Coordinador de bienestar: una figura clave para frenar el acoso escolar con desigual implantación
El Día Mundial contra el 'Bullying' vuelve a poner de manifiesto un problema que en España sufren uno de cada tres alumnos.
Kira, Alana, Lucía o Diego no son solo nombres de niños. Son cuatro víctimas de acoso escolar que decidieron suicidarse. El bullying es una pandemia silenciosa que provoca 200.000 suicidios al año entre jóvenes de 14 a 28 años de todo el mundo, según un informe conjunto de la OMS y Naciones Unidas.
El problema es más grave de lo que parece: no hay estadísticas oficiales sobre acoso escolar. El estudio más completo es el de UNICEF España de finales de 2021, que determina que uno de cada tres alumnos (33,6%) sufre bullying y uno de cada cinco (22,5%) ciberbullying. "Es una realidad que tenemos que abordar porque la violencia escolar está presente en la vida de los adolescentes", explica Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF España.
Para tratar de frenar la alta incidencia de acoso escolar en nuestro país, el Gobierno puso en marcha la Ley Orgánica 8/2021, que establece la inclusión de la figura del Coordinador de bienestar y protección del alumnado en todos los centros escolares a partir del curso 2022/2023. El objetivo es "garantizar los derechos fundamentales de los alumnos, así como su integridad física, psíquica, psicológica y moral frente a cualquier forma de violencia".
En declaraciones a El HuffPost, aseguran que "el compromiso por la mejora del clima escolar es una de las prioridades del Ministerio de Educación y Formación Profesional". Y explican que disponen de un teléfono de atención para los casos de acoso, el 900 018 018, en el que psicólogos, psicopedagogos, juristas, sociólogos y trabajadores sociales atienden todos los casos de malos tratos y de acoso verbal, psicológico, físico, social, sexual y ciberacoso por internet.
"Todo aquello que se haga a favor de las víctimas del acoso escolar lo recibiremos siempre con los brazos abiertos", manifiesta Javier Miglino, director mundial de Bullying Sin Fronteras y creador del Día Mundial contra el Bullying. Reflexiona que "no hay nada escrito sobre el acoso escolar todavía, todos los días cambia y todos los días empeora. Es un problema de menores que tienen que resolver los adultos".
Del coordinador de convivencia al de bienestar y protección del alumnado
El pasado mes de noviembre el Ministerio de Educación y Formación Profesional presentó una guía sobre la figura del coordinador de bienestar y protección del alumnado. Desde el Ministerio dirigido por Pilar Alegría aseguran a este medio que su función es la de "promocionar e impulsar una cultura de protección y buen trato en toda la comunidad educativa". Asimismo, "se trata de sensibilizar y procurar formación sobre cómo garantizar que los centros educativos sean lugares seguros para el alumnado".
Sin embargo, al recaer las competencias en materia de educación en las comunidades autónomas no todas han establecido ya esta nueva figura en sus centros educativos. El Ministerio manifiesta que "en la gran mayoría de las comunidades autónomas está ya implementada y se han realizado formaciones, y en el resto está en proceso". Según ha podido conocer este medio, once de las diecisiete comunidades ya han instaurado a este coordinador.
Justino Gómez es el coordinador de bienestar y protección del alumnado del colegio Claret de Segovia. Cuenta que, aunque la propuesta del estado es de hace dos años, estaban esperando a que la Junta de Castilla y León diera las directrices pertinentes para poder implantarlo este curso. No considera que haya grandes cambios en el sistema educativo con este nuevo cargo porque "es parecido a lo que ya había en la mayoría de los centros con el coordinador de convivencia".
"Esta figura, que prácticamente ya existía, pretende añadir más sensibilización a los profesores y al centro frente al acoso e incluso añadir más medidas", explica. Una de sus funciones principales es ser "el que se coordina con Servicios Sociales, con la Policía y con la Agencia Española de Protección de Datos cuando sea necesario", además de ofrecer a los menores espacios de calidad en todos los ámbitos "no solo en el conflicto de convivencia".
Guadix, que considera este puesto fundamental, ve necesario que "se inviertan recursos en ello" porque hay que "desarrollar sistemas de información compartidos que permitan que los distintos profesionales que tienen una responsabilidad formen una red de protección". Ramiro Ortegón, presidente de la Plataforma PDABullying, argumenta que es esencial que se especialicen en "tipificación de los problemas y reparación de heridas emocionales".
En cuanto a la formación, Justino reclama que no la reciban solo los coordinadores de bienestar, sino todo el profesorado: "El buen trato es lo que tiene que reinar en el aula y si no es así todos tenemos que ser capaces de prevenir o denunciar, lo que corresponda en cada caso". Cree que el trabajo de prevención y de sensibilización contra el bullying en los alumnos es algo que lleva mucho tiempo y que tiene que haber detrás un proyecto educativo en cada centro.
Manifiesta que en los colegios siempre surgen situaciones que pueden desembocar en conflicto, por eso es importante su labor para "determinar si hay acoso y si es más o menos grave". Confiesa que esta es la tarea más difícil de su cargo porque "genera muchas entrevistas con alumnos, padres y profesores, además de un montón de documentación, pero todo es poco para poder proteger a los que se sienten mal".
"La principal tarea del coordinador de bienestar es la prevención, pero cuando llegan casos graves hay que estar muy bien preparado porque hay que ser ágiles, contundentes y saber cómo tratar el caso", expone Guadix. Ortegón cree que "tiene que dar soporte a la prevención, ser un referente de recepción de alertas y coordinar la actuación, pero debe tener más funciones".
Los casos a los que ha tenido que enfrentarse Justino "se han solucionado con éxito porque se han frenado y ese es el éxito". Admite que, en alguna ocasión, han tenido que "echar mano de medidas significativas, hablando con alumnos y padres para parar determinadas situaciones". Y es consciente de que el protocolo de la comunidad ha tenido mucho que ver en ello: "Con determinadas actuaciones hemos logrado que, afortunadamente, no haya que tomar medidas más graves".
Alumnos mediadores
"El bullying no solo existe en los centros escolares, sino en todo el espacio socioeducativo", expone Ortegón. Por eso es importante que los protocolos se adapten también a las diferentes situaciones que pueden surgir una vez los alumnos terminan las clases.
Del mismo modo, Guadix expone que "los alumnos no son solo sujetos que merecen protección, que también, pero ellos pueden formar parte de la solución y para eso precisan una formación en educación en derechos de infancia".
Para situaciones que tengan lugar fuera del horario o espacio escolar, en algunos centros educativos se ha creado también la figura del alumno mediador. En algunos institutos de Canarias, por ejemplo, ya se ha implantado hace varios años.
"Formamos a alumnado tranquilo y con capacidades de resolución de problemas para que cuando haya un conflicto entre varios jóvenes, el alumno mediador actúe para tratar de solucionarlo", explica Miguel Ángel Martín, profesor de secundaria y bachillerato en el sur de Tenerife. Cuenta que es un método muy eficaz porque "entre ellos se entienden mejor y entran en razón rápido".
Durante este proceso los alumnos mediadores no están solos, cuenta, sino que son guiados en todo momento por el tutor mediador. Se trata de un profesor con la formación necesaria para resolver conflictos en el centro escolar. Si el caso fuera más grave, sería él el encargado de actuar y tomar las medidas necesarias.
Un "parche" en el sistema educativo
Enrique Pérez-Carrillo de la Cueva, presidente de AEPAE (Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar) considera que la creación de la figura del coordinador de bienestar "sigue siendo un parche" porque "no elimina el problema, continúa siendo el mismo que era antes". Cree que es una estrategia del gobierno para "calmar a la opinión pública y que parezca que se está haciendo algo para solucionar la situación".
"Esta figura ha contribuido a bajar los niveles de bullying en Francia, pero creemos que en España no va a tener el mismo efecto", pronostica Miglino. Guadix, de UNICEF, asegura que "no podemos decir que estemos muy satisfechos del arranque del curso, pero esta figura es clave a la hora de desarrollar entornos seguros".
Joaquín sufrió acoso escolar durante su adolescencia. Piensa que esta figura "debería haberse creado mucho antes porque que el bullying existe desde siempre y en la mayoría de los casos se mira hacia otro lado". Sin embargo, no cree que sea suficiente para frenar esta tendencia: "El problema está en la educación de los jóvenes, dentro y fuera de los centros educativos".
"El coordinador es un primer paso, pero hay que dar más", argumenta. No cree que en su caso particular le hubiera ayudado la existencia de esta persona en su centro porque "en los 90 todo era diferente". Pero, en su opinión, se deberían impartir clases de psicología y filosofía para reeducar a los alumnos y cambiar los comportamientos que no sean adecuados.
El mayor conflicto que surge, según Pérez Carrillo, tiene que ver con el reglamento porque "en la mayoría de los centros es un profesor del propio centro el que desarrolla esa labor y eso es un error". Considera que esto es una limitación porque "no tienen suficiente tiempo de hacerlo de forma correcta y la formación que reciben es insuficiente, escasa de horas y sin ningún tipo de tutorización".
Lo mismo opina Miglino, que cree que "si lo desempeñan personas que ya estaban en el centro y además tienen formación escasa, las cosas van a cambiar entre poco y nada". Guadix también se pone serio con este tema, ya que opina que "no puede dejarse al albur distribuir el cargo en función de las posibilidades del claustro y de quien tenga un rato para dedicarse a estas funciones".
Para Miglino lo fundamental sería que "haya coordinadores que sean externos y lleguen a cada centro con la mente abierta para que los alumnos cojan confianza con ellos y les cuenten sus problemas". También considera positivo que estos coordinadores roten por distintos centros para "que no sea la misma persona siempre en el mismo colegio y enriquezca su experiencia".
La propuesta de Pérez-Carrillo va en la mísma línea: "Se necesita una persona externa al centro, un educador social o un psicólogo, que tenga capacidades para cualquier intervención y que no minimice ni invisibilice el problema". Confía que los profesores que están desempeñando actualmente este labor lo hagan "adecuadamente", pero no se olvida de que, según su experiencia y la de las víctimas a las que han atendido, "el centro no puede ser juez y al mismo tiempo parte del proceso de prevención y actuación del acoso escolar".
"Tiene que ser gente que tenga interés en terminar con el bullying, no sirve simplemente con gestionarlo y que siga existiendo", alega Miglino. Para Ortegón la clave es "la formación, no solo de esta figura sino del resto del equipo docente y de otros profesionales que puedan dar respuesta". Pero asegura que "no existe un perfil profesional específico, lo importante es la especialización del profesional con una formación en el acompañamiento de procesos emocionales".
Plan común para la prevención: ¿utopía o realidad?
El Ministerio de Educación y Formación Profesional reactivó en 2020 el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar. Según informan a El HuffPost, se trata de un órgano que reúne a los principales actores de la comunidad educativa para coordinar políticas que permitan mejorar el clima escolar y prevenir situaciones de acoso y violencia.
Llevaba 10 años sin ser convocado y es durante esta legislatura cuando se han retomado los trabajos. De hecho, este miércoles 3 de mayo se volverán a reunir para presentar el primer Estudio Estatal de Convivencia Escolar en Educación Primaria.
"Creo que en España se están tomando medidas inconexas, no hay un plan integral para acabar con el acoso escolar y establecer unos límites", expone Miglino, quien ve necesaria la creación de "un plan de choque mediante el que las instituciones publicas y privadas puedan contar con más elementos que solamente esta figura del coordinador". Lo más importante para él es que se establezcan desde el gobierno central "unas líneas rojas para frenar el bullying".
Justino Gómez considera que es imposible que haya un plan a nivel nacional debido a que la competencia en educación no es del gobierno, pero cree que los protocolos que tienen las comunidades son muy parecidos entre ellos.
"No porque haya un protocolo nacional va a ser más efectiva la lucha contra el bullying, eso va en relación a la sensibilización de los centros y del profesorado: intervención rápida e inmediata, protección a la víctima, toma de medidas, seguimiento de la situación...", asegura.
Aprovechando que esa competencia recae en cada comunidad autónoma, Ortegón opina también que "no hay que crear nuevos planes, hacer un plan a nivel nacional no sería la línea que se debería seguir". Por eso plantea la idea de que "las comunidades tienen que seguir la base de esta ley para reforzar la prevención y la atención".
Pese a las limitaciones que tiene el gobierno en cuanto a toma de decisiones dentro de cada comunidad, Guadix propone "un plan mucho más estimulante, con más recursos y más impulso para que las comunidades lo acojan y se refuerce esta cuestión, y al mismo tiempo que haya esfuerzo compartido entre administraciones".
Asimismo, estima que "tiene que haber un mayor desarrollo legislativo en torno al coordinador de bienestar para aclarar mejor sus funciones y dotarlo de los recursos necesarios".