La Victoria de Obama desde EEUU

La Victoria de Obama desde EEUU

Lo bueno para Obama es que va a empezar un nuevo mandato con unas expectativas mucho más razonables que hace cuatro años, cuando su promesa de "cambio" generó una esperanza febril de que todo iba a cambiar. Estas expectativas irreales han pesado como una losa durante su primer mandato. Ahora que ya se han templado.

Acaba de terminar una de las campañas electorales más apasionantes que hemos vivido en EEUU en las últimos años. Desde la campaña entre Gore y Bush es difícil recordar un contexto de tanta incertidumbre e interés en la recta final de la campaña. Los últimos días han sido intensos y el ambiente electrizante, con ambas campañas confiadas en la posibilidad de la victoria. La de Obama, por esperada, no deja de ser sorprendente. Sobre todo si se confirman los resultados provisionales a las (12am hora de Boston) que parecen dar la victoria al presidente en el colegio electoral, pero que le dan como perdedor en el voto popular. Esto puede presentar un escenario de incertidumbre al debilitar su posición política en las luchas legislativas que se avecinan con los republicanos. Además este resultado, de confirmarse, volverá a reabrir el debate sobre la legitimidad del Colegio Electoral sobre el voto popular (algo que ya se produjo cuando Bush ganó a Gore hace 12 años). Los republicanos han mantendo su mayoría en el Congreso y los Demócratas en el Senado.

El ambiente de interés, excitación, e incertidumbre que se ha vivido en las calles y por todos lados estas semanas ha sido inolvidable; y el nivel de movilización entre partidarios de uno y otro candidato ha sido impresionante. El domingo llevé a mis hijas al acto final de la campaña demócrata en New Hampshire en el que participaban Bill Clinton y Obama.

 

Cierre de campaña en New Hampshire. Foto: SEBASTIÁN ROYO.

Pese a que el evento había sido anunciado con muy poca antelación, nos encontramos con miles de personas que habían venido de todos los estados limítrofes con NH y llevaban horas esperando a los candidatos. Para mis hijas era su primer mitin electoral y fue una experiencia inolvidable poder oír a dos presidentes sacando fuerzas de flaqueza, con voces roncas, después de una campaña agotadora para poder transmitir ilusión a sus seguidores y animarles a ir a votar y a movilizar a sus familiares y amigos. También era ilusionante ver cómo los candidatos se volcaban en un estado minúsculo que representa tan poco en términos de población y económicos, pero que políticamente podía ser decisivo en el resultado de la elección.

 

Cierre de campaña en New Hampshire. Foto: SEBASTIÁN ROYO.

Hoy, durante las votaciones, había colas interminables en los colegios electorales. Yo llegué a las 7.40 y tuve que esperar a la intemperie durante 47 minutos para votar con un frío polar. Pero el ambiente no podía ser más festivo, con la gente entusiasmada por la oportunidad de votar y ansiosos de contribuir al proceso electoral.

Tras más de dos décadas viviendo en este país y habiendo vivido cinco elecciones presidenciales, no dejan de sorprender las idiosincrasias del sistema electoral y de las campañas presidenciales de EEUU. Siempre aparece algo imprevisto. Desde la elección de George W. Bush, con el escándalo de la votación en Florida y la intervención del Tribunal Supremo, a la posibilidad de que un candidato pueda ganar las elecciones a pesar de perder en el voto popular, el poder cada vez más acentuado del dinero en las campañas, la polarización creciente de los votantes y de los candidatos, o los bajos niveles de participación, hacen estas elecciones cada vez más impredecibles e interesantes.

Llevamos desde las siete de la tarde pegados a la televisión mirando con ojos expectantes cómo iban variando los votos electorales conforme se iban cerrando los colegios electorales en los distintos estados, y observando cómo se iban acercando los candidatos a la cifra mágica de los 270 votos electorales que necesitaban para conseguir la presidencia. Durante los últimos días las encuestas daban un resultado extraordinariamente estrecho, dentro del margen de error, con la campaña de Obama confiada en que iban por delante en los swing states (estados bisagra) que iban a decidir la elección (como al final ha sucedido). Pese a todo había mucha incertidumbre, y entre mis amigos y colegas (casi todos demócratas, como no sorprende en Boston) casi nadie se sentía cómodo previendo un resultado.

Y esto pese a que en Massachusetts no había dudas sobre la elección de Obama en el estado. Una de las peculiaridades del sistema electoral ha sido que pese a ser teóricamente una elección nacional, en realidad desde que tuvieron lugar las convenciones de los dos partidos a fines del verano los dos candidatos principales han visitado solo 10 de los 50 estados del país. Estos eran en los que los resultados estaban todavía en duda y los que iban a decidir el resultado final. La atención principal ha estado en Ohio (ningún republicano ha ganado las elecciones sin ganar este estado) y Florida, donde se han volcado las dos campañas en las últimas semanas. También ha habido mucho interés en ver cómo se comportaban los hispanos, que una vez más podían ser decisivos en estados como Florida, Colorado, Carolina del Norte e incluso Iowa.

En Boston (y Massachusetts) la paradoja es que pese a ser la base de la campaña de Romney y ser la ciudad donde vive, ha habido una apoyo mayoritario al presidente Obama. Me preguntaban hoy en una entrevista para la televisión local cómo era posible que pese a haber sido un gobernador popular y de éxito (durante su mandato la economía mejoró, se consiguieron unos resultados educativos sobresalientes y aprobó la primera gran legislación estatal para implementar un plan obligatorio universal de sanidad en el que se ha basado en gran parte el Obamacare), la gente le tiene poco aprecio y se han decantado mayoritariamente por su contrincante.

La respuesta a esta pregunta en gran parte refleja la historia de esta campaña: Romney durante su vida política anterior a presentarse a presidente fue un republicano moderado, con posturas pragmáticas, capacidad de diálogo y negociación con los demócratas, y poco ideologizado. Esto le permitió ser elegido como gobernador en un estado mayoritariamente demócrata. Sin embargo, para poder ganar la nominación en las primarias republicanas tuvo que hacer un giro a la derecha radical, para convencer a los votantes de las primarias republicanas (que suelen ser más conservadores que los votantes Republicanos de las elecciones presidenciales) de sus credenciales conservadoras.

Dada la radicalización cada vez mayor del partido republicano, manifestada por el poder creciente del Tea Party, esto le llevó a posturas muy alejadas en los postulados económicos y sociales que defendía cuando era gobernador en Massachusetts. Este giro le hizo daño porque ha permitido a los Demócratas presentarle como un político sin principios, que cambiaba sus posiciones según la audiencia y era capaz de decir cualquier cosa para ser elegido (un flip flopper). Esto le ha quitado credibilidad y ha abierto un frente de ataque fácil. En Massachusetts no le hemos perdonado este giro político, ni su interés en tratar de esconder lo que hizo aquí como gobernador, como si se avergonzase de su pasado político, y por extensión de lo que representa Massachusetts. Curiosamente ha sido sólo al final de la campaña, cuando Romney se ha presentado como un candidato más moderado, cuando ha conseguido más apoyo y ha estado a punto de ganar la elección del colegio electoral. Ha sido un caso de "muy poco, y demasiado tarde".

Este va a ser el gran reto para los republicanos en el futuro: ¿Cómo pueden ganar unas elecciones presidenciales en la que los votantes suelen ser mas moderados, cuando para ganar la nominación del partido, necesitan defender posiciones muy conservadoras y alejadas de lo que apoyan los votantes medios?

Además se van a encontrar con el reto de cómo conseguir el apoyo de los votantes hispanos, que cada vez representan una proporción mayor de la población en los estados del sur donde los republicanos han conseguido sus mejores resultados en las ultimas décadas. La retórica anti-inmigración del partido les ha hecho perder el apoyo de los latinos, y cada vez les va a ser más difícil ganar sin ellos en estados como Texas, Colorado, Nuevo México, Nevada, o Florida. No va a ser fácil para ellos resolver esta cuadratura del círculo. Obama, que tenía una trayectoria deplorable en temas de inmigración (no solo no cumplió su promesa de aprobar una reforma migratoria, sino que ha deportado a un número récord de inmigrantes ilegales) se les adelantó con su plan de última hora de permitir quedarse en el país a los jóvenes inmigrantes ilegales que llegaron de niños.

Lo más triste es que una campaña en la que había dos candidatos sobresalientes (por su capacidad intelectual y por su trayectoria), que presentaban en muchos casos dos visiones contrapuestas sobre las soluciones a los problemas del país, y en particular sobre el papel del gobierno, se ha convertido una vez más en un barrizal con millones de dólares gastados en anuncios machacones (estamos agotados de tanto anuncio basura en la TV) que eran puros ataques (y en muchos casos mentiras flagrantes), y con una intervención desmesurada de los infames Super PACs que se han gastado una fortuna en anuncios descalificando a los candidatos. Una vez más ha sido una oportunidad perdida. El poder del dinero (por vez primera los candidatos no han usado fondos públicos) es cada vez un problema mayor.

¿Qué significa la victoria de Obama para España?

Hasta ahora nunca había sido la economía española tan central en una campaña presidencial en EEUU. Desafortunadamente para España, las pocas veces en las que hemos aparecido durante la campaña ha sido para atacarnos (sobre todo por Romney) y ponernos como ejemplo de país fracasado, de lo que no se debe de hacer, y lo que podría pasar si se implementaban las políticas socialistas de Europa.

Una vez más se ha demostrado la ignorancia y el desinterés del americano medio (extendida en este caso a Romney) sobre la política exterior y sobre lo que pasa en otros países. Hemos sido un caso clásico de un punching bag, con Romney diciendo que "no podemos seguir el sendero de España", y castigando a nuestro país como un ejemplo de tasas impositivas muy altas, un Gobierno demasiado intervencionista, y con unos niveles insostenibles de gasto público, que han llevado al país a la ruina. Obama ha criticado a España y a la UE por actuar demasiado tarde y muy tímidamente para atajar la crisis.

Esta interpretación, por otro lado muy generalizada en otros países, demuestra una ignorancia supina sobre las causas de la crisis en España, que no ha sido causada, como en Grecia, por un exceso de gasto y de deuda pública, sino que ha sido un problema de deuda privada, y de pérdida de competitividad. Fue la caída de intereses que siguió a la entrada en la unión monetaria europea la que llevó a un ciclo expansivo (acentuado por la entrada masiva de capitales en nuestro país), y a una explosión de crédito y de endeudamiento privado, y a una burbuja insostenible en el sector inmobiliario. Que un "experto" en el sector privado use la crisis para atacar al sector público, demuestra no sólo ignorancia sino mala fe. Además esta interpretación puede llevar a las soluciones incorrectas (como seguimos proponiendo en Europa con esa fe ciega en las políticas de austeridad), y a las lecciones equivocadas de las crisis. Si España es un ejemplo de nada, no es de un gobierno irresponsable fiscal, sino de la necesidad de estimular la economía para promover el crecimiento y combatir el desempleo.

Afortunadamente el presidente Obama, mucho más pragmático, ha sido más comprensivo y a reconocido en una entrevista reciente con la W Radio que EEUU no puede permitir que España se derrumbe: "No me refiero solo a España. Trabajamos muy duro para asegurarnos de que toda la Unión Europea reconozca que deben trabajar juntos para resolver este problema. España es el país más grande, no podemos permitir que España se derrumbe. Los problemas de Grecia obviamente son más graves, pero es un país más pequeño. Italia, por ejemplo, tiene problemas, como España, para financiar su Gobierno. Pero lo que estamos haciendo es promover la idea de que todos los países de la región se unan. Asegurarnos de que las nuevas reformas de España tengan el apoyo de Alemania, [reformas] que, a largo plazo, van a beneficiar toda la Unión. Por cierto, eso supondrá una gran diferencia en Estados Unidos porque Europa es su mayor socio comercial y mientras mejor estén ellos mejor estaremos nosotros".

Si España cuenta en EEUU, es desde una perspectiva Europea: lo que preocupa en EEUU es la crisis en Europa y el impacto que puede tener sobre la recuperación económica en EEUU. Es sintomático que en el último debate presidencial (y el único dedicado a la política exterior) Europa se mencionó una sola vez (en una lista de países aliados que menciono Obama), y que el Euro y la crisis no se mencionaron ni una sola vez (tampoco se menciono a la OTAN). Es simbólico de algo que nos cuesta aceptar desde Europa: que pese a la importancia comercial de Europa para EEUU, cada vez Europa importa menos desde un punto de vista geoestratégico y político. Esto es algo que también se manifiesta cada vez más claramente en el entorno educativo, donde cada vez hay menos interés por parte de los estudiantes en Europa y la Unión Europea, algo acentuado por los efectos perniciosos de la crisis: Europa ya no es un modelo a seguir, sino a evitar.

En política exterior no cabe esperar grandes cambios. Habrá una continuación de las políticas pragmáticas de defensa del interés nacional, y de alianzas ad hoc con otros países para conseguir intereses comunes, que han caracterizado los últimos 4 años. Sin embargo, para EEUU su prioridad más inmediata no va a ser en temas exteriores (pese a las crisis en Siria o Irán), y ciertamente no Europa ni España, sino en temas domésticos: El precipicio fiscal que se avecina si el nuevo presidente no se pone de acuerdo con el Congreso para buscar una solución antes de fin de año. Esta va a ser la prioridad absoluta en las próximas semanas: como conseguir un compromiso fiscal que no ponga en peligro la recuperación económica. En este sentido hay que enfatizar que el evento más importante no va a ser solo lo que ha pasado el día 6 de noviembre con la elección presidencial (con todo lo importante que es), si no también lo que va a pasar a partir del 7, con independencia de quién ganase la elección.

¿Cuáles han sido las claves de esta elección?

Hay varios aspectos que explican la victoria de Obama. En primer lugar el éxito de una estrategia electoral arriesgada pero que se ha demostrado acertada. La campaña de Obama decidió dedicarse en verano a atacar muy duramente a Romney, en un momento en que Romney no podía hacer todavía uso de sus fondos, para tratar de establecer una imagen distorsionada del candidato republicano antes de las convenciones que le hiciese muy difícil remontar en la recta final de la campaña. Esta es la estrategia que diseñaron los republicanos contra Kerry hace 8 años y que resultó decisiva. El éxito al presentar a Romney como una millonario fuera de contacto con las clases medias y los problemas del país, con pocos principios y con cambios constantes de opinión según lo que dijesen las encuestas, que quería bajar los impuestos a los ricos, y que en su papel de gestor empresarial se había dedicado como un tiburón a destruir y exportar empleo para enriquecerse; han hecho muy difícil para Romney presentarse como un candidato atractivo. Cuando ha tratado de hacerlo (y la Convención Republicana, como comenté en otros blogs, fue una oportunidad perdida) ha sido demasiado tarde.

Además, Obama ha tenido éxito convirtiendo la elección en un plebiscito sobre el futuro, no sobre el pasado. La respuesta a la pregunta "¿estás mejor que hace cuatro años?" no era clara, con datos contradictorios que forzaban al presidente a presentar una argumento contrafactual: estaríamos mucho peor si no hubiese hecho lo que he hecho, algo difícil de probar. Por fortuna para él la situación económica del país ha mejorado en las últimas semanas, con el desempleo bajando después de cuatro años por debajo del 8%, lo que le ha permitido convencer a los votantes de que el país estaba en la dirección adecuada, y que no era el momento de hacer cambios. Ha repetido machaconamente que todavía quedaba mucho por hacer, pero insistiendo que las cosas estaban mejorando, y los datos económicos recientes le daban la razón. Los demócratas, tal y como se esperaba, han tendo también más éxito movilizando a sus votantes en los estados clave.

Por otro lado Romney ha fracasado en su intento en hacer la elección en un plebiscito sobre el pasado y en presentar un plan alternativo ilusionante. Por el contrario Obama ha tenido mucho éxito insistiendo en que las propuestas de Romney suponían un regreso al pasado y a las políticas que llevaron a la crisis. Romney, que ha evitado hacer propuestas específicas, no ha convencido a los votantes de que tenía un proyecto creíble para solucionar la crisis fiscal del país. Su propuesta de bajar impuestos a los ricos no ha convencido; y sus intentos de desmarcarse de las propuestas más radicales que defendió durante las primarias y de moverse hacia el centro, no han sido suficientes. Los debates tampoco fueron decisivos: Romney ganó el primero, pero Obama se recuperó y ganó los dos siguientes.

Por último, pese a la gran desilusión que hay con Obama, que ha decepcionado en muchas de sus promesas, no se ha traducido en ilusión por su contrincante que ha fallado en su intento de conectar con el electorado. Los aspectos que sus familiares y amigos más cercanos ensalzan sobre Romney (leal, preocupado en ayudar a otros, religioso, de fuertes convicciones y valores, con gran empatía) no se han visto casi por ningún lado en la campaña. Por el contrario, se le ha visto como demasiado robotizado, frío, distante, incapaz de conectar con los votantes, con poca empatía. Paradójicamente ha fallado en el área en la que más se ha criticado a Obama (no le gusta la gente, y es condescendiente, lo que lleva a muchos a preguntarse "¿por qué está en política?"). A su lado Romney salía aun peor parado: las encuestas muestran que la mayoría de los americanos sienten que Obama está más próximo a sus problemas.

Lo bueno para Obama es que va a empezar un nuevo mandato con unas expectativas mucho más razonables que hace cuatro años, cuando su promesa de "cambio" generó una esperanza febril de que todo iba a cambiar. Estas expectativas irreales han pesado como una losa durante su primer mandato. Ahora que ya se han templado, pueden ser una gran ventaja para él, que lo puede aprovechar para hacer lo que no ha conseguido durante los últimos cuatro años: trabajar conjuntamente con los Republicanos (que ya no pueden usar el argumento de los últimos cuatro años de hacer lo imposible para que no fuese reelegido) en resolver los problemas más acuciantes para el país. No va a ser fácil, con una país y una clase política cada vez más divididos (y más si se confirma que ha perdido el voto popular). Esperemos por el bien de EEUU y del mundo, que lo consiga.