Obama y Romney, a cinco meses de las urnas
Las políticas de austeridad en la UE que nos están empujando al abismo podrían facilitar la elección de un republicano en EE UU. Este sería un resultado del que luego nos podríamos tener que arrepentir.
Uno de los grades políticos de la historia reciente de EE UU, Tip O'Neil, congresista por Massachusetts dijo una vez que "toda la política es local". En un mundo globalizado en que vivimos es importante recordar esa máxima: si ignoramos lo que está pasando en nuestras comunidades y cómo van a responder nuestros votantes nos arriesgamos a perder su apoyo y a fracasar en nuestros intentos de implementar políticas y buscar soluciones a nuestros problemas. Menciono esto, porque tanto en EE UU como en España y Europa uno de los fenómenos crecientes, sobre todo desde el inicio de la crisis, está siendo la creciente distancia entre los ciudadanos y los gobiernos.
Pese a que quedan meses hasta las elecciones de noviembre, la campaña está ya en plena marcha y tanto el candidato republicano Romney, como el presidente Obama están ya recorriendo todo el país en busca de votos (y de dinero para sus campañas). Las convenciones de los dos candidatos se celebrarán a lo largo del verano. A estas alturas algunas cosas ya empiezan a estar claras:
En primer lugar, va a ser una elección muy reñida. Las últimas encuestas dan un empate técnico entre los dos candidatos un 47% para Obama y un 43% para Romney. En las últimas semanas Romney ha logrado reducir la ventaja que tenía Obama. Una de las razones es el notable descenso en la popularidad del presidente, que se encuentra alrededor del 47%. En este sentido es importante recordar que no ha habido ningún incumbente que haya sido reelegido sin haber sobrepasado la barrera del 50%. Bush hijo, cuando ganó las elecciones en 2004, tenía niveles de popularidad del 53% a esta altura de la campaña y ganó por muy poco margen. Y Obama no ha pasado de la barrera del 50% desde hace más de un año.
Incluso en Massachusetts, un estado tradicionalmente muy liberal y demócrata que votó masivamente por Obama en las últimas elecciones, hay un descontento significativo con el presidente. De acuerdo con una reciente encuesta de mi universidad (Suffolk University) hay un 32% de los encuestados que tiene una opinión desfavorable del presidente, y "solo un 59%" votarían por él en las elecciones presidenciales. Muchas veces bromeo, que paso más tiempo oyendo a mis amigos y colegas demócratas criticar a Obama que a los republicanos. El gran peligro para él sería que muchos de estos demócratas se abstengan.
En segundo lugar, el resultado de la elección va a estar marcado en gran medida por la situación económica. A poco más de cinco meses de las elecciones presidenciales, la economía sigue siendo el gran caballo de batalla, y la fluctuación de los datos de desempleo y crecimiento van a ser los grandes determinantes de cómo los votantes estadounidenses respondan a la celebre pregunta formulada por el presidente Ronald Reagan en 1980: ¿Le van las cosas mejor que hace cuatro años? De acuerdo con encuestas recientes solo un 28% de los votantes responden afirmativamente a esa pregunta, lo cual no pinta muy bien para el presidente Obama. Como referencia: cuando Bush padre perdió en 1992, un 37% de los votantes respondían afirmativamente.
En enero un 46% de los norteamericanos aseguraba tener una visión optimista de la situación. En mayo esta cifra ha subido al 53% de los encuestados. Además Obama suspende en la valoración sobre su gestión de la economía: un 53% opina que esta haciendo una mala gestión, y tan solo un 32% cree que las políticas de su administración están ayudando a atajar la crisis económica (un 41% indica que las está empeorando). Y un 58% opina que el país está en el camino equivocado (y solo un 33% opina lo contrario). Por último, es importante resaltar que ningún presidente desde F. Roosevelt ha sido reelegido con una tasa de paro superior al 7,2%. Mientras no mejoren estos datos esta será una elección muy abierta.
Los datos económicos no son muy esperanzadores. Pese a que la situación económica actual es mejor que era en el otoño de 2008: el desempleo esta bajando lentamente (desde el 9,1% del pasado verano al 8,3% actual) y se han creado 3,1 millones de empleos en los dos últimos años; el consumo crece (un 0,8% en febrero); el sistema financiero se ha estabilizado y el crédito fluye; la bolsa muestra una tendencia ascendente; la economía crece (un 3% en el ultimo cuarto trimestre del 2011 y se estima un 2,5% para el 2012); y EE UU se ha desmarcado de la crisis Europea. Todo ello gracias los paquetes de estímulo y las políticas expansivas de la Fed que ha mantenido los intereses cerca de cero durante más de tres años y lleva insertados 2,3 billones de dólares en compras de bonos de tesoro y otros activos para proporcionar mayor liquidez.
Sin embargo todavía hay datos preocupantes: el mercado de vivienda sigue sin tocar fondo y los precios siguen cayendo; el precio de la gasolina sigue aumentando; los ingresos medios siguen cayendo; y la deuda y el déficit siguen subiendo lo que llevó a la bajada de la máxima nota crediticia por parte de Standard & Poor's. Por último, el fin de las ayudas fiscales a las rentas más altas y a asalariados, y la nueva fase de austeridad pueden afectar negativamente al crecimiento. La Oficina de Presupuestos del Congreso anunció el martes 22 de mayo que la falta de un acuerdo fiscal entre los dos grandes partidos en el Congreso podría sumir al país en una nueva recesión en 2013.
En tercer lugar, hay que resaltar que va a ser una campaña dura y sucia. Los ataques durante las primarias republicanas fueron y parecen solo un aperitivo de lo que nos espera en la elección general. Los anuncios por televisión ya han empezado. Los votantes republicanos detestan a Obama y pese al poco entusiasmo que Romney despierta entre muchos de ellos, harán todo lo posible por que gane en noviembre. Los Demócratas por su parte ya han empezado una campaña para desacreditar a Romney y resaltar su papel en la destrucción de empleo durante su etapa como consultor de empresas, y ya están aireando anuncios entrevistando a personas que fueron despedidas de sus trabajos hace más de una década.
En cuarto lugar, el dinero tendrá más influencia que nunca. La polémica decisión de la Corte Suprema de permitir el uso ilimitado de fondos por parte de las Super-pacs puede tener un efecto decisivo. Ya durante las primarias republicanas se gastaron millones de dólares en apoyar a sus candidatos y desacreditar a los contrarios. Al mismo tiempo, la ventaja abrumadora de dinero que tuvo Obama en 2008 no se va a repetir. Esta será la primera elección en que ninguno de los candidatos va a usar dinero público, pero los Republicanos están consiguiendo mucho más dinero para las famosas super-Pacs que pueden recaudar cantidades ilimitadas.
Por último, la crisis de Europa puede ser decisiva ya que Europa es el socio comercial más importante de EE UU y una crisis en Europa afectaría inevitablemente a la economía norteamericana. En este sentido las políticas de austeridad que nos están empujando al abismo podrían facilitar la elección de un presidente republicano en EE UU. Este sería un resultado del que luego nos podríamos tener que arrepentir.