Cuatro hábitos que hacen de nuevo a Finlandia el país más feliz
Por sexto año consecutivo, el estado nórdico encabeza la lista. ¿Qué hace su gente para esa alegría sin comparación en el mundo? Estas son sus claves.
Desde el 2012, existe una asociación, World Happiness Report, que cataloga los países más felices del mundo y Finlandia lleva seis años (¡seis!) consecutivos liderando la clasificación, en la que se analizan 156 países.
Los resultados de esta encuesta se obtienen a través de un cuestionario que los ciudadanos de cada nación rellena. En él deben valorar sus vidas del 0 al 10 y, posteriormente, se afina con factores como el apoyo social del Estado, la esperanza de vida, la generosidad de sus vecinos o la ausencia de corrupción. Eso, como marco general. En el caso de los finlandeses, la naturaleza y un Gobierno que favorece la comodidad de la ciudadanía, preservando su economía, son la base de su buena vida.
Son cuatro los hábitos que más se repiten entre los sondeados y que, coinciden, les ayudan a tener rutinas más felices. Y ninguna tiene que ver con el dinero y el poder, o sea, que a ver si vamos aprendiendo. Son las que siguen: la conexión con la naturaleza, una alimentación saludable. el gusto por la sencillez y las saunas, epicentro de la sociabilidad local.
En el primero de los casos, ayuda a entenderlo un hecho: hasta un 75 % de la superficie de Finlandia son bosques, el país tiene más de 185.000 lagos y más de 40 parques nacionales. Exprimir estos espacios con paseos, piragüismo o escalada es una rutina. Siempre, respetado el entorno y dejándolo como se encontró.
En cuanto a la comida, Finlandia se aleja de la cultura de comida basura y de ultraprocesados, que han llegado a sus mercados por contaminación occidental pero sin demasiado éxito. En casa y fuera de casa, se apuesta por la comida natural, local y fresca, de kilómetro cero y sin aditivos. Avena, frutos del bosque, pescados, sopas, pollo, arroz, pan de centeno, queso fresco… Un equilibrio alimenticio de la mano de la actividad física en la naturaleza. Un buen complemento.
Y aunque el trabajo es forzoso, en Finlandia saben que la vida no se acaba ahí y que nada es mejor que llenarla de pequeñas cosas. La buena vida para ellos se compone de cosas sencillas, sin competiciones. Aire libre y pequeñas cosas como un paseo, sentarse en un banco, disfrutar de un paisaje, mantener al día la jardinería en casa, cocinar, leer o tejer. Momentos de calma y de silencio, que permiten hacer una pausa y meditar, también.
Pero cuidado, que son felices pero no introspectivos, los finlandeses. Les encana socializar y lo hacen a calzón quitado: en las saunas. Hay más de tres millones en el país y suponen un lugar excelente par liberar las toxinas del cuerpo y entrar en contacto con personas desconocidas. Con la ropa quedan atrás los apellidos, los oficios, los orígenes.
Este modo de vida es estable porque hay un sistema detrás que lo garantiza y protege, un estado que atiende a personas enfermas, con discapacidad, ancianos y niños… La sanidad en Finlandia es pública y universal y hay un pacto de estado que blinda la educación y la sanidad públicas y que no puede modificarse ante un cambio de Gobierno.
Nada es perfecto, pero si hay voluntad, toda una sociedad puede fer feliz.