¿Quién ganará las elecciones en EE UU? ¡Hagan Juego!
La mayoría de los votantes asocian todas las políticas para superar la crisis con la presidencia de Obama. El muy criticado rescate financiero de Bush de finales del 2008, se percibe entre el electorado como una política de Obama.
Al ser politóloga y especialista en política norteamericana, siempre que viajo a España conocidos y amigos me preguntan mis opiniones sobre lo que está pasando en el país. La pregunta del momento este verano ha sido, "¿Quién crees que va a ganar Obama o Romney?" Y la contestación más apropiada y honesta que puedo dar es que no tengo ni idea. Siempre me ha parecido curioso que en EE UU se gaste tanto dinero en hacer encuestas nacionales puesto que, a pesar de que la mayoría de los norteamericanos no se den cuenta, las elecciones presidenciales la deciden los estados. Esto es lo que se conoce como el Colegio Electoral, ideado por los padres fundadores de la constitución como un compromiso entre los que preferían que el voto popular fuera el mecanismo para elegir de modo directo al presidente y quienes se inclinaban por que fuera la cámara legislativa la que lo hiciera.
En el sistema norteamericano cada estado tiene derecho a cierta cantidad de votos electorales que adjudica al candidato que gane el voto popular en el estado. Si bien es cierto que es improbable que un presidente gane el voto electoral y no el popular, ha ocurrido ya en tres ocasiones, la última en la elección del año 2000 que ganó Bush aun cuando Gore obtuvo un mayor número de votos a nivel nacional. Por esa razón, los candidatos planean su estrategia política según los resultados de las encuestas estado por estado. En estos momentos las últimas encuestas nacionales señalan que Obama tiene por término medio el 44 por ciento del voto popular y Romney el 45 por ciento, y las últimas predicciones del colegio electoral indican que hay un gran número de estados, los que se conocen como "estados púrpura," en los cuales no se puede predecir qué candidato va a ganar. Estos son los estados más competitivos, los que acaban decidiendo las elecciones, aquéllos en los que los candidatos se gastan cientos de millones de dólares haciendo campaña. Entre los estados púrpura se encuentran por ejemplo Pensilvania, Florida, Colorado y Virginia. Dejando a un lado el debate sobre si el proceso electoral en los EE UU es democrático o no, ahora mismo y a tres meses de las elecciones no se sabe quién va a ganar ni el voto popular ni el voto del colegio electoral.
En España se sabía que Rajoy iba a ganar desde mucho antes de las elecciones generales, en gran medida porque Zapatero no supo gestionar la crisis y la economía no mejoraba. Rajoy ganó la mayoría absoluta como voto de castigo, de la misma manera que Roosevelt le propinó una paliza electoral a Hoover en 1932. Pero el caso de Obama es distinto que el de Roosevelt. La mayoría de los votantes asocian todas las políticas para superar la crisis con la presidencia de Obama. El muy criticado rescate financiero de Bush de finales del 2008, similar en su cuantía al estímulo fiscal de Obama durante el 2009, se percibe entre el electorado como una política de Obama.
En EE UU el electorado no evalúa las políticas concretas que proponen los candidatos sino más bien la manera en la que definen su presidencia. Obama no tiene la suerte que tuvo Roosevelt de acudir a las elecciones y a la presidencia tras dos años de una gestión económica desastrosa por parte de su predecesor. Al contrario también que Rajoy, Obama no puede definir su presidencia como un rechazo total y absoluto de la política de su predecesor. Lo ha intentado, pero los votantes no le creen; no creen que salir de una crisis tome tanto tiempo y no creen que la crisis hubiera sido peor si él no hubiera intervenido con un estímulo fiscal. La mayoría de los votantes dicen que lo que más le importa es la situación económica. Y si bien es cierto que Romney no le cae bien a la mayoría de los votantes (así lo documentan las encuestas), es muy posible que, aunque no pierda, tampoco gane. No es un juego de palabras. Me refiero a una posibilidad similar a la que se produjo aquí en España, donde Rajoy no parece haber ganado las elecciones, sino que no las perdió. Habrá que ver si una vez electo, Romney hace lo mismo que Rajoy cuando no le quede más remedio que ir en contra de sus promesas electorales y subir los impuestos para lograr el elusivo equilibrio fiscal. Y habrá qué ver si el congreso le deja hacerlo. Pero eso sería irrelevante si Obama ganara. Aún no sabemos qué va a ocurrir...
¡Hagan Juego!