Cuánto cuesta a una familia usar crema solar, según la OCU
La prevención y la detección precoz son claves para evitar el cáncer de piel.
El uso de protector solar es esencial para proteger la piel de los dañinos rayos solares, especialmente durante los meses de verano. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) subraya que todos, independientemente del tipo de piel, deben protegerse del sol para evitar daños graves como el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel, siendo el melanoma uno de los más peligrosos. La prevención y la detección precoz son claves para evitar el cáncer de piel, y campañas como Euromelanoma buscan sensibilizar a la población sobre estos riesgos.
El sol tiene beneficios indudables para la salud, como la mejora del estado de ánimo y la síntesis de vitamina D, pero una exposición excesiva puede ser perjudicial. La OCU recomienda evitar la exposición al sol en las horas centrales del día, usar sombreros y gafas de sol, y aplicar cremas de protección solar adecuadas. Es especialmente importante proteger a los niños pequeños, cuya piel es más sensible. Los bebés menores de seis meses no deben exponerse al sol directo, y hasta los tres años deberían permanecer en la sombra, protegidos con ropa fina de algodón.
El coste del uso de protector solar puede ser significativo. Según la OCU, una familia de cuatro miembros (dos adultos y dos niños) que pase un día en la playa (cuatro horas) y aplique protector solar dos veces (30 ml por adulto y 15 ml por niño) consumiría 180 ml de producto, casi un bote, que cuesta entre 4 y 30 euros. La OCU ha analizado 17 protectores solares y ha comprobado que un precio más alto no siempre significa mejor calidad.
El uso de protector solar es imprescindible, aunque no basta para proteger completamente la piel de las quemaduras y mucho menos de un tumor maligno. Para un bronceado seguro, la OCU aconseja utilizar una crema que proteja tanto de los rayos UVA como de los UVB, con un índice de protección mínimo de 15. Es importante aplicar la crema al menos media hora antes de exponerse al sol y repetir la aplicación cada dos horas, y siempre después de cada baño, incluso si la crema es resistente al agua. Aunque esté nublado o bajo una sombrilla, es crucial usar protector solar, ya que los rayos solares pueden atravesar estas barreras y ser reflejados por el aire y el agua.
La piel de los niños es más sensible a los rayos ultravioleta que la de los adultos. Se sospecha que muchos tumores de piel tienen su origen en quemaduras solares sufridas en la infancia. Por ello, es vital usar una crema solar con un alto índice de protección para los más pequeños, además de un gorro y una camiseta seca, ya que las camisetas mojadas pueden dejar pasar más fácilmente los rayos ultravioleta. La exposición al sol debe ser gradual, permitiendo que la piel se acostumbre a los rayos solares, y es importante moverse y mojarse para evitar quemaduras.
La radiación ultravioleta daña la piel y un protector solar debe contener filtros específicos para los rayos UVA y UVB. La intensidad de la radiación UV varía según la altura del sol en el cielo, la latitud, la nubosidad, la altitud, el ozono y la reflexión por el suelo. La nieve reciente puede reflejar hasta un 80% de la radiación UV, la arena seca de la playa alrededor de un 15%, y la espuma del mar en torno al 25%.
El uso de medios artificiales para broncearse, como las lámparas bronceadoras, es tan nocivo para la piel como la exposición directa al sol. La exposición sistemática a estas lámparas puede causar envejecimiento prematuro de la piel, daño ocular y del sistema inmunológico, y cáncer de piel. Es esencial que los usuarios tengan información clara sobre los riesgos antes de decidir recurrir al bronceado artificial.