Adiós al plástico de toda la vida: crean un sucesor que acaba con un gran problema de contaminación
El nuevo material es tan fuerte como los plásticos convencionales y biodegradable, pero lo que lo hace especial es que se descompone en el agua de mar.
La que debía ser la quinta y última ronda del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-5) para lograr un instrumento legal vinculante para reducir la contaminación global que genera el plástico cerró este lunes sin acuerdo en la ciudad surcoreana de Busan, lo que obliga a retomar las conversaciones en 2025.
Desde el pasado 25 de noviembre más de 3.300 delegados, incluyendo funcionarios de 170 países, científicos y representantes de empresas, y observadores de unas 440 organizaciones se habían reunido en la localidad portuaria (situada 350 kilómetros al sureste de Seúl) para tratar de acordar un tratado. Finalmente, las diferencias, especialmente entre dos grandes grupos de países a cuenta de la limitación en la producción de plástico, han impedido alcanzar un acuerdo sobre un texto final.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ha advertido que si no se imponen medidas a escala mundial, el aumento previsto de la producción de plástico para 2050 podría representar entre el 21% y el 30% del total de emisiones de carbono estimadas que permitiría no sobrepasar el umbral de 1,5 ºC. "Para proteger a las generaciones actuales y futuras de un mundo abrumado por la contaminación plástica y la carga desigual que supone para las comunidades más vulnerables, necesitamos normas mundiales vinculantes", ha resaltado la Directora General de WWF Internacional, Kirsten Schuijt.
Para tratar de hacer frente a este problema, un grupo de investigadores dirigidos por Takuzo Aida en el Centro RIKEN para la Ciencia de la Materia Emergente (CEMS) en Japón han desarrollado un nuevo plástico duradero que no contaminará nuestros océanos.
Reciclable y totalmente degradable en los océanos
El nuevo material es tan fuerte como los plásticos convencionales y biodegradable, pero lo que lo hace especial es que se descompone en el agua de mar. Por lo tanto, se espera que el nuevo plástico ayude a reducir la contaminación dañina por microplásticos que se acumula en los océanos y el suelo y finalmente ingresa a la cadena alimentaria. Los hallazgos experimentales se publican en la revista Science.
Los científicos han estado tratando de desarrollar materiales seguros y sostenibles que puedan reemplazar a los plásticos tradicionales, que no son sostenibles y dañan el medio ambiente. Si bien existen algunos plásticos reciclables y biodegradables, sigue existiendo un gran problema. Los plásticos biodegradables actuales, como el PLA, a menudo terminan en el océano, donde no se pueden degradar porque son insolubles en agua. Como resultado, los microplásticos (trozos de plástico más pequeños de 5 mm) están dañando la vida acuática y encontrando su camino hacia la cadena alimentaria, incluido nuestro propio cuerpo.
En su nuevo estudio, Aida y su equipo se centraron en resolver este problema con plásticos supramoleculares, polímeros con estructuras unidas por interacciones reversibles. Los nuevos plásticos se fabricaron combinando dos monómeros iónicos que forman puentes salinos reticulados, que proporcionan resistencia y flexibilidad. En las pruebas iniciales, uno de los monómeros era un aditivo alimentario común llamado hexametafosfato de sodio y el otro era cualquiera de varios monómeros basados en iones de guanidinio. Ambos monómeros pueden ser metabolizados por bacterias, lo que garantiza la biodegradabilidad una vez que el plástico se disuelve en sus componentes.
"Si bien se pensaba que la naturaleza reversible de los enlaces en los plásticos supramoleculares los hacía débiles e inestables", comenta Aida, "nuestros nuevos materiales son exactamente lo opuesto". En el nuevo material, la estructura de los puentes salinos es irreversible a menos que se exponga a electrolitos como los que se encuentran en el agua de mar. El descubrimiento clave fue cómo crear estos enlaces cruzados selectivamente irreversibles.
Al igual que con el aceite con agua, después de mezclar los dos monómeros en agua, los investigadores observaron dos líquidos separados. Uno era espeso y viscoso y contenía importantes puentes salinos reticulados estructurales, mientras que el otro era acuoso y contenía iones de sal. Por ejemplo, cuando se utilizaron hexametafosfato de sodio y sulfato de alquil diguanidinio, la sal de sulfato de sodio se expulsó a la capa acuosa. El plástico final, alquil SP2, se obtuvo secando lo que quedaba en la capa líquida espesa y viscosa.
La "desalinización" resultó ser el paso crítico; sin ella, el material seco resultante era un cristal frágil, no apto para su uso. La resalinización del plástico colocándolo en agua salada hizo que las interacciones se invirtieran y la estructura del plástico se desestabilizara en cuestión de horas. Por lo tanto, después de haber creado un plástico fuerte y duradero que aún puede disolverse en ciertas condiciones, los investigadores probaron a continuación la calidad del plástico.
Los nuevos plásticos no son tóxicos ni inflamables, lo que significa que no emiten CO2, y pueden remodelarse a temperaturas superiores a 120 °C como otros termoplásticos. Al probar diferentes tipos de sulfatos de guanidinio, el equipo pudo generar plásticos que tenían diferentes durezas y resistencias a la tracción, todas comparables o mejores que los plásticos convencionales.
Esto significa que el nuevo tipo de plástico se puede personalizar según las necesidades; son posibles plásticos duros resistentes a los arañazos, plásticos similares a la silicona de caucho, plásticos fuertes que soportan peso o plásticos flexibles de baja tensión. Los investigadores también crearon plásticos degradables en el océano utilizando polisacáridos que forman puentes salinos reticulados con monómeros de guanidinio. Plásticos como estos se pueden utilizar en la impresión 3D, así como en aplicaciones médicas o relacionadas con la salud.
Por último, los investigadores investigaron la reciclabilidad y biodegradabilidad del nuevo plástico. Después de disolver el nuevo plástico inicial en agua salada, pudieron recuperar el 91% del hexametafosfato y el 82% del guanidinio en forma de polvos, lo que indica que el reciclaje es fácil y eficiente. En el suelo, las láminas del nuevo plástico se degradaron completamente en el transcurso de 10 días, suministrando al suelo fósforo y nitrógeno de manera similar a un fertilizante.
"Con este nuevo material, hemos creado una nueva familia de plásticos que son fuertes, estables, reciclables, pueden cumplir múltiples funciones y, lo que es más importante, no generan microplásticos", finaliza Aida.