Toro de la Vega: Un festejo atroz y violento
Resulta incomprensible que semejante linchamiento colectivo hacia un animal que experimentará miedo, ansiedad y sufrimiento físico, siga reuniendo a los vecinos de Tordesillas para darle, entre todos, una muerte atroz como si de un acto festivo se tratara.
El Torneo del Toro de la Vega en Tordesillas, encierro en el que cientos de personas armadas con lanzas persiguen a un toro para alancearlo y darle muerte, es el máximo exponente de la falta de consideración hacia los animales en nuestro país.
Resulta incomprensible que semejante linchamiento colectivo hacia un animal que experimentará miedo, ansiedad y sufrimiento físico, siga reuniendo a los vecinos de Tordesillas para darle, entre todos, una muerte atroz como si de un acto festivo se tratara ¿Cómo es posible que en la Europa del Siglo XXI se sigan celebrando espectáculos basados en el sufrimiento y la muerte de un animal?
El Tratado de Lisboa, que entró en vigor el 1 de diciembre de 2009, introdujo en los Estados miembros de la Unión Europea la obligación de poner en marcha políticas públicas integrales en defensa de los animales sobre la base de que los animales son "seres sensibles" y no meras cosas. (Artículo13 del Tratado de Funcionamiento de la UE). Esta obligación, que afecta a los Estados, las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales europeas, sigue siendo desconocida e ignorada en España.
En Alemania, Austria y Suiza, los animales son reconocidos legalmente en su Código Civil como seres sensibles (con capacidad para experimentar placer, dolor, y otro tipo de emociones) y no como cosas o propiedades. Una diferenciación importante, socialmente aceptada, que imposibilitaría que un festejo como el del Toro de la Vega pudiera tener lugar.
En Holanda, la consideración moral de los animales y su preocupación por éstos, tiene un claro reflejo en el ámbito político. El Partido por los Animales cuenta actualmente con dos diputados y un Senador en el Congreso holandés, defendiendo el respeto hacia los animales con los que convivimos y promoviendo medidas legales para su protección.
Sin embargo, en nuestro país la situación es radicalmente distinta.
El Reglamento del Inmemorial Torneo del Toro de la Vega todavía recoge en su Artículo 11 Capítulo V "Que se otorgue al lancero que haya dado muerte al toro los testículos y rabo de dicho toro para que los sube dicho lancero prendidos de su lanza".
Pensemos en la imagen que con este festejo se transmite de nuestro país en el exterior ¿es realmente esta lamentable imagen la que queremos que nos defina como sociedad? ¿Es por esto por lo que queremos que se nos conozca en el resto de Europa? Estampas tan desgraciadas como la que hoy se habrá dado en Tordesillas no contribuyen de ninguna manera a nuestro desarrollo moral y ético y mucho menos económico.
Pese a que el Reglamento Taurino de la Junta de Castilla y León prohíbe taxativamente herir o pinchar a los animales en los encierros, el Toro de la Vega, con sus macabras y anacrónicas Ordenanzas, se sigue celebrando incumpliendo de forma flagrante la legislación.
El espíritu de las leyes que rigen el mundo occidental se fundamenta en la asimilación de las demandas sociales transformándolas en un corpus jurídico vivo y reflejo del estado ético y moral de una sociedad ¿qué diagnóstico podemos dar de una sociedad cuyas normas permiten este festejo atroz y violento?
Año tras año, desde hace casi una década, el Partido Animalista congrega a centenares de personas que tras recorrer muchos kilómetros se manifiestan en Tordesillas apelando a la ética y el respeto hacia los animales, exigiendo a los gobernantes de uno y otro signo político que escuchen el clamor de la sociedad española que se posiciona en contra, sin haber obtenido respuesta hasta el momento.
Es notorio que la gran mayoría de la sociedad rechaza enérgicamente este festejo. Sólo hace falta echar un vistazo en estos días a las redes sociales para encontrar miles de mensajes e imágenes de denuncia ¿o es que los políticos no hacen uso de las nuevas tecnologías para tomar el pulso a la ciudadanía?
Ninguno de los políticos responsables ha tenido la voluntad de prohibir un festejo que debiera haber sido erradicado hace mucho tiempo. Algo que evidencia la falta de interés en una cuestión que merece también un análisis político, y es la forma que tenemos de relacionarnos con los animales, cuyos intereses siguen siendo ignorados por un prejuicio antropocéntrico.
Pero estamos cerca de conseguirlo. El fin del Toro de la Vega será el comienzo de la construcción de una sociedad mejor para todos, en la que los derechos del resto de animales empiecen a ser respetados.