profundas que se remontan a la Edad Media. Este emblema, que originalmente representaba a los reyes de Aragón y condes de Barcelona, ha evolucionado a lo largo de los siglos, adquiriendo un simbolismo político y cultural que perdura hasta hoy.
El origen de la señera se atribuye a Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, quien vivió en el siglo XII. Según algunos historiadores, los primeros sellos que muestran las cuatro barras datan de 1150. Estos sellos, aunque monocromáticos y de escasa nitidez, son considerados las primeras evidencias del emblema. La Crónica de San Juan de la Peña, un documento del siglo XIV, menciona que el rey de Aragón cambió sus armas a las barras, lo que sugiere una evolución en el uso de este símbolo.
A lo largo de los siglos, las barras rojas y doradas se asociaron no solo con la familia real, sino también con diversas órdenes religiosas y linajes nobiliarios. Este uso se extendió a escudos de villas y ciudades, consolidando su presencia en la heráldica de la región. Con el tiempo, el emblema de los reyes de la Corona de Aragón pasó a identificarse con los territorios que gobernaban, incluyendo Cataluña.
Durante la Edad Moderna, el uso de las barras se diversificó. En Cataluña, se alternaron con la cruz de San Jorge, símbolo de la Generalidad de Cataluña y del escudo de Barcelona. Esta ambivalencia en los símbolos reflejaba la complejidad de la identidad territorial y política de la región. No fue hasta el siglo XIX, con el auge del catalanismo, que las barras de oro y gules se consolidaron como el emblema exclusivo de Cataluña.
La leyenda de Wifredo el Velloso, conde de Barcelona en el siglo IX, añade un toque mítico al origen de la señera. Según esta historia, Wifredo recibió un escudo dorado del rey Carlos el Calvo, quien, con los dedos manchados de sangre de las heridas del conde, trazó las cuatro barras rojas. Aunque esta leyenda carece de evidencia histórica, ha sido ampliamente difundida y aceptada como parte del imaginario popular catalán.
El uso de la señera ha tenido altibajos a lo largo de la historia. Durante la Renaixença, un movimiento cultural y político del siglo XIX, la bandera adquirió un fuerte simbolismo de afirmación identitaria. Fue izada como “bandera de la Patria” en la Diputación de Barcelona en 1930 y nuevamente en 1931 con la proclamación de la República Catalana. Tras la transición española y la constitución del estado autonómico, la señera fue adoptada oficialmente por Cataluña en 1979, y posteriormente por Aragón, Islas Baleares y Comunidad Valenciana910.
La evolución de la señera refleja la rica y compleja historia de Cataluña y su relación con la Corona de Aragón. Desde sus orígenes como emblema personal de Ramón Berenguer IV hasta su adopción como símbolo de identidad regional, las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo han perdurado como un poderoso símbolo de la cultura y la historia catalanas.