Las tribus indígenas aisladas son, además de vulnerables, fundamentales para el futuro
Desde que tengo memoria, siempre he pensado lo importante y emocionante que es el hecho de que haya gente en este planeta que no vive del mismo modo que nosotros. En las sociedades industrializadas tendemos a dar por hecho que nuestro modo de vida es la norma que hay que seguir y que si otros no la han acatado todavía, no tardarán en hacerlo. La mayoría de la gente considera que la expansión de la industria, la tecnología y la visión del mundo capitalista y materialista no es algo simplemente normal, sino positivo, un "progreso" que deberíamos apoyar activamente.
Yo no lo veo así. Y, aún más importante, tampoco lo ven así una multitud de tribus indígenas de todo el mundo que llevan siglos luchando contra unas tentativas de colonización que solo buscan robar sus tierras y sus recursos, forzándoles a ser como las demás civilizaciones. Esta lucha no se trata solo de la cultura y la diversidad, sino del derecho de las personas a decidir su modo de vida y a definir el "progreso" y el "desarrollo" de la forma que consideren apropiada para ellos mismos.
Todo esto es aún más cierto en relación con las tribus indígenas aisladas que con cualquier otra sociedad del planeta. Estos grupos de gente, algunos pequeños, otros más numerosos, no tienen ningún tipo de contacto pacífico con las sociedades industrializadas y son las personas más vulnerables del mundo. Conocemos muy poco de estas tribus, pero sí sabemos que existen más de 100 por todo el mundo, la mayoría en la Amazonia, en el Chaco paraguayo, en las islas Andamán y en Papúa Occidental. También sabemos que poblaciones enteras de estas tribus están siendo borradas del mapa debido a la acción violenta y genocida de foráneos que vienen en busca de sus tierras y sus recursos, o debido a la introducción de enfermedades como la gripe y el sarampión, para las que no tienen defensas.
Sabemos también que han expresado un claro deseo de seguir aislados del resto del mundo. Hay señales que ningún foráneo podría confundir: lanzas cruzadas en el bosque o flechas apuntando a los aviones que sobrevuelan sus territorios. Los sentineleses del océano Índico, que sobrevivieron de forma milagrosa al tsunami de 2004, manifiestan con claridad meridiana sus deseos con evidentes gestos hostiles hacia los forasteros que se acercan a su isla. Sus equivalentes de las grandes selvas tropicales no pueden marcar su territorio de forma tan clara, pero hacen gestos parecidos cuando se sienten provocados.
Aparte de una hostilidad justificada, hay más señales que podemos deducir echando un vistazo a imágenes de las tribus aisladas. En general, son seres humanos sanos, incluso los niños y los mayores, bien alimentados y que no muestran signos externos de enfermedad. Algunos tienen amplias viviendas, jardines y cultivos bien cuidados de mandioca y maíz. A veces incluso disponen de productos comercializados del exterior: recipientes de metal o cuchillos obtenidos a través de complejas redes de intercambio.
Es una prueba clara que desmonta la idea extendida de que es nuestro deber contactar con estas poblaciones, quieran o no. Por lo que sabemos de estas tribus, ni quieren ni necesitan que interfiramos en sus vidas. Son conscientes de que existen poblaciones foráneas pero han elegido permanecer apartados de ellas. Estas personas no están atrasadas ni son reliquias de un pasado remoto, son nuestros contemporáneos y una parte fundamental de la diversidad de la humanidad. No están rogando que les ayudemos a "progresar", solo quieren tener la libertad de decidir su propio futuro.
El acervo cultural de las tribus indígenas aisladas es insustituible y se ha desarrollado durante siglos. Su idioma, su mitología y su forma de ver el cosmos son una herencia genuina que los demás no tenemos ningún derecho a robar o destruir. Son los mejores protectores de su medioambiente y se ha demostrado que son la mejor barrera posible contra la deforestación. Cualquier fotografía por satélite de la Amazonia muestra con claridad cómo los territorios de las tribus indígenas aisladas —una minúscula parte de la selva, para nuestra vergüenza— parecen islas de color verde rodeadas de deforestación, ranchos ganaderos y plantaciones agrícolas.
Multitud de personas están deseando que estos territorios sean reducidos o directamente eliminados. Brasil, por ejemplo, que alberga más tribus indígenas aisladas que cualquier otro país del mundo, cuenta con un poderoso grupo de presión agroindustrial, los "ruralistas", a quienes no les importaría lo más mínimo borrar todas las tribus indígenas del mapa para poder lucrarse explotando sus territorios. Ahora mismo, se está extendiendo por Brasil una crisis humanitaria terrible de la mayor urgencia: el gobierno, que apoya a los partidarios de la agroindustria, ya está moviendo ficha para cambiar la legislación a favor del grupo de presión agroindustrial, eliminando así la protección a las tribus indígenas.
Algunos antropólogos han opinado que tenemos la responsabilidad de emprender las conocidas como expediciones de "contacto controlado", que pretenden hacer que los indígenas aislados se adapten forzosamente al estilo de vida mayoritario. Sin embargo, parecen no tener en cuenta la riqueza de nuestra historia, que es suficiente prueba para darse cuenta de que el contacto entre civilizaciones nunca acaba bien. La decisión de iniciar un contacto debe ser exclusivamente suya, de las tribus indígenas aisladas, y aquellos que entran en sus territorios están negándoles ese derecho. Pueblos indígenas como los zo'é, los kawahivas y los akuntsus han sido diezmados en los últimos años, y tratar de realizar más "contactos controlados" solo desembocará en más genocidios.
Mi pasión por los derechos de los indígenas me condujo a Survival International, un movimiento a nivel mundial que vela por los derechos de estas tribus. Desde 1969, esta organización ha liderado en todo el mundo la lucha por estas civilizaciones aisladas y su derecho a la vida, a mantener sus territorios y a un futuro seguro. Solo si estas reivindicaciones se llevan a cabo en todo el mundo, presionando con insistencia a los gobiernos, a las multinacionales y a instituciones internacionales como la ONU, podrán las personas más vulnerables del mundo tener una mínima opción de supervivencia. Yo ya me he unido a la lucha, pero es urgente que más gente lo haga.
Solo si nuestro apoyo es firme y enérgico en todo el mundo podremos lograr que estas tribus indígenas aisladas prosperen. Os animo a todos a ver y compartir este vídeo, en el que tuve el honor de participar junto a Gillian Anderson, para que entréis a formar parte de este movimiento.
Sir Mark Rylance es actor, director, activista y embajador de Survival International.
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.