Sobre el cese de cuatro directores de centros de salud de Madrid
Puedo entender que al ser cargos de libre designación no tengan ya la confianza de la Consejería pero me hubiera parecido más elegante seguir otro enfoque. Si muchos profesionales recelan de sus jefes, echar a unos pocos solo va a servir para calentar el avispero.
Los centros de salud se estructuran en equipos formados por administrativos, enfermeras, médicos y otros profesionales con un director con funciones muy limitadas. Una de esas funciones es garantizar el servicio gestionando las ausencias del personal por vacaciones, bajas y otros motivos. Para ello dispone de un presupuesto que en los últimos años ha disminuido enormemente. Como ejemplo, el centro de General Ricardos de Madrid pasó de los 116.000 euros asignados en 2012 a los 22.300 de 2013 y ya veníamos de años de descenso. ¿Esto qué significa? Pues que cada vez que falta un médico o una enfermera no hay suplente y sus pacientes se reparten entre el resto del equipo que han de ver los suyos de ese día y unos cuantos más del profesional ausente. Como es lógico esto suele significar menos tiempo por paciente en una situación basal en la que las agendas están sobrecargadas. En centros de salud con muchos profesionales mal que se apañan pero en los más pequeños es un desastre. Si hay cuatro médicos en un turno y de repente falta uno, los demás tendrán un 25% más de pacientes ese día...
Este semana la Consejería de Sanidad ha cesado a cuatro directores de centros de salud aduciendo que sobrepasaron este presupuesto. Me temo que es una verdad a medias. Si sobrepasar el presupuesto fuera razón de dimisión (nunca lo fue) deberían ser cesados muchísimos más, y de paso al responsable de tener cerrado en Collado Villalba un hospital que cuesta 900.000 euros al mes, lo que daría para todos los suplentes recortados y aun sobraría.
Las relaciones de la Consejería de Sanidad con sus profesionales sanitarios se rompieron hace dos años a raíz del intento privatizador que unilateralmente abanderó el consejero sin establecer líneas de diálogo con ningún profesional. Durante lo que constituyó la marea blanca se realizaron manifestaciones, encierros en centros de salud y hospitales y un sinfín de movilizaciones de protestas a las que se unió gran parte de la población madrileña. Los cuatro directores cesados pertenecían al amplio grupo que se significó y defendió con vehemencia una postura de defensa de la sanidad pública.
Puedo entender que al ser cargos de libre designación no tengan ya la confianza de la Consejería pero me hubiera parecido más elegante seguir otro enfoque. Si muchos profesionales recelan de sus jefes, echar a unos pocos solo va a servir para calentar el avispero. ¿Nadie en la Consejería se atreve a abrir líneas de diálogo con los profesionales? ¿Seguiremos evitando el cara a cara? Me temo que eso siempre terminará en conflicto.
En este país los ceses y dimisiones nos cuestan un ojo de la cara. No estamos educados para ello. Salvo excepciones, aquí se agarra todo el mundo al sillón con uñas y dientes. En cualquier caso creo que las soluciones de fondo no pasan únicamente por ahí. Toca arremangarse y trabajar duro, toca aprender a comunicarnos mejor, buscar consensos y aplicar la racionalidad, el sentido común, las pruebas científicas y el fomento de los valores que sostienen el sistema sanitario y la sociedad. Si no priorizamos la justicia y la equidad, si no mantenemos a raya el lucro y el beneficio de unos pocos, hay cosas importantes que se terminarán rompiendo.